68. VENTURA

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Matt podría ser todo un experto en asuntos como estos pero yo era una tonta inexperta a la que le aterraba cometer algún error.

—yo... no sé cómo hacerlo...

—Fácil nena; tú hablas, yo me toco, yo hablo y tú te tocas.

Si, bueno, como si eso fuera tan fácil...

—pero Matt... yo no..., yo nunca me he..., nunca yo...

—nena ¿nunca te has masturbado?

Me sonroje y baje la voz como si alguien de verdad pudiese escucharme en el vacío de mi habitación.

—No la verdad es que no. Nunca supe cómo hacerlo yo sola... —sin pensarlo comencé a morder la uña de mi pulgar — y las veces que lo has hecho tú he estado demasiado ocupada como para notar que es lo que haces...

Matt hizo un ruido parecido a un resoplido.

—diría yo que bastante febril...

—Dile como gustes. —Seguí enrojeciendo.

—pues hoy es un buen día para aprender ¿te gustaría que te enseñase? —Al sentir la renuencia por mi parte continuó explicando —no es muy difícil cariño, además, esto se trata de que tú misma sepas que es lo que más te gusta sentir en tu cuerpo. Incluso podría ser que descubras nuevos lugares que te exciten, lugares que podrías mostrarme la próxima vez que nos veamos...

—Yo... quiero hacerlo Matt, aunque tal vez después de esto me sienta demasiado avergonzada como para mirarte a los ojos...

—no tendrías porqué. Esto es de lo más natural nena. Y créeme será divertido...

Su aura malévola llegaba hasta mí a pesar de tenerlo tan lejos.

—Muy bien. —Solté todo el aire que había estado conteniendo y me enderece por completo sobre la cama —. Lo haré. Dime... ¿qué debo hacer exactamente?

—primero lo primero dulzura. ¿Estás sola en casa?

—si. Lo estoy. Lía iba a salir con Seth así que regresará muy tarde.

—bien. Entonces no tendremos que preocuparnos demasiado si sueltas uno de tus adorables grititos. —se rio a través de la línea —. Puedes ir a ponerle seguro a la puerta de tu habitación, si eso te hace sentir más segura.

Asentí y corrí a ponerle el seguro a mi puerta y después volví a sentarme en el borde de la cama.

—si de acuerdo. Ya lo hice.

Mi corazón había comenzado a palpitar muy rápidamente y el calor estaba inundando mi rostro y otras áreas bastante íntimas. Al parecer, me sentía ansiosa por comenzar.

—muy bien caperuza... —su insinuante voz me atravesaba la piel, me electrificada por dentro y enviaba escalofríos alrededor de todo mi cuerpo—ahora, escucha atentamente lo que quiero que hagas... cierra los ojos si eso te sirve para mantener una mejor concentración.

—De... de acuerdo —mis palabras se escuchaban débiles, trémulas.

—necesito que con una de tus manos toques ligeramente tu cuello hasta llegar al borde de tu blusa... dime caperuza ¿qué es lo que sientes?

Las yemas de mis dedos eran suaves al contacto con la piel sensible de mi cuello. Fueron caricias sutiles, tan sutiles que yo misma sentí ligeras cosquillas cuando recorrí mi propia piel.

—Yo... —no encontraba las palabras para describir algo tan diferente —estoy sintiendo ligeras cosquillas en mi piel...

—y... ¿te gusta?

COLOREA MI CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora