A las cenas en la terraza les quedan poco tiempo, pues el otoño en Barcelona amenaza con ser lluvioso. Por ello, Aitana y Lucía han preparado una mesita delante del columpio para poder disfrutar al aire libre de la cena que Luis les está preparando. El gallego cruza el umbral de la puerta cargando una bandeja con tres platos y se acerca a ellas.
—¿Puedo beber fanta, papá? —pide la pequeña poniendo un mohín con el labio y pestañeando exageradamente en forma de súplica.
—Pero sólo un vasito, y porque mañana empiezas el cole, pero no te acostumbres —advierte su padre consciente de la cantidad desmesurada de azúcar que contiene ese refresco.
Lucía corre a la cocina a coger, ella misma, con la ayuda del banquito que ella y Aitana pintaron un dia de verano, la botella que guardan en la primera bandeja de la nevera. Mientras tanto, en la terraza, la catalana le promete a su novio intentar robar traguitos de la bebida a la pequeña para que la azucarada mezcla no le recargue demasiado las pilas y le impida dormir.
—¿Has visto lo que ha hecho papá de cena, amor? —pregunta Aitana acomodando a la niña a su lado.
—¡Me encanta muchísimo el tomate! —exclama emocionada.
—Pues a ver si es verdad y se queda el plato para que no lo tengamos que lavar —ríe el gallego pasándole el tenedor a su hija—. Te lo tienes que comer todo para coger muchas fuerzas para mañana.
—Pero... —comienza a signar Lucía al no conocer las palabras para expresarse con su voz— ¿Mañana vais a venir al cole conmigo?
—¡Claro! —signa Aitana esbozando una sonrisa.
—Pero... ¿todo el rato? ¿En la clase también estaréis conmigo?
—No, cariño, en clase no —admite su padre que, en el fondo, había comprendido desde un principio el sentido de la pregunta—. Iremos a acompañarte hasta el aula hoy, los próximos días nos quedaremos en la puerta. Y cuando se acabe el cole iremos a recogerte.
Lucía agacha la mirada poniendo un mohín. Quiere ir al cole, le hace ilusión, pero le da miedo que papá y Aiti no vayan a estar con ella todo el rato. Está acostumbrada a tenerles siempre a su lado, y enfrentarse a un lugar tan nuevo sin ellos se le hace un mundo.
—Creo que no quiero ir al cole ¿vale? —pide cogiéndose al brazo de la catalana y volviendo a poner esa cara que, algo le dice, en muchas ocasiones es efectiva.
—Ven, amor —pide Aitana subiendo a la niña a sus piernas y pidiéndole que la mire—. Cuando vamos a un sitio que no conocemos, a todos nos da un poquito de miedo. Pero te prometo que el cole es un sitio súper chulo, y que te va a encantar y tendrás muchas amigas y amigos. Y papá y yo estaremos esperándote en la puerta con muchos besitos y muchos abrazos preparados si los necesitas, ¿vale?
—No sé, es que yo ya tengo un amigo —asegura encogiéndose de hombros en referencia al pequeño de pelo rizado— Hugo es mi mejor amigo del mundo mundial.
—Pero en el cole vas a aprender un montón de cosas, mi vida —interviene su padre acercándose más a ellas—. Y siempre que quieras podemos ir al parque con Hugo, o puede venir a casa a jugar si te apetece.
—Pero si voy al cole no tendré nada de tiempo para jugar ni ir al parque...
—En el cole también se juega muchísimo. Y además, al salir del cole podemos ir al parque a merendar, amor —asegura la catalana con una amplia sonrisa.
—Y que, además, Hugo también tiene que ir a su cole ¿no te acuerdas que nos lo contó el otro día? —recuerda su padre.
—Jolín —se lamenta la pequeña repitiendo la expresión que tantas veces ha oído usar a Aitana—. Pero quiero que estéis en la puerta cuando salga. En la puerta —recalca mirando a los mayores con seriedad.
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Inefable.
FanfictionAitana se haya en una lucha interna entre algodones para ser alguien siendolo ya todo. Ansía menos de lo que tiene pero pudiendo lograrlo por sus propias manos. Lo mires por donde lo mires la vida de Luis no se torna nada fácil. Su historia es, prec...