Matt se deshizo de mi vestido más rápido que nadie en la tierra; solo necesitó de unos cuantos movimientos de sus dedos mágicos, para que la ropa desapareciera. Se deshizo de su saco y de su camisa mucho más rápido de lo que se deshizo de mi vestido. Su cuerpo seguía siendo delgado y perfecto, las sinuosas líneas de los músculos de su vientre seguían firmemente marcadas y, debajo del ombligo, se asomaba un ligero camino de vello que desaparecía en la cinturilla de sus pantalones.
Desde su posición arriba de mí, me observó intensamente durante lo que pareció una eternidad. Podría asegurar que me bañaba en la plata líquida de sus preciosos ojos brillantes.
Sentir las manos de Matt sobre mi piel desnuda, era siempre un deleite. Sus dedos sabían exactamente en dónde tocar y cómo hacer que mi cuerpo ardiera como si se tratase de una olla de presión al fuego.
Sus dedos eran cálidos y el movimiento de sus labios sobre mi garganta desnuda me hacía soltar profundos suspiros de expectación.
—Extrañaba tanto el olor de tu piel... la calidez de tu cuerpo... —murmuró contra el hueco que se formaba entre mi hombro y el cuello. Deslizó una de sus manos por mi esternón hasta llegar a la parte baja de mi vientre —sobre todo, se me ocurrieron bastantes ideas muy sucias acerca de cómo disfrutar nuestro reencuentro —comenzó a acariciar la piel que colindaba con el elástico de mis bragas pero sin intentar siquiera deslizar los dedos por debajo de éstas.
Solté un grito ahogado y la piel se me puso de gallina en segundos. Sus dientes pellizcaron la delicada piel de mi clavícula y un escalofrío me recorrió el cuerpo por entero.
Sus besos comenzaron un escandaloso recorrido por cada rincón de mi sensible cuerpo mientras que sus manos seguían jugueteando con el elástico de mis bragas y se burlaban de mí cada vez que, por inercia, mis caderas se levantaban del colchón. Cuando creí que estaba a punto de tocarme en ese lugar húmedo y palpitante que exigía su atención se retiró rápidamente y avanzó de nuevo hacia arriba, deslizándose por mis costillas y abarcando con las palmas mis pechos, logrando que me estremeciera de placer de pies a cabeza. Atrape sus caderas con mis piernas y restregué mi cuerpo contra el suyo queriendo demostrarle lo mucho que había extrañado el calor de su cuerpo, sus besos y su aroma masculino.
Podría jurar que sus dedos masajeaban mis senos casi con reverencia, su boca se lanzó contra las puntas duras de mis pechos y las humedeció en cuestión de segundos. Mis manos estaban sobre su cabeza, lo empujé lo más que pude contra mí, pidiéndole en silencio que no parara con lo que estaba haciendo.
O creí que se lo pedía en silencio, sin embargo, no fue así cuando el levanto su rostro hacia el mío y me ofreció esa sonrisa increíblemente sensual mientras me decía en tono jocoso:
—Descuida dulzura, no pienso parar hasta que el sol vuelva a salir por el horizonte —me besó profundamente y, sé que, si hubiese estado parada, mis rodillas se hubiesen doblado fácilmente. Solo por un beso suyo.
Me tomó por los hombros y alejó su cuerpo del mío. Sentí el frío del ambiente y los escalofríos no hicieron sino aumentar el calor que sentía, me estaba carcomiendo por dentro.
Inesperadamente, cambió de posición y me dejo encima de él, justo sobre su vientre duro. Tomó mi rostro con ambas manos y me inclinó hasta sus labios, suaves y deliciosos, lo bese durante unos cuantos segundos, hasta que se levantó de nuevo, conmigo aun en su regazo, y me estrechó contra su pecho desnudo.
— ¡dios! Adoro tu cuerpo contra el mío. Este es mi lugar preferido en el universo.
— ¿Este hotel es tu lugar preferido?
Claro, porque ahora es un buen momento para hacer bromas...
—Boba, sabes a lo que me refiero —clavó sus dedos en mi cintura haciéndome saltar en mi lugar y haciéndome consciente de la dureza de su cuerpo debajo de mí.
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COLOREA MI CORAZÓN
RomanceElla vivía en un mundo color de rosa. Él sabía que el mundo estaba pintado con muchas tonalidades diferentes... Emmeline Hood está cansada de intentar que Matthew Denell, su hermanastro, cambie su conducta tan atrofiada. Sin saber que la única forma...