2. FIESTA.

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Cameron Hart; un chico alto, de cabello rizado y moreno, tez blanca y ojos azules, que siempre estaban escondidos detrás de unas gafas grandes y a la moda, y Amalia Mendoza; una guapa rubia de cabello largo y ojos color caramelo que siempre tiende a usar tacones de más de cinco centímetros- cosa que le daba la estatura con la que no fuimos bendecidas ninguna de las dos-, son dos de mis mejores amigos, a Cameron lo conozco desde el preescolar, era un chico callado, amable y muy inteligente, sus papás eran dueños de un rancho en las afueras de San Marcos, el condado en el que vivimos y, a pesar de tener dinero suficiente, siempre eran amables y sencillos con los demás. A Lía la conocí cuando cambié de preparatoria; ella y su padre se habían mudado a Texas justo después de haberse divorciado de la madre de Lía, quien había emigrado a california por asuntos laborales, Lía era una chica explosiva y divertida que caía bien a todo el mundo, éramos polos totalmente opuestos y extrañamente eso nos hacía complementarnos, además de que solía meterse en pleitos con mujeres a causa de novios infieles, así ella comenzaba las peleas y yo trataba de intermediar en éstas para que nadie saliese herido, los golpes de Lía eran poderosos.

Cam conoció a Lía un día en el que quedamos para estudiar trigonometría en su casa, debido a que Cam era un genio para las matemáticas, me ayudaba a estudiar, aunque fuéramos a preparatorias distintas, él asistía a la misma que Matt, y yo le devolvía el favor ayudándolo con español. Como Lía también solía ser un asco en matemáticas y español, aprovechaba las clases gratis. Ellos se volvieron muy amigos debido a que Cam y ella disfrutaban las fiestas estridentes y la cerveza, dos cosas de las que yo no era muy fanática.

Así es como, cuando cumplimos dieciocho, Lía comenzó a invitar a Cam a fiestas de bar en las que, desgraciadamente, a veces estaba invitado Matt, y a las que trataban de arrastrarme en ocasiones, a pesar de que es de conocimiento público la tensión que hay entre nosotros. Por desgracia no había forma de evitar contacto con Matt debido a que siempre estábamos en el mismo círculo de amigos y también porque el lugar favorito de Lía para bailar y festejar era el bar-restaurante donde trabajaba Matt. Justamente era ese lugar en donde me tenía que tragar mis caprichosos celos cada vez que veía a Matthew Denell poner en práctica sus artes de seducción con las clientas ocasionales. A Lía y a Cam les parecía divertidísimo cuando lo retaban a ligarse a alguna de las clientas jóvenes del bar, y secretamente disfrutaban de mis rabietas cuando lo veía alejarse con alguna de ellas. Lía siempre me insistía en que solucionara mis problemas con Matt de una manera que, según ella, los dos disfrutásemos; Cam y Lía me aseguraban que el problema era que existía mucha tensión sexual entre nosotros y que debíamos de aliviarla.

Si, como no

-Dudo demasiado que exista eso entre nosotros- les decía cada que insistían con lo mismo

Al menos por su parte no la había, pensé

-Oh nena,- exclamaba Lía - claro que la hay, es obvio que siempre está buscando tener un contacto contigo, aunque eso signifique tener que molestarte, y tu disfrutas su cercanía, además, siempre veo al monstruo de los celos asomarse en tus ojos cada que él se marcha con alguna otra mujer.

-Yo no- fruncía el ceño molesta con mi cero habilidad para mentirles a mis amigos- ok si, tal vez si haya un poco de verdad en eso, pero estoy segura de que Matt me detesta, al menos la mayor parte del día.

Ellos bufaban, soltaban maldiciones y dejaban el tema por la paz, al menos por un tiempo.

Cam solía hacer fiestas a lo grande un fin de semana antes de su cumpleaños, en el rancho de sus padres, y Lía disfrutaba del alcohol gratis y de los amigos de Cam, ella decía que solo se vivía una vez y que tenía que besar a varios sapos antes de encontrar al príncipe, yo, por el contrario, solo me hubiera gustado disfrutar de la vida con un único chico

COLOREA MI CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora