CAPÍTULO 89

78 5 0
                                    

La última hora pasó casi volando. Estaba inquieta y emocionada por ver a Jungkook bailar por primera vez. Sabía que el chico era bastante reservado y tímido, así que no podía imaginármelo bailando, mucho menos frente a una multitud.

— ¿Tan emocionada estás?— rió el chico mientras recogía sus cosas.

— ¿Bromeas? Estoy eufórica por verte, a ti y a todos— mis mejillas se coloraron después de decir eso, así que mi voz se tornó algo temblorosa— Sé que será una actuación increíble y no dudo en que habrá un gran y arduo trabajo detrás de todo eso, así que sí, me emociona mucho poder apreciar ese esfuerzo— le comenté de camino al gimnasio, donde el club de fans solía hacer sus prácticas.

El azabache abrió ligeramente sus ojos, sorprendido de haber oído tales palabras.

— Gracias por ver eso, no todo el mundo tiene en cuenta las semanas e incluso meses de práctica y dedicación que hay detrás de cada coreografía, movimiento o gesto— sonrió tímidamente, mirándome con cierta admiración.

Quiso añadir más, pero antes de que tan sólo pudiera abrir su boca, alguna cosa se interpuso en su camino súbitamente y tropezó, cayendo al suelo al instante.

— ¿Estás bien?— exclamé, preocupada por si el chico se había hecho daño al caer.

— Sí, sí. No fue nada— se levantó con ayuda de la mano que le había extendido y sacudió su ropa.

Retrocedió un par de pasos y se puso en cuclillas, agarrando un extraño objeto del suelo.

— Qué raro, no me pareció ver esto antes de tropezar— frunció su ceño, mostrándome el bolígrafo con el que se resbaló.

— Bueno, suele pasar cuando nos tropezamos con algo— reí ligeramente, encogiéndome de hombros antes de retomar nuestro trayecto hacia el gimnasio— Lo importante es que estés bien— acaricié su espalda.

— Por supuesto, fresco como una rosa— asintió entre risitas.

— ¡Jungkook!— oímos desde la otra punta del pasillo, al principio sin saber de quién se trataba, pero a medida que el desconocido se iba acercando, pude ver que se trataba del profesor del club.

— ¡Hoseok! Sé que llego tarde, perdóname, por favor. Hubo un pequeño inconveniente y... ¡lo siento!— Jeon hizo un par de reverencias, viéndose totalmente arrepentido.

— Es culpa mía, señor, perdone— lo excusé, deteniendo las reverencias del chico, que no dejaba de disculparse con el mayor.

— Eso es lo de menos. Creí que te había ocurrido algo— acarició el cabello del azabache— Te conozco y sé que jamás te saltarías un ensayo por una tontería. Suponía que había pasado algo o que el motivo por el que no estabas se trataba de alguna cosa importante, así que, ahora que sé que estás bien y de camino a la clase, me quedo tranquilo— esbozó una enorme sonrisa.

Una sonrisa tan pura, brillante y llena de sentimiento que resultaba imposible que no se me contagiara al instante. Es más, quedé anonadada ante esa casi angelical imagen.

— Y en cuanto a usted, señorita— me señaló, cambiando su expresión— Ya dije que no hacía falta que te dirigieras a mí tan formalmente— rió.

— Perdón, aún no me acostumbro, se me hace raro tutear a algunos profesores, a pesar de que seáis bastante jóvenes— reí junto a él, escondiendo mis manos en las largas mangas de la sudadera.

— ¿Es que alguno más te lo ha pedido?— Hoseok frunció ligeramente su ceño, mostrando confusión y cierta sorpresa.

Asentí con un movimiento de cabeza mientras retomábamos el paso hacia el gimnasio.

— El señor Kim, quiero decir, Namjoon— me corregí, mirando al chico con vergüenza.

— ¿Ah, si?— interrumpió el azabache, abriendo ligeramente sus ojos.

Me encogí de hombros como gesto de indiferencia, queriendo quitarle importancia al asunto.

Poco tiempo después entramos al gimnasio, donde ya se encontraban los otros miembros del club, que en ese entonces se mantenían dispersos por el lugar, aunque la mayoría se encontraban frente al espejo, practicando.

— Vaya, esto es...— me llevé las manos a la cabeza, tapando mi boca, que se había quedado abierta ante tal imagen.

— ¿Es...?— preguntó el mismo coreógrafo y profesor del club.

— ¡Es extraordinario!— miré a Hoseok  con los ojos resplandecientes, llenos de admiración.

— ¿Tú crees?— éste sonrió, rascando su nuca algo avergonzado y halagado al mismo tiempo.

— Por supuesto que sí— no dudé en afirmar para después sentarme justo donde el joven me indicó.

— Haré que te sientas orgullosa de mí— se acercó Jungkook, hablando en voz baja— Espero que te guste, y deséame suerte— sonrió tímidamente.

— Jungkook, yo ya estoy muy orgullosa de ti y no solo precisamente de esto. Estoy orgullosa del cómo eres como persona— confesé, agarrando su mano por un instante— Y no te preocupes porque estoy más que segura de que me va a encantar. Sé que estáis poniendo todo vuestro esfuerzo; alma y corazón, a la coreografía, así que no necesitas suerte, sólo dejarte llevar y ser tú mismo, cosa que ya es realmente admirable— acaricié su mano y le dediqué una pequeña sonrisa.

Ambos nos miramos por unos segundos, sonrojados y algo avergonzados por dicha situación. Jeon estuvo a punto de responder, pero antes de que pudiera pronunciar palabra, fue interrumpido por el grito de Hoseok, que acababa de darle al play a la canción que empezó a reproducirse a través de los altavoces del gimnasio.

— Un, dos, tres— el susodicho contaba los pasos en voz alta, siguiendo el ritmo junto a sus alumnos— ¡Pa, pa, pa!— exclamó acorde con los movimientos de sus cuerpos. 

Al principio me reí ante las extrañas y divertidas expresiones que usaba el bailarín para marcar cada uno de los gestos que hacían, pero mi risa cesó al poco tiempo al quedar embobada y fascinada por la coordinación y la energía que desprendían todos y cada uno de ellos.

— Bien hecho, descansemos por ahora, chicos— exclamó el joven coreógrafo, aplaudiendo con una gran sonrisa en su rostro.

Los alumnos asintieron y fueron a por sus botellas de agua, deseando por hidratarse después de haber estado practicando tan arduamente.

— ¿Qué te está pareciendo hasta ahora?— Hoseok se sentó a mi lado, dándole un gran trago al agua.

Me quedé mirándolo sin poder responder, pues me había dejado anonadada ante esa increíble imagen frente a mis ojos. El chico iba empapado de sudor y parte del agua que se había tirado encima, su pecho subía y bajaba a un ritmo acelerado por su agitada respiración y aquella brillante sonrisa aún permanecía en su resplandeciente y alegre expresión, cosa que me dejó atónita, casi sin palabras.

— ¿Tan mal ha estado?— su sonrisa desapareció, ahora podía verse su labio inferior sobresalir en forma de mohín— Sé sincera, por favor— me miró con ojitos.

Se veía tan adorable y provocador al mismo tiempo.

‹¡No deberías pensar así del profesor de baile!›— me dije a mí misma, dándome una bofetada mental— ‹Responde, estúpida, está esperando›— mi subconsciente acabó de reñirme y finalmente reaccioné, desviando mi mirada al suelo al mismo tiempo que mis mejillas se teñían de un ligero color durazno.

— ¿Te encuentras bi...— el chico volvió a hablar, pero lo interrumpí antes de que pudiera acabar con la oración.

— Ha sido tan asombroso y perfecto que me ha dejado sin palabras, Hoseokie— me excusé con vergüenza, alzando mi vista para poder regalarle una pequeña sonrisa.

— Eres tan adorable— rió levemente, retirando su húmedo cabello hacia atrás antes de levantarse— Gracias. Seguiremos esforzándonos para que siga siendo igual de asombroso, o incluso más aún— acarició mi cabello y retomó la clase, despidiéndose de mí con esa angelical sonrisa pintada en su rostro.

Blood Tears | BTS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora