85. VÍSPERA

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Cuando Matt y yo nos conocimos, éramos apenas unos niños pero, al instante, nos hicimos los mejores amigos del mundo. Cuando mi madre y Daniel nos presentaron, él era un chico callado, relajado y amable, aunque siempre notaba una ligera tensión en su postura cada que su mamá estaba cerca. Su madre era una mujer guapa pero muy seria, siempre veía con mala cara a mi hermano Tom y no dejaba a Daniel a solas con mi madre ni un segundo.

Y ahora entiendo por completo el comportamiento de esa mujer.

Es por eso que, no dudo que esa persona tan aterradora me odie, por el simple hecho de ser hija de quien soy y por salir con su hijo.

Por eso es que me quede de piedra cuando, en la mañana de la víspera de navidad, tocaron a la puerta de mi casa y me encontré cara a cara con la madre de Matt.

Su cabello trenzado era bastante largo, perfectamente peinado y cubierto con una boina francesa roja. Traía puesto un abrigo largo que era del mismo color que la boina y botas negras que le llegaban por debajo de la rodilla. Seguro que esa mujer tenía un estilo increíble y, por lo mismo, era mortalmente aterradora. Sus ojos eran de un color azul frio y me miraron con enorme superioridad.

No pude pronunciar ni una sola palabra, me quedé mirándola con la boca abierta.

— ¿y bien? —Levanto una ceja — ¿olvidaste cómo funciona lo de hablar niña?

—ah... —no encontraba mi voz por ningún lado.

—ma... ¿mamá? —Matt apareció justo detrás de mí, tan sorprendido como yo, para colmo, en calzoncillos —. Pe- pero... ¿Qué haces aquí?

—tal vez, antes de contestar alguna pregunta, tu podrías ponerte algo de ropa y tu novia podría invitarme a pasar...

De pronto, encontré de nuevo mi voz.

—oh! Disculpe, adelante, pase —me hice a un lado de la puerta para dejarle el paso libre y ella entró con paso firme, mirando todo alrededor.

Matt desaparición de escena para ponerse algo de ropa y yo me quede en un silencio incomodo con su madre.

—eh... discúlpeme, ¿gusta... una taza de café?

La madre de Matt se sentó en mi pequeño sofá y dejó unas bolsas de compras sobre el suelo. Estaba tan impresionada de verla que no había reparado en las bolsas que traía consigo.

—Te agradecería una taza de café sin azúcar de favor —me pidió con voz firme.

—Claro, en seguida se la traigo —me aparte lo más rápido que pude hacia la cocina y solté un pequeño suspiro de alivio.

Estaba sirviendo la taza de café caliente cuando la tintineante voz de Claire McKeon casi me hace derramar el líquido obscuro sobre el suelo.

—dime niña, acaso ¿te pongo nerviosa?

Trate de carraspear un poco antes de tratar de contestar lo más normal posible.

—de ninguna manera, ¿Por qué habría de ponerme nerviosa? —sonreí vacilante al entregarle la taza de café.

—gracias. Talvez porque tu madre me quito a mi esposo y, no contenta con eso, también acaba de tener un bebé. —Tomo un sorbo de café y dejo con cuidado la taza sobre la barra —. Y ahora, su hija, que desde niña se la ha pasado pegada a los pies de mi hijo, está saliendo con él. Tienes tus razones para temer niña. —sonrió de lado. Un gesto bastante parecido al de Matt.

—eh... yo... —de nuevo, la voz se me escapó.

—Mamá, por favor, deja de molestarla —Matt apareció por el pasillo totalmente vestido y saludo a su madre con un beso en la mejilla.

COLOREA MI CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora