CAPÍTULO 95

39 2 1
                                    

— Esto es precioso, Jimin— murmuré.

Sus manos aún permanecían impasibles sobre mi rostro. Apenas cubrían mis mejillas por su pequeño tamaño, pero pude percibir con claridad la suave caricia que me proporcionaba su pulgar.

— ¿Verdad?— oí su melódica voz cerca de mi oído.

Había aproximado su cabeza a la mía desde la posición en la que estaba y me habló en voz baja, casi tan cerca de mí que podía sentir su leve respiración chocar contra la mía.

Mi corazón empezó a desvariar, latiendo de forma irregular e incontrolada. Notar que lo tenía tan cerca me ponía nerviosa. No en un mal sentido, todo lo contrario.

— ¿Puedo? —escuché en un murmullo.

¿Cómo se supone que debía reaccionar ante eso? Apenas podía mantenerme en pie.

En un acto inconsciente mis manos se deslizaron hacia las suyas, que no se habían movido de mi rostro y, al mismo tiempo que le proporcionaba ligeras caricias, asentí con un movimiento de cabeza a su pregunta.

Me miró con un brillo casi tan intenso como el que proyectaba la luz de la luna. Su expresión de felicidad lo decía todo. Esa sonrisa tan preciosa y el rubor pintando sus mejillas.

No tardó mucho en acortar la distancia que nos mantenía separados.

Sentí sus manos deslizarse por mi mandíbula, dirigiéndose hacia mi cuello, el cual sostuvo con delicadeza mientras sus labios se dejaban llevar por los míos en un increíble beso de película -o al menos así lo viví yo en ese momento-.

— Quiero llevarte a un sitio— fue lo primero que dijo al separarse.

Lo miré atónita, casi asustada, no sabía si era yo quien estaba malinterpretando sus palabras o si quizás estaba soñando todo aquello.

— No es lo que estás pensando— me susurró al oído entre risas, como si me hubiera leído el pensamiento.

— No sé de qué me estás hablando— carraspeé en un intento por disimular la tremenda vergüenza ajena que sentí.

Jimin soltó una pícara pero dulce carcajada y me tomó de la mano, arrastrándome como una niña pequeña que no quiere irse del parque. Ese lugar era maravilloso y creí que si me iba de ahí no tendría la oportunidad de volver a ver esa preciosa imagen de nuevo. No obstante, mis ganas de pasar tiempo con el rubio eran más grandes, así que no me demoré en seguir su paso, aun si no sabía a dónde me llevaba.

Estuvimos caminando un buen rato, no sabría decir cuánto tiempo exactamente. El camino se me hizo algo largo, sobretodo estando en mitad de la noche. No quería quedar en ridículo frente al chico, pero la verdad es que estaba asustada. Nunca me había gustado caminar por las calles a esas horas. 

— ¿Te encuentras bien?— la voz de Jimin me sacó de mis pensamientos. 

Se había parado en medio de la acera al verme un par de metro más atrás. Seguramente había reducido el ritmo de mis pasos al perderme entre mis delirios. 

— Sí, sí— asentí sin más, ocultando mi preocupación— Sólo estoy cansada, nada más— reí para disimular mi temor.

— No hace falta que vayamos hoy si no te encuentras bien— se puso a mi lado una vez más— Podemos ir otro día— me sonrió al mismo tiempo que su brazo rodeaba mis hombros. 

Eso me reconfortó, me dio algo más de seguridad. Sentirlo cerca de mi me tranquilizaba.

De todos modos no respondí, no sabía cómo hacerlo. Me mantuve en silencio y lo miré apenada, esperando que, de algún modo pudiera entenderme a través de mi mirada. 

Blood Tears | BTS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora