69. BLACK OUT

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— ¿Mudarme? ¿Justo ahora? —mis brazos y mis piernas dejaron de moverse por los siguientes segundos.

—No. No hablo de que lo hagas en estos momentos, es sólo que... esa idea me ha estado rondando por la cabeza en estos días.

—yo... no lo sé Matt. ¿No crees que es muy pronto para eso?

—Ya antes hemos vivido juntos, así que pensé que no sopesaría gran problema.

—no digo que sea un problema. Además, en cierto modo esto ya sería diferente. Hablas de empezar una vida juntos, solo nosotros dos —me levanté de la cama y comencé a caminar en círculos dentro de mi pequeña habitación.

Acabó de salir de la casa de mi madre... apenas estoy aprendiendo a ser completamente independiente pero, si le digo esto a Matt, ¿se enfadara conmigo?

—Y comprendo el reto que eso implicaría —Matt sonaba bastante intranquilo —o acaso ¿tú no quieres que vivamos juntos? Te lo estoy sugiriendo como una planeación a futuro, no voló algo que debas decidir ya mismo. Sólo que me gustaría que lo pienses como una posibilidad.

Solté el aire contenido.

El habla a futuro

—Lo hago —conteste rápidamente mientras recuperaba la movilidad de mis extremidades y tomaba el teléfono de la cama —definitivamente lo pienso Matt. Es sólo que... me sorprendiste. Yo creo que te malinterprete al principio.

—seguramente creías que te estaba pidiendo que te mudaras mañana mismo ¿no?

—bueno yo...

Podía oír su risa burlona.

—caperucita acaba de salir de la boca del lobo. No planeo adentrarla a otra tan rápidamente. —sus referencias eran excelentes —. Sé que tienes muchos planes en tu nueva etapa como mujer independiente. Solo te pido aparecer en los que tienes a futuro.

—claro que apareces. Estas entre la obtención de mi título, un trabajo sustentable y mi viaje a Inglaterra.

— ¿ah sí?

—por supuesto. Serás quien me ayude en mis investigaciones de tesis, me financie económicamente cuando busque empleo y me cargue las maletas en el aeropuerto —sonreí con la bocina del móvil casi pegada a mi boca — ¡ah! Y casi lo olvidaba, por si fuera poco, también serás quien me mantenga entretenida durante las frías noches de Londres.

—oh... así que volvemos a la conclusión de que yo soy tan solo un juguete sexual para ti...

—Eres más que eso cielo —volví a sentarme en la orilla del colchón.

—también soy tu almacenamiento de información, tu cartera y tu montacargas.

— ¡exacto! —Fue mi turno para reír burlona —eres bastante perspicaces.

—Pues bueno, tus deseos son órdenes... —suspiró derrotado.

—Pues bueno —, arremede su tono —hablando ya en serio, hay momentos en los que también he pensado en nosotros a futuro y por supuesto que nos imaginó viviendo juntos. Felices y contentos.

—muy contentos lo dudo nena, seguramente vivirás riñéndome por dejar las cosas tiradas por todos lados y por mi obvia falta del decoro.

— ¡vaya! Al menos conoces la palabra decoro.

—la conozco. No la practico.

—estoy absolutamente de acuerdo con eso.

Ambos reímos por un buen rato, hasta que oí un nuevo bostezo por parte de Matt.

— ¿Matt?

— ¿Si caperuza?

—será mejor que vayas y te tomes esa siesta. Seguro que estas cayéndote de sueño. Duerme un poco y cena bien.

—no estoy tan cansado y me moría de ganas por hablar contigo...

—yo también pero podemos hablar después. Ya te dije que es necesario que te cuides un poco, ¿está bien?

—de acuerdo caperuza. —Escuché un nuevo bostezo y ruidos, que parecían significar que Matt se estaba metiendo a su cama —. Ya te dije que tus deseos son órdenes.

—descansa Matt. Dulces sueños.

—Serán dulces si sueño contigo. Te quiero Emme.

—y yo a ti.

Con esas últimas palabras colgamos el teléfono al unísono. Me quedé sentada un rato más en la cama y después me levanté como un resorte. Había olvidado que hoy me tocaba a mí hacer de cenar.

La vida con lía era bastante sencilla y, sorprendentemente pacifica; teníamos algunas reglas de convivencia, bastante sencillas y nos repartíamos las tareas del hogar equitativamente. Aún llegaba bastante ebria por las noches pero, esta vez tenia a Seth a su lado. Supongo que, de alguna manera, ellos lucían igual de tórtolos que Matt y yo. Sin embargo, su unión era mucho más explosiva, más intensa y, por lo mismo, también era más caótica. A pesar de todo eso, sabían complementarse bastante bien, tenían sus discusiones, claro, pero nunca nada tan grave.

Justo hoy, me tocaba a mi hacer la cena, aunque probablemente se convertiría en desayuno, puesto que Lía saldría de paseo con Seth.

Seguramente tardaran horas en llegar a casa.

—Seguramente se escabullirán por un lugar obscuro para coger como conejos —murmure mientras salía de mi habitación y me dirigía al lavabo del baño.

La que hablaba era mi envidia. Lía tenía bastante cerca a Seth y podía verse con él en cualquier momento, a diferencia mía, que debía de aguardar hasta el fin de semana para poder ver a Matt, aunque fuese por unas horas.

Mientras seguía refunfuñando por mi mala suerte, revisé el refrigerador y noté que ya casi era hora de abastecer nuestra despensa. Me decidí por hacer unas tortitas rellenas de jamón y queso, acompañadas con verduras a la mantequilla.

Me puse manos a la obra mientras colocaba música aleatoria en mi teléfono y bailaba al ritmo de la música pop. Después de un rato, cuando terminé de cocinar, fui a darme una ducha rápida antes de poder degustar mi obra maestra; me serví en un plato un puñado de verduras, una tortita y me lo llevé todo a la sala. Estaba comenzando a hacer frío así que me preparé una enorme taza de café caliente que dejé sobre la mesita de la sala mientras corría a mi habitación por la laptop.

Era momento de descansar un rato mientras veía alguna buena película en Netflix. Me decidí por una película clásica de comedia romántica, deje la laptop sobre la mesa, tomé mi plato de comida y me arrebuje en el sofá.

Estaba por finalizar la película cuando un apagón dio al traste con mi noche de relajación. Me levanté del sofá lentamente y dejé mi plato vacío sobre la mesita de centro. Mi laptop se estaba comenzando a quedar sin batería así que decidí apagarla y, de paso, cuidar la batería de mi teléfono, lo coloqué con un ahorro de energía medio y le envié un mensaje a Lía advirtiéndole del apagón. Busqué dentro de uno de los cajones de la cocina las velas que había comprado para este tipo de emergencias y encendí un par en la sala.

Después de un par de horas sin señales de que la luz volviese, comencé a preocuparme por estar sola en medio de la oscuridad pero, un golpeteo en la puerta me sorprendió momentáneamente y me sacó de mis pensamientos paranoicos.

COLOREA MI CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora