86. HAENGBOG

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Matt terminó de hacernos el desayuno mientras que yo trataba de poner un orden a mi cabello. Cuando llegué a la cocina, noté ese delicioso olor a panqueques recién hechos. La verdad era que Matt era un cocinero experto, tenía un don natural para hacer de comer.

Sonrió cuando me vio asomar mi rostro lleno de satisfacción y me mandó a sentarme a la pequeña mesa que teníamos por comedor. Él se veía muy en su hábitat, preparando un buen desayuno mientras lucia tan perfectamente atractivo; con esos jeans ajustados, una camiseta negra y, sobre de esta, una camisa roja a cuadros y de manga larga.

Llevó el desayuno a la mesa y le ayude a poner los platos y a servir más café en las tazas. Él me sonrió agradecido y, una vez servido todo, se sentó a mi lado para degustar sus perfectas creaciones.

Noté que Matt se había subido las mangas de su camisa, gesto que siempre hacía, alegando que la manga larga le estorbaba bastante en sus actividades diarias, es por eso que pude admirar de nuevo la marca que Matt había plasmado en su piel hace unas semanas.

Matt se había hecho un tatuaje que abarcaba desde su muñeca hasta la mitad de su antebrazo. Me sorprendió bastante el no haberlo notado antes pero, tratando de justificarme, no habíamos tenido mucho tiempo para nosotros debido a nuestros trabajos y, la última vez que nos habíamos visto, fue la vez que tuvimos esa estúpida pelea, luego sucedió lo de mi madre y, puedo asegurar que, en ese momento, no era la persona más perceptiva del mundo. Es por eso que, apenas y lo noté el día que se quedó haciéndome compañía, después de que mi madre hubiese dado a luz.

Recuerdo haberlo cuestionado acerca de porqué no me había dicho que estaba planeando hacerse un tatuaje, él mencionó que, después de haber estado resolviendo todos sus problemas con su madre y de volver a mí, había estado sopesando la idea de plasmar en su piel algo significativo, que lo hiciese pensar en los nuevos comienzos que deseaba en su vida.

Sonreí.

En ese momento, bromee un poco, acerca de lo profundo que había sonado ese comentario en sus labios, y también recuerdo haber recibido un ligero pellizco en mi trasero gracias a eso.

Después de ese pequeño acto de su parte le dije, sonriendo, que el diseño era muy bonito y que, los trazos del tatuaje a tinta negra, lucían perfectos en su piel, aunque técnicamente, fuese lo que fuese, siempre luciría bien en Matt. El dibujo simulaba a una libélula; un pequeño círculo en el medio de su muñeca simulaba la cabeza, seguido de un rombo que apuntaba hacia su brazo y que, simulaba el cuerpo del pequeño insecto; en cada uno de los extremos laterales del rombo, surgían dos diferentes trazos, parecidos a la forma de las gotas de agua, había un par en cada extremo, figurando ser las alas de la libélula. Para terminar, cerca de donde terminaba la punta del rombo que apuntaba hacia el brazo, comenzaba una nueva línea, simple y delgada, la cual formaba el trazo de una runa celta que, según me explicó Matt, llevaba el nombre de sowellu, y que parecía tener la forma de un pequeño rayo, el cual, terminaba de complementar todo el cuerpo de la libélula.

Matt me contó que la libélula tenía un significado simbólico sobre los nuevos comienzos en la vida, cosa que él estaba intentando hacer, y que, la runa celta, también llevaba consigo el significado de un nuevo comienzo y de que todo se mostraba completo y nada faltaba. Me dijo que así se sentía teniéndome a su lado.

Está de más decir que, de nuevo, me hizo llorar de emoción.

— ¿Emme? ¿Todo bien allí dentro? —Matt estaba llamándome, sacándome así de mis ensoñaciones y devolviéndome al presente — ¿debería de preocuparme por la sonrisa extraña que estás esbozando?

Palmee su brazo juguetona y negué rápidamente.

—no tienes nada de qué preocuparte, solo estaba recordando algo.

COLOREA MI CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora