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Hubiera jurado que Amaia no sabía nada, pero olvidaba que, mientras Luis la consolaba con Diego recién fallecido, tuvo un momento de lucidez en el que se interesó sobre el paradero de la pequeña. El gallego le aseguró que no había que preocuparse por ello, la de Pamplona estaba al tanto de la situación y se hacía cargo de Lucía. No lo recordaba hasta que se ha hecho más que obvio ante la infinita paciencia de la cantante a pesar del desastre que está siendo la entrevista.

No hace más de un par de días que retomó el trabajo, en contr de la opinión de su padre, y se niega a reconocerlo, pero sigue sin encontrarse en condiciones emocionales para enfrentarse a ciertas situaciones.

-¿Por qué no nos tomamos un descanso, Aiti? Yo no tengo prisa -asegura la más joven de ambas posando la mano sobre la muñeca de la catalana.

-Tu representante no ha dicho lo mismo.

-Tengo veinte tediosas sesiones de fotos y promos interminables, sí, pero siempre se puede reajustar el horario -sonríe en busca de complicidad-. Un favorcillo mutuo ¿qué me dices?

-Me sabe fatal, yo... -enmudece al escuchar cómo vibra su móvil sobre la mesa. Amaia lo observa y se echa hacia atrás en el sofá invitándola a contestar. Contiene la sonrisa al darle la vuelta al terminal y ver su nombre en pantalla, no sabe hasta qué punto la amiga del chico está enterada del asunto entre ellos y no quiere ser más obvia de lo que ya fue con él mismo planteando aquel ultimátum en el parking de la universidad- Dime -responde sonándose a sí misma demasiado seca para estar hablándole a él pero pronto el orgullo le recuerda que hace cuatro días, seguidos de la semana anterior a la extraña escena que protagonizaron la última vez que se vieron, que la relación que hay entre ellos no propicia un tono diferente.

-¿Te pillo ocupada?

-Pues la verdad es que estoy en una entrevista -admite viendo cómo Amaia mueve las manos para que no se preocupe por ella- pero puedo hablar si es urgente ¿ha pasado algo?

-No, no es nada -asegura él arrepintiéndose de haber dado a su contacto tras mucho meditar-. Siento haberte molestado.

-No me has... -Se interrumpe a sí misma y suspira- Por algo habrás llamado... ¿Todo bien?

-Sí, no te preocupes, sólo quería hablar.

-Bueno, entonces podemos hacerlo luego ¿te parece? -propone poniendo todo de su parte para que la conversación no sea tan incómoda, cuando le pidió una decisión la pura cordialidad enmascarada no era una de las opciones y sigue sin querer que lo sea- Hablamos cuando acabe.

-Vale, hasta luego Aiti -susurra sacándole una sonrisa a la aludida.

-Adiós -responde esta cuando él ya ha cortado la llamada. Amaia la observa con las cejas alzadas y una mueca divertida que no pretende ocultar-, lo siento.

-Este Luis... Siempre ha tenido una flor en el culo para la inoportunidad -asegura despreocupada haciendo como si el sonrojo de las mejillas de Aitana, por haber sido descubierta, no existiera- ¿Entonces, qué, quieres seguir seguro?

-Sí, a ver si me sale algo decente de una vez.

Amaia no suele caracterizarse por dar demasiado de ella en las entrevistas pero se ve casi obligada a hacer una excepción para que Aitana quede, por lo menos, conforme con el resultado hora y media después. La catalana revisa sus apuntes murmurando por lo bajo, leyendo todas las respuestas e intentando estructurar una buena redacción en su cabeza.

-¿Siempre eres tan exigente contigo misma? -pregunta la del pelo rizado haciendo que la chica levante la cabeza.

-No puedo evitarlo.

Inefable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora