— ¿Matt, estás ahí? ¿Puedes escucharme?
—Te escucho...— su voz sonaba rasposa y arrastraba las palabras a través del teléfono
—Matt, ¿en dónde estás?
—mmm... en casa, ¿dónde más?— soltó una risita tonta
Fruncí el ceño al tiempo en que el auto se detenía en una luz roja
— Oye..., ¿estás ebrio?— fruncí el ceño en la penumbra del coche
Soltó un suspiró largo y escuché el sonido de una botella
— no lo suficiente...Emme...
—escucha Matt, ya voy en camino a tu casa... por favor, deja de beber...
Escuché un profundo silencio al otro lado de la línea
—Es sólo una cerveza mamá...— murmuró burlón —oye... ¿sabes qué? Te tengo que dejar...mi botella se está terminando y debo ir por...— escuché una exclamación seguida de un golpe sordo
— ¿Matt? ¿Qué sucede? ¿Estás bien?— grité a través de la línea
Pero Matt no me escuchaba, sin embargo, alcancé a escucharlo maldecir. Pasados unos largos segundos volvió a ponerse en la línea.
— Emme, nena, debo colgar, acabo de derramar mi último sorbo sobre la alfombra... creo que tengo algunas latas en la nevera...— después de eso, colgó y no volvió a contestar.
Llegué hasta la cabaña de Matt casi quince minutos más tarde. Las luces estaban apagadas y no se escuchaba ruido alguno. Pagué al conductor del taxi y bajé del auto.
Por favor, que siga ahí dentro y no se le haya ocurrido salir a comprar más alcohol.
Afortunadamente noté que su coche estaba aparcado al otro lado de la cabaña. Suspiré aliviada.
Lo más seguro es que se haya quedado dormido...
Avancé hacia los escalones del pequeño porche y me detuve frente a la puerta sin saber cómo continuar. Si Matt había caído dormido a causa del alcohol, dudaba mucho que me respondiera los llamados y, yo no poseía ninguna llave extra para entrar al lugar. Levanté mi mano derecha y comencé a tocar a la puerta. Intentaba que se escuchase fuerte pero más bien, mis puños sonaban inseguros y desganados. Escuche varios movimientos al otro lado de la puerta y unas pisadas irregulares acercándose.
Un Matt cansado y con el cabello despeinado, me abrió la puerta a duras penas. Sus ojos estaban entrecerrados y rojos, y unas ligeras ojeras estaban comenzando a hacer acto de presencia. No traía puesta camiseta alguna pero al menos aun traía los pantalones puestos.
— ho-hola...— saludé sorprendida de verlo tan desgastado. Siendo que, hasta hace unas pocas horas era la persona más feliz que había visto.
Se recargó en el marco de la puerta y no hizo ademán alguno de invitarme a pasar
— ¿cómo está tu mamá? — su mirada estaba nublada, podría decirse que hasta triste.
—bien, bien...sólo fue un golpe leve...
La verdadera pregunta era ¿cómo estás tú?
Matt no dijo nada más y simplemente asintió.
—Matt... tú... ¿qué te sucede?
— ¿Qué podría sucederme?— sonrió sin humor
—no... No luces muy bien...
—No lo estoy...— finalmente se movió del marco de la puerta y avanzó hacia el interior de la casa.
Lo seguí dentro y cerré la puerta con un ligero empuje. Encendí las luces del lugar y noté que había un par de botellas de cerveza vacía sobre la mesa de la pequeña sala, además de unas cuantas latas sobre la alfombra del lugar.
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COLOREA MI CORAZÓN
RomanceElla vivía en un mundo color de rosa. Él sabía que el mundo estaba pintado con muchas tonalidades diferentes... Emmeline Hood está cansada de intentar que Matthew Denell, su hermanastro, cambie su conducta tan atrofiada. Sin saber que la única forma...