48. MESSAGGIO

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— Hija, por el amor de Dios, no creo que debamos llegar a estos extremos...

— Mamá ya habíamos hablado de esto— me encogí de hombros frustrada

Estaba dentro de mi habitación, tratando de terminar de recoger las cosas de mi escritorio y guardándolas cuidadosamente dentro de una de las cajas de cartón que traía conmigo. Mi mamá estaba recargada en el marco de la puerta y seguía todos mis movimientos con ojos tristes.

—Ya lo sé— suspiró pesadamente—pero creo que aún estás a tiempo de cambiar de opinión. Ya te dije que esta es tu casa y puedes estar aquí el tiempo que tú quieras y necesites...

—Ese es el punto mamá— me encontraba guardando mis libros favoritos—yo ya tomé la decisión de irme... quiero irme...— enfaticé irritada— además, no es como si me fuese a mudar al otro lado del país, sólo van a ser unos cuantos kilómetros...

—Pero estarás lejos de mí...— se tocó la barriga hinchada

— Estaré a treinta minutos de tu casa...— volví a suspirar hostigada

Desde el momento en el que les comuniqué a mi madre y a Dan que había tomado la decisión de mudarme, mi madre había estado como loca, siguiéndome a todos lados dentro de la casa y pidiéndome que me quedase con ella. En muchas ocasiones me había roto los nervios.

Habían pasado ya tres semanas desde que Matt y yo decidimos darle un tiempo a nuestra relación para poder concentrarnos en nuestro bienestar individual, antes de volver a estar juntos como pareja. Él no haber podido verlo, ni siquiera dentro de la universidad, desde hace casi ya tres semanas, era lo peor que podía pasarme. Lo extrañaba bastante; me dolía no poder hablar con él, no poder mirar su hermosa sonrisa, ni disfrutar de sus bromas recurrentes y pícaras, me había acostumbrado bastante a estar cerca de él, abrazarlo, tocarlo y disfrutar de sus besos, y me costaba regresar a lo que era en el principio. En el que, por culpa de sus fiestas locas llenas de alcohol, se desaparecía durante días de la casa o amanecía hasta las cinco de la tarde.

Cuando le comenté mi idea a Lía, acerca de dejar por fin la casa familiar, ella me dijo que también había comenzado a pensar en irse de su casa, para comenzar a volverse independiente. Quería buscar un lugar para ella pero que estuviese lo suficientemente cerca de su padre, es por eso que habíamos tomado la decisión de buscar un lugar juntas y, hace un par de días, logramos encontrado un buen sitio no muy lejos de aquí. Era una pequeña casa dúplex; con dos habitaciones, un baño, una sala de tamaño regular y una cocina pequeña. Todo a un precio más que razonable al mes.

Yo me había dispuesto a encontrar un trabajo que no fuese el atender la tienda de mamá. Gracias a Daniel, lo encontré como pasante de la universidad donde él trabajaba; comenzaría como secretaria en el área de trámites escolares.

Matt tenían razón esta vez; el estar todo este tiempo separados también sirvió como el detonante para comenzar a arreglar todos nuestros problemas familiares. En primer punto Dan se mostraba muy arrepentido de todo lo que había pasado con Matt debido a mi mamá. Así que ha estado intentando contactar a Matthew desde entonces, sin embargo, este último no ha respondido sus llamadas y se niega encontrarse con su padre.

Algo bueno es que Daniel ha dejado de pedirme que lo conecte con Matt, además de que también me ofreció sinceras disculpas por haber puesto sobre mis hombros la carga de ponerme de alguno de los lados. En cambio mi mamá, sigue firme en su decisión de echarle toda la culpa a Matthew sobre todo lo que ha pasado en nuestras vidas hasta ahora, y por más que Dan y yo hemos tratado de hablar con ella, se niega a aceptar su parte de la culpa.

A pesar de todo, he logrado ponerle un límite a sus comentarios mordaces acerca de Matt, Daniel también ha sabido mantenerse firme en no permitir que mamá hable mal de su hijo frente a él, y me he negado rotundamente a volver a caer en sus chantajes acerca del embarazo, sobre todo cuando nos enteramos de que la caída no había sido tan fuerte como sus llantos nos hicieron creer. Estaba completamente sana, lo suficiente como para moverse dentro de la casa y hacer tareas normales como cualquier otra embarazada. Sólo así ella tuvo que admitir que la caída había sido culpa de ella y no de Matt, admitió que, cuando ella salió a gritarle que se fuese de la entrada de su casa, piso mal la acera y fue como término resbalándose frente al auto de Matt, de hecho, gracias a que éste estaba ahí aparcado, ella logró sujetarse lo suficiente como para que su caída fuese menor.

COLOREA MI CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora