80. GALIDA

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Matt y yo nos sentamos en la cafetería, con un café y unas cuantas galletas. Era lo mejor que se podía conseguir en ese lugar. Daniel se encontró con nosotros en el lugar, nos contó que había llamado a Tom y a Charlie, y estos habían dicho que llegarían mañana a primera hora.
 
Mamá aun no despertaba así que Daniel prefirió quedarse en la sala de espera hasta que tuviese noticias favorables. Sin embargo, antes de irse, me habló acerca de lo que Matt había hecho por mi madre y no pude decir ni una sola palabra por lo sorprendida que estaba.
 
Matt había sido quien trajo a mi madre, con dolores de parto, al hospital, quien había llamado a Daniel y se había encargado de esperar en la sala hasta que él llegara por su esposa.
 
— ¿te he dicho que eres la persona más dulce y noble del mundo? —le murmuré mientras lo veía llevarse el vaso de café a los labios.
 
No me lo agradeció, ni se avergonzó, simplemente mi comentario hizo que casi escupiera el líquido obscuro y comenzara a toser como loco.
 
—No... n-no es para tanto Emme —comenzó a palmearse el pecho, tratando de recuperar el aliento.
 
Le ofrecí algunas servilletas, mientras que con otras limpiaba las gotas derramadas de café en la superficie de plástico de la mesa en la que estábamos.
 
—por supuesto que lo es Matt, sigo sin poder creer que hayas encontrado a mi madre con dolores de parto en medio de la calle y la hayas traído hasta aquí.
 
—Hubiese hecho lo mismo por cualquiera —su voz estaba un poco quebrada a causa de la bebida mal ingerida y carraspeó un poco antes de poder hablar de nuevo —técnicamente, hubiese hecho eso y más por cualquier otra persona...
 
—Pero no fue cualquiera Matt —tomé su mano libre entre las mías —, lo hiciste por mi madre, por una persona que te ha hecho desgraciado la mayor parte de tu vida y aun así la ayudaste...
 
—Emme —el apretó mis dedos entre los suyos —, me haya hecho lo que me haya hecho, es tu madre, y yo jamás permitiría que le sucediese algo que te causara dolor.
 
Se inclinó hacia mí mientras me susurraba esas palabras tan incondicionales y me sonrió cariñosamente.
 
—es por eso que creo que eres la persona más dulce y amable del mundo —la mano que no traía vendada se dirigió hacia su mejilla y toqué su incipiente barba, no se había rasurado ese día y su barbilla se sentía rasposa al tacto. Sin embargo, no era incómodo, sino mas bien, agradable. 
 
—no lo soy Emme, soy un tipo descarado y nada amable —Suspiró —. Podría haberla dejado tirada en la calle si solo hubiese sido ella pero está embarazada de mi padre —su mano cubrió la mía y la presiono aún más contra su rostro — y además, ya te lo dije, es tu madre... no lo hice por ella, lo hice por ti, porque sé cuánto la quieres, por más enfadada que estés con ella en estos momentos, ella siempre será tu madre. Eso jamás podré cambiarlo... aunque como quisiera... —murmuró entre dientes.
 
Me reí por lo bajo y, con el pulgar, acaricié su piel mientras que él trataba de besarme la palma de la mano.
 
De repente, recordé las circunstancias en las que Matt me había encontrado con Will. No quería que existiese algún malentendido así que creí conveniente aclarárselo.
 
—¿Matt?
 
—¿hmm? —había cerrado los ojos y su boca estaba completamente pegada a la palma de mi mano.
 
—con respecto a Will...
 
—¿Will? —su rostro se aparto de mi mano, mientras se enderezaba correctamente en la silla y me mostraba una expresión de total confusión.
 
—si, el chico que es mi vecino...
 
Su expresión no cambió sino hasta que escucho la palabra vecino.
 
—ah... ese mocoso...
 
Asentí con una sonrisa extraña plasmada en mi cara.
 
—si bueno... no quiero que te formes una idea de él y yo que no es, debido a lo que viste cuando llegaste por mi a la fiesta de navidad...
 
—no lo hago —negó rápidamente —aunque debo admitirlo, me hubiese encantado partirle la cara cuando llegué y lo vi intentar hacer un movimiento contigo pero, las circunstancias no me lo permitían. Y sé que tu te habrías molestado conmigo, más de lo que ya estabas... que por cierto, aun debo disculparme contigo caperuza, por haber actuado como un idiota la otra vez... —me miró con una expresión de total arrepentimiento.
 
—más bien yo debería de disculparme contigo. Debí haberte hablado de Will y de las sospechas que Lía tenia...
 
—¿Lía? —frunció el ceño.
 
Asentí distraída. Noté que el cabello de Matt estaba un poco más largo, casi cubriéndole las orejas por completo; eso, y la barba no afeitada, le daban un aspecto desaliñado que, para mi, era bastante atractivo.
 
—¿que tiene que ver Lía con Will? —volvió a preguntar Matt ante mi nula explicación.
 
—bueno... —me recliné contra la silla y lo miré con el ceño arrugado —antes de haberme lastimado la muñeca, Lía me dijo que parecía que Will tenia cierto interés en mi —dije rápidamente, como quien no quiere la cosa —. Pero yo me negué a creerle y me dije a mi misma que Lía solo estaba confundiendo los buenos modales con interés amoroso. Yo no te hablé acerca de mi vecino porque creí que no era la gran cosa.
 
—¿pero si lo era?
 
Suspiré.
 
—la verdad, creo que, en el fondo, temía que te metieras en problemas...
 
—¿creíste que lo golpearía, o algo por el estilo? —sonrió incrédulo.
 
—¿no acabas de decir que te hubiese encantado partirle la cara?
 
—y lo habría hecho si él hubiese insistido con el beso bajo el muérdago pero tú solucionaste las cosas como sólo tu sabes hacerlo: civilizadamente. Lo rechazaste y eso fue suficiente para calmar mis nervios... además, ya te dije que no tenia tiempo en ese momento... —se encogió de hombros.
 
Solté una ligera carcajada.
 
—si bueno, supongo que evité una catástrofe.
 
—lo hiciste caperuza —aseguró divertido.
 
—bueno, de todas formas Matt, yo también quiero disculparme contigo porque actué de forma poco racional e intenté hacer las cosas sola y a mi manera...
 
Negó efusivamente.
 
—no tienes porque disculparte. Nada de lo que paso fue tu culpa, yo fui el que actuó de forma muy inmadura. Y no te culpo por pensar que golpearía a Will, tengo ligeros antecedentes que no me dejan en muy buena estima...
 
Suspiré, sabía a que se refería. No sólo por la vez que conoció a Seth, sino seguramente por las veces que se peleó en la escuela cuando éramos más jóvenes.
 
—ah. ¿Lo dices por tus viejas peleas callejeras?
 
Matt rodó los ojos
 
—¿sigues llamándoles así? No eran peleas callejeras...
 
—te peleaste. Con varios chicos de la escuela. En la calle —solté aire exasperada —. Son peleas callejeras...
 
—como sea... —negó efusivamente con la cabeza —cada uno de ellos se lo tenia bien merecido.
 
—¿Martin Johnson, cuando teníamos trece? —levanté una ceja, curiosa.
 
—Te levantó la falda en medio de toda la cafetería —se encogió de hombros —era un idiota bravucón y se lo merecía...
 
—¿como supiste de eso? Apenas y te aparecías por la escuela...
 
—yo estaba en la cafetería ese día pero tu no me viste. Solo fui a echar un vistazo y, cuando vi lo que el idiota hizo, lo espere afuera de la escuela y...el resto es historia...
 
—te dieron detención en la escuela y a él lo expulsaron debido a sus antecedentes en conducta...y después, sus amigos te intentaron dar una paliza para desquitarse...
 
—ese día Cam me ayudó. Tres contra uno era una pelea bastante injusta, incluso para mi...
 
Solté un bufido.
 
—el señor 'puño limpio' ha hablado...
 
Matt soltó una carcajada pero tarde se dio cuenta del lugar en el que estábamos y bajó su tono de voz, avergonzado.
 
—lo siento —susurró aun con diversión en su voz —no lo pude evitar, lo dijiste muy gracioso.
 
—no trataba de sonar divertida —le dije con reproche.
 
—lo siento, lo siento. Pero bueno, por dos peleas no puedes crucificarme...
 
Levanté las cejas, incrédula.
 
—¿estas seguro que sólo fueron dos?
 
Matt rodó los ojos.
 
—de acuerdo, de acuerdo. Supongamos que no sólo fueron esas dos, aun así todas mis peleas han tenido justificación —se encogió de hombros.
 
—no puede haber justificación para la violencia Matthew —lo reprendí.
 
Él se quedó boquiabierto.
 
—¡estás regañándome! —no fue pregunta pero aun así su voz sonaba sorprendida. —tú que has querido golpearme unas cuantas veces a lo largo de tu vida —señaló con la cara aún llena de sorpresa.
 
—pero nunca lo hice —le hice gestos enfurruñados.
 
Matt frunció el ceño.
 
—creo recordar a alguien que, inocentemente, me arrojó a la piscina de Cam.
 
—no te lastimé, —me encogí de hombros un tanto avergonzada —sólo te mojaste un poco...
 
Matt se recostó hacia atrás en la silla y me observó con una sonrisa triunfante.
 
—díselo a mi pobre celular. Ese día casi muere...
 
Me mordí el labio inferior y arrugue el entrecejo.
 
—de acuerdo, lo siento. No volveré a reñirte... —Suspiré derrotada y el soltó una ligera carcajada.
 
—puedes reñirme las veces que quieras caperuza, —se inclinó nuevamente hacia mi —tu cara de mandona me encanta —sonrió malicioso. Con esa sonrisa pícara que tanto me gustaba ver.
 
Rodee los ojos y me sonrojé ligeramente. Estaba a punto de contestar algo cuando mi teléfono sonó. Era Lía quien llamaba, lo que me hizo recordar que no le había avisado nada acerca de lo de mamá.
 
—hola Lía...
 
—¿¡dónde rayos estás!? —casi gritó en la bocina —llevo horas buscándote y nadie te ha visto.
 
Espere a que terminara de gritar y comencé a explicarle.
 
—escucha, mi mamá se adelantó con el parto y Matt y yo vinimos al hospital...
 
—¿Matt está contigo?
 
—eh... si, lo está.
 
—así que al final si se decidió a aparecer ¿eh? —no me dio tiempo para contestar y continuó parloteando —y bueno, ¿cómo se encuentra tu mamá? ¿Está todo bien con el bebé?
 
—bueno, ambos se encuentran estables pero la bebé tendrá que quedarse en una incubadora hasta que esté mucho más fuerte, se quedará los meses faltantes a su gestación, y mamá... bueno, no estoy muy segura de cuanto tiempo estará ella aquí. Ahora mismo está dormida, descansando.
 
Pude escuchar como mi rubia amiga suspiraba llena de alivio para, de repente, soltar un chillido que me hizo despegar el móvil de mi oreja..
 
—Espera, ¿dijiste: la bebé? ¿Eso quiere decir lo que creo que quiere decir? ¡oh! Ella está bien, su mamá ya tuvo a la bebé —le dijo a alguien al otro lado de la línea, y por el murmullo masculino, seguramente se trataba de Seth. Lía confirmó mis sospechas—me alegro mucho Emme, y ¿como están las cosas con Matt?
 
—bien —miré hacia Matt, quien levantó las cejas bastante curioso mientras tomaba otro sorbo de su café.
 
Me negué a contestarle a sus ojos interrogantes y continué escuchando a Lía.
 
—¡que bien! Me alegro por ustedes. Me siento mal por Will pero yo siempre he estado del lado del MattEm.
 
—¿Del ma- ma, qué? —fruncí el ceño.
 
—Del MattEm, Matt y Emme. MattEm —lo enfatizó, como si necesitase que me lo aclarara más.
 
Hice una mueca de desagrado y Matt se mostró aún más interesado en la conversación que estaba sosteniendo.
 
—eso suena fatal...
 
—es sólo provisional, intenta unir dos nombres como los suyos y que suenen bien... aun sigo trabajando en el resultado final...
 
Suspiré sonoramente.
 
—me alegro porque, eso que creaste sonó de lo más...
 
—horrible, ya sé. No lo digas. Continuaré trabajando. Bien, Seth y yo vamos saliendo del bar, ¿quieres que vayamos por ustedes?
 
—no creo que sea necesario, Matt trae su coche y yo quiero quedarme un rato más, para saber como sigue mi mamá.
 
—muy bien, Seth y yo iremos a su casa pero, cualquier cosa, estaremos al pendiente de nuestros teléfonos ¿de acuerdo?
 
—está bien, gracias Lía pero descuida, todo está en calma aquí.
 
—me alegro. Entonces cuídate y mañana pasaré al hospital en la tarde, por cualquier cosa que necesiten, y para que puedas contarme perfectamente y con lujo de detalles pasó. Lo que pasó. ¿de acuerdo?
 
—si, de acuerdo. Y gracias Lía —sonreí —eres la mejor — escuché sus carcajadas antes de colgar el teléfono.
 
Matt seguía con esa mirada expectante y curiosa y levanté una ceja fingiendo inocencia.
 
—¿y bien? —preguntó mientras atacaba el paquete de galletas de chocolate.
 
—¿bien, qué? —tomé una galleta y fingí gran interés en contar cuantas chispas tenía.
 
—¿que fue eso del ma...? —arrastró la palabra final de su pregunta, esperando una respuesta inmediata.
 
—oh, nada. Ya sabes como es Lía, se la pasa diciendo tonterías... —agite mi mano con todo y galleta, para restarle importancia al asunto.
 
—eso lo sé —rodó los ojos —Lía es una tonta pero esa charla que tuvieron fue bastante extraña... —entrecerró los ojos, no estaba dispuesto a olvidar el asunto.
 
Miré hacia arriba, preguntándome por qué tenia un novio tan aferrado, si no se lo decía ahora, estaría insistiendo hasta hartarme.
 
—bien, te lo diré. Lía nos puso un nombre pero suena de lo más ridículo.
 
—¿un nombre?
 
—sip —asentí —unió nuestros nombres para formar uno sólo...
 
—oh ya... ¿como con los personajes de anime y esas cosas que nos gustan tanto?
 
—algo así —hice una mueca de dolor —pero lo único que se le ocurrió para unir nuestros nombres fue: MattEm
 
—ugh... —la cara de asco que puso me lo dijo todo —suena horrendo, además, puso mi nombre primero —frunció el ceño —, ¿que le hace pensar que yo soy el dominante de esta relación?
 
—¿no lo eres? —mi incredulidad era genuina, sobre todo por las imágenes que llegaron a mi cabeza al mencionar la palabra dominante, provocando en el proceso que mi rostro comenzara a sonrojarse.
 
—¡por supuesto que no! —Exclamó y fingió parecer bastante ofendido pero yo sabia que esa media sonrisa se debía a que había notado mi cara colorada —nena, esto debe quedarte muy claro —se acercó mucho más a mi y susurró —puede que en ciertas circunstancias yo sea quien tome la batuta pero, quien realmente tiene las riendas de esta relación eres tú y solo tu.
 
Levanté las cejas entre sorprendida e indignada.
 
—debiste haberlo mencionado antes, de haberlo sabido, te hubiese obligado a volver a mi al minuto en el que saliste de mi casa —me cruce de brazos y le enseñé la lengua.
 
—lo dudo —puso su dedo índice frente a mi y presionó mi frente ligeramente para empujarme hacia atrás —estabas tan molesta que, seguramente, solo me hubieses llamado para mandarme al diablo de nuevo.
 
Hice un mohín y chasquee la lengua.
 
—bueno, talvez lo hubiera hecho, si —acepté con fingido desinterés y coloqué mi mano vendada sobre la mesa.
 
Matt volvió a reírse y meneó la cabeza.
 
—¿lo ves? —me tomó de las manos, con cuidado de no lastimar la que estaba vendada —me tienes en tus manos nena —besó el dorso de ambas manos y, mientras tanto, su mirada se alzó hacia la mía.
 
Y allí estaba, la plata líquida reluciendo en esos traviesos ojos que, fácilmente, se convertían en los de un depredador.
 
Estaba tan ensimismada en su mirada que no me di cuenta de que algo vibraba sobre la mesa.
 
—¿Emme?
 
—¿si? —los mechones de su cabello intentaban cubrirle las cejas y, ahora que lo miraba bien, tenia leves ojeras decorando su encantador rostro.
 
—teléfono...
 
—ajá... —suspiré cuando su sonrisa torcida apareció.
 
Matt levantó las cejas. Algo le parecía verdaderamente divertido.
 
—tú teléfono está sonando...
 
—¡oh! —me espabilé y me separé de su tacto para responder la llamada. Era Daniel.
 
—¿que sucede Dan? ¿Todo está bien con mamá y la bebé? —me apresuré a preguntar. Los nervios y las ganas de vomitar volvieron a formarse lentamente.
 
—Si, hola Emme, todo está bien —eso logró calmar un poco mis nervios y suspirar de alivio, sin embargo, el tono de voz de Dan me dejaba una pequeña chispa de duda en mi interior —. Escucha, estoy en la habitación de Abby y ella ya despertó.
 
—¡que bien! —sonreí mucho más tranquila y me levanté de mi sitio, lista para correr a su habitación y verla —Y ¿como se encuentra? ¿Necesita algo?
 
Enseguida, Matt se levantó de su silla, tomó los vasos semi vacíos y recogió la envoltura de las galletas, listo para seguirme hasta la sala de espera.
 
—No, no. Todo esta bien... —afirmó Dan a pesar de que su tono dubitativo me creaba malas expectativas —bueno...
 
—Bueno ¿qué, Daniel? Eso no suena muy bien —ya me estaba encaminando hacia la salida de la cafetería con Matt pasándome los talones y es por eso que chocó conmigo cuando me detuve abruptamente a medio camino.
 
—Si... ¡no! No es nada malo. Es solo que... tu madre... bueno, ella me dijo que quiere ver a Matt.
 
Fruncí el ceño y miré a mi novio, quién plasmaba perfectamente el rostro de una persona preocupada.

COLOREA MI CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora