74. POLSO

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—¡Emme! —Will corrió a socorrerme y unos cuantos chicos más se acercaron a ayudarme a levantar los papeles —¿te encuentras bien? —me tomó de los hombros y me ayudó a levantarme.
 
—si... —un ligero malestar se fue formando en mi muñeca derecha, hasta transformarse en un dolor agudo —aunque creo que mi muñeca no... —acune la mano adolorida contra mi pecho y la sostuve con la mano izquierda.
 
Will me llevó hasta los últimos escalones, aquellos que habían sido mi desgracia, y me ayudó a sentarme mientras aceptaba agradecido los papeles que los otros chicos habían reunido.
 
—será mejor llevarte a la enfermería de la universidad —tomó cuidadosamente mi muñeca entre sus manos —tu mano se está hinchando y no creo que sea bueno...
 
—pero no puedo ir a la enfermería, debo terminar de entregar estos papeles... —señalé las copias que Will había dejado al lado mío.
 
Él negó con la cabeza, mirándome con reproche.
 
—tu muñeca podría estar rota —apretó un poco mi mano y yo hice un gesto de dolor —lo mejor será si vamos a que te revisen y, mientras hacen eso, yo llevo estos papeles a dónde tu me indiques. También llamaré al profesor Daniel para que le avise a tu jefe.
 
Por un instante intenté protestar pero, al verlo tan determinado a ayudarme, no me quedó más remedio que aceptar su ayuda.
 
—de acuerdo, haré lo que me recomiendas, iré a la enfermería...
 
Will sonrió tranquilizadora y me ayudó a levantarme.
 
—eso está mejor. Solo esperemos que no tengas ninguna ruptura.
 
Hice una cara de fastidio.
 
—solo espero que no.
 
Will me acompaño todo el camino hasta la enfermería de la escuela y después, tal como me prometió, corrió a entregar las copias que hacían falta y les avisó a Dan y a mi jefa sobre lo que había ocurrido.
 
Mientras que Will me hacia ese favor, yo entré con la doctora, me senté en la camilla, tal y como me lo indicó y recibí una noticia no muy buena.
 
Bueno... pudo haber sido peor.
 
Suspiré mientras escuchaba a la doctora decir de nuevo que iba a necesitar inmovilizarme el brazo.
 
—afortunadamente solo tienes un esguince de segundo grado. —la doctora era rubia, con un color platino coloreando ligeramente sus sienes y usaba unos anteojos demasiado grandes para su cara tan pequeñas y de finas facciones. —Si todo el peso de tu cuerpo cayó de repente sobre tu mano, tienes suerte de que no se haya roto.
 
—pero, si solo es un esguince ¿porque tiene que inmovilizarla? —fruncí el ceño. Después de todo, era la mano con la que escribía y hacia casi todo.
 
—porque es un esguince fuerte, el cual a la larga, si no se cuida adecuadamente, podría presentar mayores malestares. —Sonrió. —procura ser paciente, esto es por tu bien, solamente.
 
Suspiré sin remedio y asentí.
 
—Muy bien... de acuerdo. Gracias.
 
La doctora me sonrió y procedió a colocar la férula para inmovilizar mi muñeca herida. Mientras ella continuaba curándome, Daniel llegó agitado hasta la camilla en dónde me estaba golpeando mentalmente por ser tan torpe.
 
Sin siquiera saludar, se dirigió directamente a mí.
 
—Will me dijo lo que pasó. ¿Te encuentras bien?
 
—si Dan, estoy bien. Solamente me esguince la muñeca. Pero no es nada grave.
 
Él cerró los ojos aliviado y asintió lentamente.
 
—que bueno que no fue tan grave. Will sólo me dijo que habías sufrido una caída, qué le contactara con tu jefa y que viniese a verte.
 
Le sonreí tranquilizadora.
 
—estoy bien. Descuida.
 
La doctora que me había estado atendiendo en silencio se acercó a Dan para explicarle lo mismo que a mí y me recetó unas pastillas para el dolor.
 
Después de eso salimos de su consultorio y nos dirigimos al estacionamiento en silencio.
 
—te voy a llevar a tu casa, —comentó Dan de repente —pero creo que lo mejor seria que fueras conmigo a casa, así no estarías sola y tu madre podría atenderte.
 
Fruncí el ceño y negué con la cabeza.
 
—no por favor, todo menos decirle a mi madre. Lo menos que quiero en este momento es tenerla sobre mi a cada momento...
 
¡ya, lo dije! Por más malo que suene decir que tu propia madre te fastidia.
 
—pero ¿estarás bien tu sola? —nos detuvimos frente a su camioneta y me ayudó a subir.
 
Asentí demasiado efusiva.
 
—sí, lo estaré. Lía puede ayudarme y, solo necesitaré descansar para recuperarme lo más rápido que pueda. Cuando llegué a casa llamaré a mi jefa para informarle del accidente.
 
El se dirigió al asiento del conductor, después de ayudarme con el cinturón de seguridad, y encendió el motor.
 
—de acuerdo. Y por lo del trabajo no te preocupes, yo lo informaré. Es una suerte que ya casi estemos por salir de vacaciones.
 
—supongo que lo es.
 
Nos dirigimos hasta mi casa en silencio, la doctora me había dado un calmante y, al parecer, apenas estaba comenzando a hacer efecto, Daniel me ayudó a entrar una vez llegamos a la puerta de mi casa. después de encargarse de acomodarme en mi habitación me pregunto si necesitaba algo en especial, cuando negué agradecida, asintió y se despidió de mí, alegando que tenía que regresar a la universidad para informar todo lo referente a mí accidente.
 
No habían pasado más que unos minutos desde que llegué a casa qué mi teléfono comenzó a sonar revise la pantalla de este y me di cuenta que era Matt. Suspiré lentamente y decidí que le contestaría, la verdad es que en esos momentos, no se si eran por la influencia de los calmantes que había tomado pero, me sentía como una tonta por haber hecho una tormenta en un vaso de agua. después de todo, tenía que confiar en él y escuchar su versión de la historia antes de sacar conclusiones apresuradas basadas en un sentimiento tan feo como son los celos. después de todo en infinitas ocasiones Matt me había demostrado lo importante que era nuestra relación para él. Lo menos que yo podía hacer era regalarle el beneficio de la duda.
 
Deslice la pantalla de mi teléfono y conteste su llamada pero, antes de poder decir una sola palabra, la voz de Mate me interrumpió totalmente apresurada.
 
—por favor, te pido que no me cuelgues de nuevo y me permitas explicarte —lo había dicho tan rápido que apenas y le había entendido.
 
—de acuerdo —dije quedamente.
 
—¿de acuerdo?
 
—si. De acuerdo, explícame.

COLOREA MI CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora