71.DUBBIO

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Por fin era viernes. Matt me había preocupado un poco con su corta respuesta sin embargo ese mismo día me llamo por la noche y me contó que debido al exceso del trabajo se había quedado profundamente dormido y lo único que pudo hacer fue enviarme ese pequeño mensaje además me dijo qué Seth lo había llamado, comentándole sus intenciones para quedarse con nosotros esa noche. Es por eso que se había quedado bastante tranquilo y no se había preocupado demasiado.
 
Estaba en la parada de autobús; mi respiración era bastante agitada debido a que salí corriendo de mi casa para poder alcanzar el bus de las ocho. Si esperaba al de las ocho y diez, llegaría irremediablemente tarde al trabajo. Me agradaba poder trabajar en las mañanas en la universidad donde daba clases Dan y estudiar por las tardes las clases que me faltaban. Pronto llegarían las vacaciones y con esto, la navidad.
 
Me incliné hacia abajo para poder obtener una buena bocanada de aire y toqué la tela de mezclilla que cubría mis rodillas. Miré mis zapatos por un segundo mientras fruncía el ceño molesta.
 
—en buena hora se te ocurrió ponerte botines con tacón... —me reprendí a mi misma en voz alta.
 
Recuperé un poco más el aliento y me enderece en mi poca estatura, a pesar de haber sudado un poco por la carrera el frío del Invierno me caló enseguida e hizo que me arrebuja hará mucho más en mi abrigo color chocolate. Miré hacia la carretera, esperanzada de que el autobús apareciese por el horizonte antes de que el reloj corriera más. En su lugar una motocicleta se detuvo justo frente a mi.
 
Un chico vestido con pantalones de mezclilla negros y desgastados y una chaqueta de cuero a juego que gritaba por todo lo alto la palabra motociclista, me saludó con una mano enguantada y asintió hacia mi con el casco puesto y la careta hacia abajo. Lo miré sorprendida y fruncí el ceño. Yo no conocía a nadie que tuviese una motocicleta.
 
El chico se dio cuenta de que no lo reconocía y, solo entonces, se dio cuenta de que aun traía puesto el casco.
 
—¡oh! Lo siento —habló a través del casco a medio quitar, con un acento totalmente inglés.
 
Cuando se deshizo del casco me di cuenta de que era Will. Sonrió abiertamente, eso y el cabello despeinado lo hacían parecer un modelo de revista.
 
—Hola vecina —, saludó de nuevo —¿como te va?
 
Respondí a su sonrisa con otra.
 
—Bien. Esperando el autobús ¿Y tu, que tal?
 
—Bastante bien hasta ahora. — levantó una ceja —. ¿ya vas tarde al trabajo? — dejó el casco recargado en el tablero de la moto.
 
—Un poco. Si —. Retorcía entre mis manos la correa del pequeño bolso que llevaba conmigo —. Y justo ahora creí que era una buena idea usar tacones — señale irónicamente mis pies.
 
—Que mal... —hizo una mueca dolorosa y volvió a sonreír —¿no quieres que te lleve?
 
Levanté las cejas y señalé la motocicleta con un asentimiento de la cabeza.
 
— ¿prometes que no muerde?
 
Soltó una pequeña carcajada y negó con la cabeza.
 
— prometo que no muerde. Vamos — me hizo señas para que me acercara mientras miraba detrás de él a la parrilla de la moto. Noté que tenía un casco extra atado detrás de él.
 
Camino a unos cuantos pasos hacia él y me entregó el casco le agradecí y comencé a ponérmelo. Muy difícilmente me había podido subir antes a una motocicleta, así que no sabía exactamente cómo abrochar el casco. Intenté hacerlo por mi cuenta pero no funcionó, él miro mis intentos y pacientemente me ayudó a colocarlo de forma correcta, volví a agradecerle por su ayuda en cuanto él terminaba de colocarse el suyo, y me trepe con mucha dificultad detrás de él. Mi estatura no me ayudaba en nada pero cuando logré colocarme correctamente en el asiento de la motocicleta y puse mis manos suavemente sobre sus hombros él negó con la cabeza.
 
— Lo siento vecina, pero tienes que agarrarte fuertemente si no te caerás al momento de arrancar — tomo mis manos y las colocó alrededor de su cintura — iremos un poco rápido así que tendrás que sujetarte muy bien.
 
—oh, de acuerdo —hice lo que él me pidió y justamente en ese momento escuché el motor de su carroza de dos ruedas.
 
De repente sentí el viento frío en una piel expuesta de mi rostro y de mi cuello. La moto iba a una velocidad pertinente, pero aún así era lo suficientemente rápido como para dejarme mareada por un instante. Lo más seguro es que se debiese a que jamás me había subido en una motocicleta; estaba un poco asustada y a la vez me sentía bastante emocionada como si una corriente eléctrica recorriera todo mi cuerpo, fue una gran descarga de Adrenalina.
 
Llegamos en un tiempo récord a la universidad y cuando me bajé torpemente de la motocicleta, mi cuerpo se tambaleó hacia atrás unos cuantos pasos. Él notó mis movimientos torpes y sonrió abiertamente.
 
—¿que te pareció? ¿ fue divertido? —mis intentos por quitarme el casco lo impulsaron a ayudarme.
 
Cuando logramos deshacernos del casco sacudí mi cabeza en forma afirmativa.
 
—bastante... estimulante. En definitiva —. Sonreí emocionada —. Nunca había subido a una moto antes y fue muy interesante —traté de peinar mi cabello suelto con los dedos —en verdad te agradezco mucho el aventón. Me salvaste la vida.
 
Se encogió de hombros como si no fuese la gran cosa.
 
—no fue nada. Es lo que los vecinos hacen ¿no? Se ayudan entre ellos —comenzó a bajar de la motocicleta estacionada y sostuvo ambos cascos metiendo la mano por las caretas abiertas —aunque creo que, si no te apresuras, llegaras unos minutos tarde —me mostró la hora en el reloj de su muñeca.
 
Tenia razón llevaba el tiempo contado.
 
—es cierto. —me apresure a decir mientras comenzaba a alejarme —. Nos vemos luego —me despedí —y gracias de nuevo por el aventón —le grité mientras echaba a correr hacia las oficinas escolares.
 
Más tarde, mientras terminaba de redactar algunos documentos que me había solicitado uno de los decanos mi teléfono vibró en el bolsillo de mi abrigo. Era un mensaje de Matt, que me decía que este fin de semana también estaría bastante ocupado y que no podríamos vernos de nuevo.
 
Sonreí triste. El trabajo y la distancia nos estaba quitando bastante tiempo valioso de nuestra relación pero confiaba en que podríamos solucionarlo y que, con el paso del tiempo, nuestras responsabilidades se irían acomodando rápidamente.
 
Así que, cuando llegué a casa, no había mucho que hacer. Matt no había contestado mi último mensaje sino hasta más tarde, y solo fue para disculparse por no haber podido llamarme. Le dije que lo comprendía y que no se preocupara tanto, que aprovecharía para terminar algunos trabajos escolares.
 
Por supuesto, ese fin de semana fue de lo más tranquilo y normal, hasta la mañana del domingo, cuando estaba paseando con Lía en el supermercado y nos encontramos a mi madre.
 
Lía la saludo cortés pero algo incómoda y yo ni siquiera la miré, hasta que me llamó.
 
—¿no vas a saludar a tu madre, Emmeline? —preguntó con sorna.
 
—Hola mamá —torcí la boca en una mueca de disgusto y apreté con ambas manos el carrito de compras.
 
Lía notó la tensión en el ambiente y me arrebato el carrito.
 
—me adelantare a pagar ¿te parece bien Emme?
 
Me lastimó que intentara abandonarme pero entendía que esto no era su culpa. Asentí.
 
—si. Gracias Lía —. Mi tono de voz pareció bastante rencoroso.
 
Mi amiga sonrió a modo de disculpa y se despidió de mi mamá de forma corta mientras emprendía la huida.
 
—así que... —dije como quien no quiere la cosa— ¿como va el embarazo?
 
—bien —. Se cruzó de brazos. Aun con su pulcro traje de premamá parecía una mujer dispuesta a contraatacar a sus enemigos.
 
Al parecer ahora yo me encontraba dentro de esa lista.
 
—¿como va tu relación con Matthew? —su pregunta me sorprendió y me tomo con la guardia baja.
 
—bien. No lo he visto porque tiene mucho trabajo.
 
Yo y mi bocota.
 
Ella soltó una risa de suficiencia.
 
—así que ¿trabajo, eh?
 
Rápidamente me puse a la defensiva y fruncí el ceño.
 
—¿que tratas de decir madre?
 
—Nada. Es sólo que, los chicos como ellos, jugadores naturales, saben muy bien los pretextos que pueden usar para engañar a una mujer —. Fingió indiferencia y yo fingí no comprenderla.
 
—habla claro mamá, ¿que intentas decir? —crucé mis brazos molesta.
 
—pues que seguramente esta viéndose con otras mujeres, querida hija. Es por eso que ya no tiene tiempo para ti —se encogió de hombros —. ¿Acaso olvidas lo que Daniel le hizo a la madre de Matthew? De tal palo... tal astilla.
 
Eso me irritó bastante.
 
—¿como olvidarlo? ¿Acaso no fuiste tu la amante?
 
—eso no es relevante —fue su turno de fruncir el ceño.
 
—como sea. —lo deje pasar— Matt nunca será así...
 
—¿estás bastante segura de eso? Uno no olvida lo aprendido en casa. Es más, lo repite...
 
Mis pies aprendieron a caminar de nuevo y comencé a dejar atrás a mi madre embarazada, aunque no por mucho, a pesar de cargar con peso extra, fácilmente me dio alcance.
 
—aun no termino de hablar contigo, Emmeline.
 
—pues yo si mamá —a pesar de decir eso me detuve en mi camino a la salida de ese lugar que parecía haberse convertido en un infierno. Las palabras de mi madre me habían irritado y, supuse que ese había sido su propósito —¿como puedes hablar así de tu propio marido? Diciendo que es un hombre infiel ¿no te da miedo que te haga lo mismo?
 
Ella me miró impasible.
 
—es sólo un ejemplo. Pero yo confío en Dan y se que a mi si me ama. ¿Tu puedes decir lo mismo de tu novio?
 
Entrecerré los ojos. Mi boca una firme línea recta.
 
—por supuesto que si. Matt me quiere.
 
—¿segura? —levantó una ceja incrédula — escucha hija, esto lo digo por tu bien pero, ese chico siempre ha sido un canalla y terminará hiriéndote.
 
Negué con la cabeza.
 
—el no lo hará. Por más que tu quisiese que terminara siendo así —. Me negué a seguir escuchándola y continué con mi camino.
 
Ella no hizo acto de querer seguirme y yo no volví la vista hacia atrás ni una sola vez. Mi fin de semana tranquilo había sido arruinado.

COLOREA MI CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora