CAPÍTULO 70

504 41 6
                                    


|•|

— Hola, T/N— acarició mi cabello, separándose de mí después de un par de segundos.

— Oye Yoongi, lo siento mucho por lo de la última vez, juro que no era mi intención. Si hice algo mal...— susurré cabizbaja.

No obtuve respuesta alguna por su parte, simplemente me miró en silencio por apenas cinco segundos y después dejó escapar una pequeña sonrisita.

La distancia entre nosotros se iba acortando gracias o por culpa del pálido chico con piel de porcelana. Éste agarró mis mejillas, con mero cuidado, acariciando mis pómulos de forma lenta mientras se iba acercando de poco a poco.

Mi corazón latía tan rápido.

|•|

— Lo siento muchísimo por el comportamiento que tuve el otro día. No era mi intención, T/N— me abrazó con fuerza, acariciando mi cabello con toda su delicadeza— Pero sabes perfectamente que los vampiros no pueden mantener relaciones sexuales con humanos. La inyección dejaba de hacer efecto y yo... no quería hacerte daño— susurró, escondiendo su rostro entre mi cabeza.

— Claro, Yoonie— correspondí a su grato abrazo— No tienes de que preocuparte, de verdad.

— ¿Te quedas en casa a comer?— sugirió, dedicándome una pequeña y adorable sonrisita, la cual no cualquiera tenía el privilegio de poder ver.

— Por supuesto— le devolví el gesto, alejándome cuidadosamente de su cuerpo, para después entrar al coche con su permiso— Gracias, Yoongi-Oppa

— No hay de que, princesa— se veía alegre y eso me gustaba. Ver a Min Yoongi tan feliz era un regalo del cielo, bendecido por los santos dioses, a quienes estaba agradeciendo desde mi posición.

— No era necesario. Te tomas demasiadas molestias— interrumpí el silencio, haciendo un ligero y pequeño puchero mientras inspeccionaba de forma aburrida la zona por la cual estábamos pasando en ese mismo instante.

Mentira— respondió sin despegar la vista de la carretera, dedicándome una mirada de tan solo un par de segundos para volver a concentrarse en la ruta.

— Estoy segura de que estarás muy ocupado con tu trabajo...— suspiré, mirando como mis pies se movían nerviosamente sobre la moqueta del auto.

— Y vuelves a pensar que sigo sin comer ni dormir, ¿cierto?— odiaba que Yoongi utilizara sus poderes telepáticos para este tipo de cosas, de verdad que lo odiaba.

— Yoongi...

Dejé la frase a medias, sabía que el susodicho me estaba leyendo los pensamientos, no era necesario malgastar saliva para explicárselo.

— T/N, ya pienso en mí mismo, sé que mi salud es importante. Por favor, no tengo cinco años— pronunció con un tono triste, aún concentrado en la trayectoria.

— Por otro lado, me alegra mucho que estés más animado; hoy te veías muy feliz— intenté cambiar el ambiente a uno más positivo— ¿Ha ocurrido algo?— pregunté con una pequeña sonrisita.

Sí, pasó. Más bien, pasará— aparcó el vehículo en su garaje personal, abriéndome la puerta de éste nuevamente con una sonrisa.

— ¿Y qué es, Yoonie?— bajé, admirando su tan bello y adorable rostro cuando éste sonreía por más mínimo que fuera.

— Deja de pensar ese tipo de cosas— murmuró con un leve sonrojo. 

— No puedo evitarlo, te ves tan adorable— reí ligeramente, escondiendo mi rostro entre su pecho— ¡Pero no hablábamos de eso!— rechisté, separándome para poder mirarlo detenidamente— ¿Qué es eso que pasará, lo cual te hace tan feliz?

Pregunté de forma impaciente, como toda cotilla que soy quería saber de qué se trataba. Sobretodo por el mero hecho de que eso hacía feliz a Yoongi.

— No es una, hay varias y ahora mismo no puedo decirte qué son— sonrió de forma socarrona, burlándose de mi tan conocida curiosidad mientras habría la puerta de su casa.

— ¡Venga, Yoongi!

Le supliqué una y otra vez, observando como retiraba su chaqueta para luego dejarla colgada en su determinado sitio, mientras yo me enganchaba a su espalda como una lapa.

— No, ya te dije que es imposible decirte cualquie...— un estruendoso ruido nos interrumpió, procedía del garaje, donde estuvimos minutos atrás.

— ¿Qué fue eso?— susurré algo atemorizada.

En la calle donde vivía Yoongi no solían haber gamberros, era una zona generalmente rica y bastante vigilada, por lo cual me espanté un poco al oír dicho sonido, semejante a un golpe contra la puerta de hierro que éste tenía.

— No te preocupes, será alguna ardilla, gato o cualquier otro animal no demasiado peligroso de por aquí— revolvió mi cabello, Yoongi siempre fue valiente en ese aspecto, no le temía a prácticamente nada.

Asentí con un ligero movimiento de cabeza y me alejé de él, empezando a preparar la mesa con tranquilidad. La verdad es que estaba bastante cansada, había sido un día agotador y casi no me mantenía en pie, las piernas me flaqueaban, ya no sabía si por el miedo, el frío o el cansancio.

Estaba algo trastornada.

Casi media hora después Yoongi apareció con dos platos en mano, los cuales dejó en nuestros respectivos sitios. Traía una pequeña sonrisa, según él porque le había salido bien la comida, pero seguía sin creerlo, era obvio que seguía contento por su tan bien guardado secreto.

— ¿Te gusta?— cambió de tema mientras fijaba la vista en mi plato.

Supuse que me había leído los pensamientos y no quería que volviera a comerme la cabeza pensando en ello.

— Sí, Yoongi, está deliciosa— comí con gusto, últimamente el chico estaba cocinando divinamente, me alegraba que fuera progresando en los hábitos de la casa.

— He estado practicando con un viejo amigo que sabe de cocina, espero que las clases estén dando sus frutos— rió levemente, acabando la comida de su plato en un santiamén.

— Pues sí los están dando. Está genial Yoongi, me alegra mucho que te estés esforzando en cosas nuevas, estoy realmente orgullo...— otro sonido diferente al anterior nos volvió a interrumpir, esta vez procedía de la cocina.

Voy a ver— añadió después de un par de segundos en silencio, levantándose de la silla sin hacer el menor ruido posible.

— ¿Hay algo?— pregunté en un susurro cuando éste ya estaba frente a la puerta de la cocina.

Algo no, pero sí alguien— frunció su ceño, mirando a la nada mientras sus manos se convertían en dos puños.

— Eh... Yoongi, no hay nadie.

Susurré, inspeccionando la cocina una y otra vez, sin lograr ver nada fuera de lo común, aparte de un par de utensilios en el suelo, posiblemente se abrían caído sin más y eso fue lo que provocó el extraño sonido de antes.

Blood Tears | BTS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora