76. MUNJE

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Abrí mucho los ojos, sorprendida por las palabras que Lía dijo.
 
— ¿estas bromeando?
 
Ella negó con la cabeza y cerró los ojos como si estuviese meditando.
 
—te lo juro. Estoy cien por ciento segura de que le gustas.
 
Negué con la cabeza, incrédula. Will es un chico muy apuesto pero, yo estoy completamente enamorada de Matt. Así que, si era cierto lo que Lía dijo, me sentiría bastante incómoda con la situación.
 
— ¿Cómo puedes estar tan segura? ¿Él te dijo algo?
 
—por supuesto que no —. Sonrío divertida al notar mi cara de incredulidad —. Dudo que tenga la confianza de hablar de sus sentimientos con su vecina pero, cuando te mira, puedo notar como se le cae la baba. Incluso Seth lo notó hace rato cuando te habló tan preocupado.
 
—Tal vez solo es su forma de ser amable —dije, tratando de justificar su comportamiento —recuerda que es Inglés...
 
Mi amiga rodó los ojos. Era un hábito muy remarcado en ella.
 
—Cariño, lamento decírtelo así pero, los hombres son iguales, aquí y en china. Y el comportamiento de Will contigo solo significa una sola cosa: le gustas demasiado, tanto que...
 
Torcí la boca en un gesto de desaprobación al notar que Lía se estaba divirtiendo de lo lindo con su 'descubrimiento', al menos así evité que dejara de hablar.
 
—No es divertido Lía. Si lo que estás pensando es cierto, todo se volverá demasiado problemático.
 
— ¿porqué? —Se encogió de hombros —No es como si el chico te gustase, ¿o sí? —su mirada brilló con intensidad. Su cara muy cerca de la mía.
 
Gruñí y la empuje con la mano buena.
 
—por supuesto que no me gusta. Me refiero a que sería incómodo si yo lo trato como un simple amigo y él intentase algo más. Además, cabe aclarar que Matt le partiría la cara...
 
—Supongo que lo haría —se encogió de hombros —después de todo, se atrevió a golpear a mi adorable Seth cuando te encontró a solas con él.
 
Rodee los ojos y le extendí su teléfono a Lía.
 
—eso solo fue un accidente. Un malentendido.
 
Lía sonrió y acepto su teléfono de vuelta.
 
—Y ahora no pueden vivir el uno sin el otro —suspiró — ¡hombres!
 
Me reí de las expresiones de mi amiga y ella me observó con suspicacia.
 
—En verdad —entrecerró los ojos — ¿no te gusta ni un poquito el pobre muchacho?
 
Fruncí levemente el ceño.
 
—No. no me gusta ni un poco, no de esa forma. Pero ¿qué sucede contigo? ¿Porque me estas intentando arrojar a los brazos de otro hombre?
 
—Tranquila chica —levantó las manos a modo de defensa —juro que soy team Matt, pero Will es bastante atractivo y muy amable...
 
—entonces sal tú con él.
 
— ¿y abandonar a mi adorado Seth? —Negó efusivamente —olvídalo chica.
 
—y piensas que yo podría abandonar a mi chico ¿no? —refunfuñé
 
Sonrió culpable.
 
—bueno, todo puede pasar. Es tu primera relación y llevan muy poco saliendo...
 
Levanté las cejas, incrédula.
 
—bromeas ¿cierto? A Matt lo conozco desde que éramos unos niños, mi amor por él no surgió de la noche a la mañana, yo siempre he estado enamorada de él. Ni de broma lo cambiaría por un chico al que acabo de conocer —negué lentamente con la cabeza.
 
Lía resopló.
 
—Supongo que tienes razón —rodó los ojos — hay mujeres y hombres que nacieron sólo para amar a una persona.
 
— ¿tú no piensas lo mismo de Seth? ¿Lo cambiarías fácilmente por otro?
 
Ella se encogió de hombros.
 
—No lo sé —de repente, todo el humor fue dejado de lado —yo no puedo creer en que el amor es para siempre, no sé cuánto tiempo dure lo que Seth y yo sentimos. No sé si se termine mañana o dentro de diez años, pero la posibilidad existe, flota en el aire, como si se tratase de un mal augurio...
 
— ¿no crees que estás proyectando la situación de tus padres en tus planes de vida?
 
Su rostro volvió a cubrirse con una máscara de indiferencia y respondió con otra pregunta.
 
— ¿es esto algún tipo de ejercicio pedagógico? —levantó una ceja.
 
Negué.
 
—por supuesto que no. Sólo... pues lo pensé, y ya —. Me encogí de hombros.
 
Ella copió mi gesto y se levantó de la cama.
 
—pues bueno. —me dio la espalda y se acercó a la puerta de la habitación. —talvez mis padres tengan algo que ver con mi forma de ver el mundo pero, al final del día las decisiones las tomo yo y, por ahora, decidí tomar el riesgo con Seth—. Miró sobre su hombro hacia mí y sonrió —. Voy a dejarte descansar, si necesitas algo llámame, estaré en la sala con Seth.
 
—creo que dormiré temprano. No quisiera interrumpirlos en medio de algo...
 
Lía rodó los ojos.
 
—no seas boba. Estaremos viendo series —negó con la cabeza, divertida —no todo es sexo en nuestra relación Emme.
 
Me reí de su regaño.
 
—muy bien, muy bien. Lo lamento —. Lleve mis manos hasta el broche del cabestrillo y traté de quitármelo con cuidado.
 
— ¿necesitas ayuda? —Lía ya llevaba medio paso afuera del mi cuarto.
 
—no, descuida. El cabestrillo solo era por precaución pero la doctora me dijo que podía quitármelo. Solo la muñeca se lastimó en mi caída, así que estoy bien —. Me quité esa cosa tan estorbosa y estiré un poco el brazo mientras asentía lentamente —. Sip, no siento dolor alguno.
 
—de acuerdo. Cualquier cosa me llamas.
 
Asentí tranquilamente y me recosté en la cama cuando mi amiga salió de la habitación. Lo único que quería hacer en ese momento era dormir.
 
A la mañana siguiente me desperté debido a la punzada de dolor que sentí en la muñeca debido a que la había dejado caer mientras dormía y se había chocado contra mi mesita de noche. Hice un gesto de dolor y me golpee mentalmente por ser tan descuidada. Me levanté de la cama y revise mi teléfono. Eran las nueve de la mañana y tenía un mensaje de Matt diciéndome que tuviese un bonito día y que se estaba yendo al trabajo.
 
Sonreí mientras le enviaba una corta y melosa respuesta.
 
Mire a mi alrededor y noté que habían cerrado la puerta de mi habitación; entrecerré los ojos y levemente recordé a Lía y a Seth entrando a la habitación para despedirse hace tan solo un par de horas. Lía me había dicho que había hecho el desayuno y que me había dejado mi parte en la barra de la cocina.
 
Me levanté de la cama y traté de vestirme lo mejor que pude con una sola mano. Cuando por fin había logrado mantener mi cabello enredado en su lugar alguien toco la puerta del recibidor. Caminé fuera de la habitación y pregunté quien era mientras me acercaba a la puerta para husmear por el mirador.
 
Una titubeante voz masculina me contestó. Era Will. Lo observé desde la mirilla, lucia algo nervioso mientras retorcía el borde de su camiseta verde de cuadros y noté que llevaba consigo una caja pequeña con asas en la parte de arriba. Cuando abrí la puerta me sonrió mientras me daba los buenos días.
 
—buenos días Will. ¿No deberías de estar en clases? —fruncí levemente el ceño, confusa.
 
—eh... si pero quise pasar a dejarte esto primero —señaló la caja que traía en su mano derecha.
 
—gracias. ¿Puedo preguntar qué es? —le hice un gesto para que pasara.
 
—Es una tarta de frutos rojos —caminó dentro del apartamento y espero a que yo cerrase la puerta.
 
— ¿Una tarta?—levanté las cejas.
 
—Si —se rascó la cabeza —es mi manera de disculparme por haberte provocado semejante caída. No encontraba como mostrarte mis disculpas, y luego, recordé que la vez pasada te gustó mucho la tarta que traje así que, creí que esto sería una buena opción.
 
—vaya. Te agradezco mucho —sonreí mientras aceptaba la caja —pero ya te dije que no hay nada que disculpar, no fue tu culpa —lleve la caja hasta la barra y me gire hacia Will — ¿ya desayunaste? ¿Gustas un café?
 
Él negó efusivamente.
 
—te lo agradezco pero ya tomé mi desayuno. Solo pase a dejarte el postre, tengo que correr a la escuela —sonrió melancólico, como si se siguiese sintiendo culpable por algo —pero, si tu gustas, me gustaría acompañarte a desayunar mañana, yo traigo el postre.
 
Mi sonrisa fue genuina.
 
—por supuesto, no hay problema. Le diré a Lía y a Seth para saber si tienen tiempo mañana ¿te parece?
 
Will pareció confuso durante un fragmento de segundo pero, fácilmente, volvió a mostrar su sonrisa amable.
 
—claro. Eso... está muy bien —miró la hora en el reloj de su muñeca y se encaminó hacia la salida —bueno, nos vemos mañana —abrió la puerta y me acerque para detenerla y despedirlo — cuídate.
 
—gracias. Tú también —sonreí agradecida —hasta mañana y, muchas gracias por la tarta.
 
—nos vemos.
 
—Nos vemos —cerré la puerta y me le quede mirando durante unos segundos.
 
Me pregunto si es cierto lo que Lía dijo...
 
Fruncí el ceño y negué rápidamente.
 
—espero que no. No sería algo bueno. —murmuré para mí misma y suspire profundamente. —en fin. —me encogí de hombros y me encamine a la cocina para comenzar a desayunar.
 
Después de que desayuné recibí una llamada de mi jefa, quien me dijo que lamentaba mucho lo que había sucedido y que me podía tomar las vacaciones desde ese momento, debido a que el trabajo estaba, lentamente, disminuyendo y, por lo tanto, no había problema si no asistía la última semana. Eso me recordaba que navidad se acercaba y yo aún no le había dicho a Matt a cerca de mi accidente. Él no es idiota y, fácilmente lo notaria cuando nos viésemos en navidad.
 
Inhale profundamente y solté el aire de forma abrupta y ruidosa. Al menos esta semana que no nos veríamos guardaría silencio, no quería agobiarlo mientras no pudiese venir a verme, solo entorpecería su concentración y no quería distraerlo de su trabajo.
 
Asentí mientras planeaba internamente decírselo la próxima semana. Así ya no me sentiría tan culpable por molestarlo en su rutina laboral ni por no habérselo dicho desde un principio.
 
ERA MUY ABURRIDO ESTAR SOLA EN CASA.
 
Me distraía un rato viendo series en la computadora o tomando algún refrigerio pero era bastante molesto no poder usar ambas manos. Además de que era la mano derecha la que se había inhabilitado y justamente era la que más usaba para hacer cualquier actividad. Por ende me sentía mil veces más torpe de lo que normalmente era. Fue aún más difícil tratar de hacer la comida, gracias al cielo que Lía llego a tiempo para solucionar mi desastre culinario. Preparo unos rollitos de jamón rellenos de ensalada rusa. Comimos juntas y me platico como estuvo su día y que Seth había tenido un examen importante, por lo que se había quedado en casa estudiando, yo le comenté lo de la visita de Will y que habíamos quedado en desayunar mañana juntos. Lía de nuevo saco a colación su teoría acerca de lo que Will sentía por mí pero la desmentí diciéndole que nos había invitado a todos, sin embargo, cuando fui a dormir sin tener ni un solo mensaje nuevo por parte de Matt, me di cuenta de que, quien había sugerido desayunar en grupo mañana había sido yo no él.
 
Al día siguiente, tal y como lo prometí, tomamos el desayuno todos juntos, Seth y Will llegaron casi a la misma hora y Lía me ayudo a preparar los huevos mientras que yo me encargaba de tostar el pan, al menos para eso si podía usar una sola mano.
 
Will trajo consigo una tarta de queso verdaderamente deliciosa y Seth se había encargado de traer jugo de naranja hecho en casa. Desayunamos en un ambiente bastante divertido y Will nos contaba acerca de los mejores lugares para visitar en Londres, mientras que, por otro lado, comenzaba una ardua batalla con Seth acerca de cuál era el verdadero futbol. Gracias a la buena charla y lo bien que la pasamos, acordamos que tanto el jueves como el viernes también nos reuniríamos a desayunar. 
 
Ese día tampoco tuve noticia alguna de Matt y supuse que estaba demasiado atareado en su trabajo, solamente me envió un mensaje de buenas noches y me dijo que estaba trabajando hasta tarde.
 
El viernes por la mañana, justo cuando habíamos terminado los panqueques más deliciosos del mundo, que Seth se había encargado de preparar, recibí una llamada del, tan ocupado, Matt. Sentí como el rostro se me iluminó y mi corazón se llenó de alegría con sólo ver su nombre en la pantalla, me disculpé con los chicos y corrí a contestar a mi habitación.
 
Su voz se escuchaba ronca, como si recién se hubiese despertado. Esa voz me hacia temblar las rodillas.
 
—buenos días caperuza... —pronunció lentamente. Sus palabras sonaban amortiguadas.
 
—buenos días lobo feroz. ¿Que tal tu semana?
 
—pesada... pero valdrá la pena si con eso puedo verte en navidad...
 
—eso explica el porqué suenas como si recién te hubieses levantado.
 
—¿bromeas? Ni siquiera he salido de la cama y entro al trabajo en una hora.
 
—eso no es impedimento para ti, tu estas listo en cinco minutos.
 
—eso es cierto, si. Pero dime, ¿cómo ha estado tu semana? ¿Te has divertido sin mi?
 
—nunca podría. Mi semana ha sido... aburrida. También he tenido bastante trabajo —al menos hasta antes de rodar por las escaleras —así que no hay nada nuevo que contar.
 
—ya veo. Creo que tendré que apresurarme aun más si quiero sacarte de tu aburrida rutina.
 
—por favor apresúrate. —Suspiré. —Rayos... ya quiero que sea navidad...
 
Lo escuché bostezar a través de la línea.
 
—yo también caperuza. Me muero por apretujarte entre mis brazos y besarte bajo el muérdago. También besarte bajo las escaleras, el techo de la sala, el de la cocina... y, disfrutaremos de besarnos bajo el agua caliente de la ducha.
 
Solté una carcajada seguida de un profundo suspiro.
 
—te extraño demasiado Matt.
 
—y yo a ti cielo. Pero descuida, prometo que nos veremos pronto.
 
—eso espero.
 
Extrañaba su presencia, la calidez que me envolvía al tenerlo junto a mi, sus sonrisas burlonas, incluso la forma de respirar cerca de mi oreja cada vez que dormíamos juntos.
 
—¿Emme?
 
—¿si Matt?
 
—debo irme, me tengo que preparar para el trabajo.
 
—Está bien, buena suerte el día de hoy.
 
—gracias cielo, tu también, no te sobre esfuerces demasiado.
 
Sentí un poco de culpa por no decirle la verdad a cerca de que no podía ir a trabajar debido a mi accidente pero no era el momento de preocuparlo en vano.
 
Colgamos después de despedirnos una vez más y salí de la habitación. Al parecer Will se había ido ya a sus clases y Seth también estaba a punto de marcharse. Lía no había asistido a clases y, por otro lado  se quedó conmigo a hacerme compañía y a procurar que no rompiese nada tratando de parecer funcional. Estábamos doblando nuestra ropa limpia en la sala cuando Lía hizo un comentario al aire.
 
—deberías haber visto el rostro de Will cuando dijiste que Matt te estaba llamando —. Sonrió mientras doblaba una camiseta que parecía ser de hombre —. Se marchó muy melancólico a la escuela...
 
—ya vas a empezar con eso —puse los ojos en blanco —ya te dije que todo eso son imaginaciones tuyas. Yo no le gusto a Will.
 
—si, si... lo que tu digas. Miéntete a ti misma.
 
Le lancé una blusa a la cara a modo de juego.
 
—basta..., no me estoy mintiendo, tu ves cosas donde no las hay.
 
—ajá, yo soy la loca... —atrapó mi blusa antes de que tocase su cara y me la lanzó de vuelta.
 
Yo no fui tan ágil pero Lía no tenia buena puntería y la blusa cayó a mis pies.
 
—como sea. Ya te dije que aunque yo le gustase, eso no cambiaría nada, yo quiero a Matt y a nadie más. —me encogí de hombros.
 
—si, lo sé. Aun que Will seguramente intenta tener una oportunidad contigo. ¿No es por eso que te pidió permiso para venir a desayunar contigo?
 
—eso sólo es por que sigue sintiéndose culpable aunque ya le dije que no fue para nada su culpa.
 
Mi amiga negó rotundamente mi explicación.
 
—lo dudo, lo dudo bastante. Seguramente su plan era desayunar solo contigo desde un principio y, por la cara que pones, estoy casi segura de que fuiste tú quien sugirió desayunar en grupo.
 
Me sonrojé por lo transparente que podía ser a veces.
 
—no lo recuerdo pero, ¿eso que importa? Si lo que dices es cierto, no quiero crearle falsas expectativas permitiendo que se quede a solas conmigo...
 
—es eso o temes ser débil y dejarte engatusar por sus encantos varoniles.
 
Entre cerré los ojos.
 
—es lo que te dije. Definitivamente es lo que te dije. Yo jamás engañarla a Matt, por mas apuesto que fuese otro hombre , a mi solo me gusta ése hombre en particular.
 
—de acuerdo, de acuerdo —. levantó las manos en ademan de pasividad con dos calcetines colgando de sus dedos —. No intentes matarme con la mirada, te creo por completo amiga.
 
—más te vale —amenace divertida de su expresión.
 
Continuamos doblando la ropa y me comentó acerca de la idea que había tenido Seth de pasar la navidad en San Antonio, sin embargo, Lía declinó la oferta debido a que su padre estaría muy solo en esa fecha y ella se negaba a abandonarlo. Por otro lado  invitó a Seth a pasar la navidad con ella y su padre, a lo que él había aceptado bastante nervioso. A pesar de que ya conocía al padre de Lía, era la primera vez que se reunirían formalmente en la casa de ella. Seguramente Seth se moría de nervios, y como no, el padre de Lía era un hombre rubio, alto y fornido, las canas ya comenzaban a vislumbrarse en la barba de candado que, según Lía,  se negaba a rasurar. Era muy parecido a un fuerte vikingo, y siendo Seth tan solo un chico de preparatoria, se podía comprender la impresión que éste le podía provocar a mi joven amigo.
 
Lía y yo tuvimos una tranquila tarde de películas y chismes; nos divertimos bastante juntas, y le llamamos a nuestro adorado Cam para contarle lo de mi tropiezo y para saber como le estaba llenado estos días. Sus padres habían tomado un crucero navideño y lo habían dejado a cargo del rancho. Nos contó que  a pesar de que creyó que eso molestaría a Angie, fue todo lo contrario, ya que ella le ha estado ayudando en la administración del rancho y, aparte de todo, tiene al capataz brindándole toda su ayuda. Nos alegramos mucho de que Cam estuviese tan feliz de que sus padres le hubiesen confiado esa responsabilidad tan grande por primera vez.
 
El día pasó muy rápido entre todo nuestro ocio y, cuando fuimos a dormir, recibí una llamada de Matt para desearme buenas noches. Se escuchaba cansado y me dijo que le dolían un poco los ojos, le dije que se fuese a dormir y que no se preocupara tanto. Al principio se negó, quería seguir charlando pero, al parecer, se terminó durmiendo aún estando al teléfono conmigo, podía escuchar su respiración tranquila y sus suaves murmullos, colgué el teléfono y me fui a dormir, cuidando de no aplastar mi muñeca adolorida.
 
A la mañana siguiente, tanto Lía como yo nos despertamos tarde. Seth llegó una hora después de que habíamos tomado café y nos trajo unos panecillos rellenos de chocolate. Mis amigos planearon una salida al cine y extendieron su invitación hacia mi, sin embargo, aun tenia tareas por terminar y debía enviarle unos archivos por correo a mi jefa, ya que había olvidado regresarle su memoria. Sabia que mi mano no me ayudaría mucho para terminar rápido los trabajos, así que decidí invertirle todo un día.
 
—no se preocupen tanto por mi y vayan a divertirse —insistí al notar la renuencia de Lía.
 
—pero... ¿que vas a almorzar? —me miró con ojos preocupados.
 
—pediré comida china —me encogí de hombros mientras mostraba mi teléfono como evidencia clara de que podía sobrevivir con comida a domicilio.
 
—¿estás segura de que te puedes quedar sola Emme?
 
—si mamá, estaré bien —, sonreí inocentemente —, así que no te preocupes.
 
Lía rodó los ojos y miro hacia a Seth, con una postura totalmente mandona.
 
—¿ves lo que me gano por ser una buena madre? Y así, tu querías tener otro...
 
Seth se quedo sorprendido durante unos minutos, después sonrió y meneó la cabeza con una expresión decepcionada. Tomó a Lía por la cintura y besó su frente.
 
—lo siento cariño, prometo  que el próximo saldrá más agradecido.
 
Lía y yo nos reímos del juego de roles y, después de unos minutos más, se despidieron de mí.
 
Eran casi las tres de la tarde cuando mi orden de comida china había llegado. Había estado ocupando la barra de la cocina como mi escritorio de trabajo, así que cerré la computadora e hice a un lado los papeles importantes para que no se manchasen de salsa agridulce. Era toda una proeza tratar de tomar los palillos chinos con la mano izquierda así que me rendí y, en su lugar, opte por un tenedor. Justo estaba llevándome a la boca una de mis últimas piezas de pollo agridulce cuando unos repentinos golpes en la puerta me hicieron saltar de la sorpresa, lo que provocó que la pieza de pollo se escapara del tenedor y fuese a rodar por toda mi blusa blanca. La salsa hizo de las suyas y mancho por completo la tela.
 
Rápidamente tomé una servilleta para limpiar lo más que pudiese en tanto iba a ver quien tocaba a la puerta. Cuando pregunté quien era, a través de la puerta, fue la voz de Will la que sonó al otro lado. Le abrí y sonreí amablemente mientras lo invitaba a pasar a departamento.
 
—hola Emme
 
—Hola Will ¿que te trae por aquí? —pregunté mientras cerraba la puerta de entrada y continuaba con mi pobre labor de limpieza.
 
—pasaba por aquí y pensé en venir a ver si necesitabas algo...
 
Desvié mi atención de la escena del crimen de salsa agridulce y me fije en el rostro de Will. Lucía algo nervioso y hasta incluso podría decirse que estaba incómodo.
 
—estoy muy bien, gracias.
 
Will se acerco hasta mi y su dedo toco mi entrecejo, deshaciendo las arrugas que se formaron gracias a mi desastre de modas.
 
—no luces bien, más bien diría yo que pareces molesta.
 
Di un paso hacia atrás y señalé la mancha de mi blusa.
 
—estoy bien, —Suspiré —es solo que acabo de manchar mi blusa y necesito limpiarla antes de que no tenga remedio.
 
—ah... comprendo.
 
La verdad es que parecía que no.
 
—no es nada importante pero creo que debería remojarla uno poco —sonreí —¿puedes disculparme unos segundos en lo que me cambio?
 
—ah... sí, no hay problema, aquí espero.
 
—gracias, prometo no tardarme —me encaminé a mi habitación —puedes sentirte como en tu casa —grité al llegar a la puerta de mi cuarto.
 
Escuché un ligero gracias de su parte antes de cerrar la puerta para cambiarme más a gusto.
 
Estaba tratando de meter la mano lastimada en la manga de mi sudadera cuando alguien toco el timbre. Con la mano lastimada atorada en la maldita manga de la sudadera y ésta a medio poner, gracias a mis movimientos torpes, alcancé a abrir lo suficiente la puerta para pedirle a Will que de favor abriese la puerta. Él hizo lo que le pedí de favor y, mientras que yo, al fin, había podido resolver mi problema con la sudadera, escuché unas voces lejanas hablando entre sí. Lo primero que pensé fue que alguien estaba intentando venderle algo a Will, así que cuando todo se volvió un poco silencioso, salí de mi habitación, aun terminando de acomodarme bien la sudadera y le pregunté en voz alta a Will:
 
—¿quien llamaba a la puerta Will?
 
Lo primero que captó mi campo de visión fue a un Will bastante serio e, incluso, mucho más incómodo de cómo llegó. No entendí porque su mirada parecía ansiosa hasta que, al seguir avanzando hasta el recibidor mi campo de visión se amplió y notó lo que había puesto a mi joven amigo en posición de alerta. El chico de mis sueños estaba semi apoyado en la pared que conectaba con la barra de la cocina y la puerta de entrada; llevaba puesto unos jeans azules y desgastados, combinados con una camiseta blanca y una chaqueta de mezclilla. Su expresión no era muy favorecedora que digamos, teniendo en cuenta que no apartaba la vista de Will pero, terminó de volverse una máscara de frialdad completa cuando notó mis ligeros movimientos para poner la sudadera en su lugar.
 
—creo que es tu novio, Emme —señaló Will de forma casi irónica.
 
—ah... —no supe que más decir, yo sólo sabia que Matt por fin estaba ahí y no lucia para nada feliz de verme.
 
Gracias a mi corta expresión fue como logré que Matt desviara toda su atención de Will y se concentrara por completo en mi.
 
—¿podrías explicarme quien es este tipo y que hace en tu departamento, Emme?
 
En definitiva, Matt estaba muy enfadado.

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