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Dos horas después, sin necesidad de esperar a que suene la alarma, Luis abre los ojos al notar un peso sobre su pecho. Un pequeño torbellino de pelo rizado se ha sentado sobre él para comenzar a despertarle intentando, con sus pequeñas manitas, provocar miles de cosquillas en su padre.

El gallego atrapa las manos de Lucía y tira de ellas para atrapar a la pequeña entre sus brazos, dejando miles de besos en su cuello provocándole sonoras carcajadas. Aitana, que, hasta ese momento, aún dormía, abre los ojos y esboza una gran sonrisa por la imagen que ve ante ella.

—¿Has despertado a papá con un ataque de cosquillas, bichito? —pregunta a Lucía, que ya ha caído rendida en el pecho de su padre agotada por las cosquillas que este le ha hecho.

Sí, pero papá es mucho más fuerte que yo y al final me ha salido mal —se queja poniendo un mohín con su labio.

—Tenías que haberme avisado... —añade la catalana con una sonrisa pilla— Las dos juntas podemos con papá.

—Al final me enfadaré con tanta conspiración contra mí —advierte el gallego a las dos chicas.

—Papi, que nosotras te queremos mucho —asegura Lucía pronunciando otra de las palabras que su tía le ha enseñado y utilizando sus brazos abiertos para mostrarle a su padre cuánto es mucho.

—Qué zalamera eres —ríe el hombre despeinando sus rizos. La pequeña frunce el ceño al no ver un signo que acompañe a esa palabras y busca respuestas en el rostro de Aitana.

Papá dice cosas muy raras, no te preocupes —asegura encogiéndose de hombros— Oye, ¿no me das un beso de buenos dias siquiera? —pide poniendo carita de pena.

Lucía tarda décimas de segundo en lanzarse a los brazos de Aitana y llenar su rostro de besos.

—Aiti... ¿esta noche podemos dormir todos juntos como ahora? Es que no quiero estar solita como hoy cuando me he despertado —pide la pequeña con gesto triste recordando que, al despertar, ni la catalana ni su padre estaban con ella.

—Jo, amor... —susurra agarrándola por la espalda, para que no se caiga de sus brazos, e incorporándose en la cama hasta quedar sentada. Llega a escuchar cómo su novio sonríe junto a ella y le echa un vistazo antes de volver a poner toda la atención en la niña— Vida, papá y yo no queríamos que te pusieras triste pero nos tuvimos que ir y era muy tarde para despertarte ¿lo comprendes?

Pero... ¿por qué os teníais que ir de noche?

—¿Te acuerdas de la tita Miriam, amor? —pregunta su padre interviniendo en la conversación.

Sí, tiene ricitos en el pelo, como yo —recuerda Lucía encogiéndose de hombros.

—¿Y te acuerdas de lo que tenía aquí? —cuestiona Aitana acariciando la tripa de la pequeña. Esta abre mucho los ojos y asiente— Pues el bebé ya ha nacido y teníamos que ir a estar con ella antes de que pasase porque le daba mucho miedo estar solita, como a ti ¿te acuerdas?

¿A la tita también se la han llevado los médicos a la sala con máquinas? —pregunta preocupada la niña.

—Bueno, amor, a una parecida, pero no pasa nada porque ya está bien y el bebé también.

¿Y voy a poder jugar con el bebé?

—Cuando sea más mayor todo lo que quieras —concede su padre riendo— pero ahora, que es súper chiquitina, sólo se le pueden dar besitos cuanto la tita nos deje ¿vale?

Pues yo le quiero dar muchos besitos.

—¿Quieres que vayamos a conocerla? —propone Aitana abriendo mucho los ojos como si fuera algo que se le acaba de ocurrir. Lucía asiente emocionada y acaba por preguntar cómo se llama la pequeña— Alicia —pronuncia poco a poco para que la niña consiga comprenderlo y repetirlo a base de intentos.

Inefable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora