CAPÍTULO 26

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— Yoongi— intenté apartarlo cuando sentí leves mordidas sobre mi piel.

— Shh— me tumbó debajo suyo, y dejó varias marcas en mi cuello, las cuales permanecerían allí por semanas.

Me retorcí, intentando escapar de su agarre, ya que me tenía agarrada de las muñecas y no podía moverme, pero a pesar de mis amagos por intentar liberarme, algo en mí no quería que él parase.

— ¿Por que debería hacerlo? Has sido muy descarada conmigo— pasó su lengua por todo mi cuello, provocando que un escalofrío recorriera mi espina dorsal.

— ¡Tú lo eres siempre conmigo y yo no te digo nada!— me excusé, forcejeando una y otra vez sin éxito alguno.

— Aquí el frío y cortante por naturaleza soy yo, no tú— mordió en esa misma zona, no con agresividad, sino con delicadeza.

¿Y sus colmillos?

Cerré con fuerza mis ojos, rindiéndome ante la idea de que podría escapar de su agarre, no porque yo no pudiese, sino porque no quería hacerlo.

— Yo sé que quieres, lo estás pensando ahora mismo. Es más, mi agarre no tiene fuerza. No estoy presionando tus muñecas, podrías haberte liberado hace rato— sonrió orgulloso mientras me susurraba al oído dichas palabras.

— Yo— respondí avergonzada, dándome cuenta de que realmente hacia un buen rato que Yoongi dejó de ejercer fuerza.

— Vamos a cenar— besó mi mejilla y se quitó de encima mío, saliendo de la habitación en un abrir y cerrar de ojos.

Me había dejado con la palabra en la boca otra vez.

Me quedé en la misma posición, tumbada en la cama, con los brazos extendidos y mi respiración agitada, acompañada de los fuertes y rápidos latidos de mi corazón.

A los pocos minutos reaccioné, bajé las escaleras y cuando llegué al salón la mesa ya estaba puesta, Yoongi llevaba un delantal de gatitos. Estaba sirviendo los platos con suma calma. Él actuaba como si nada, como si todo hubiera sido un sueño.

— ¡Venga, ven a cenar o se enfriará!— se desató ese adorable delantal, del cual yo no puede evitar reírme a pesar de todo— ¿¡De que te ríes!?— preguntó furioso mientras se sentaba a mi lado.

— De eso— señalé el delantal entre carcajadas, intentando pronunciar palabra.

— ¡No te burles de mi delantal! Al menos yo cocino con orden y limpieza— se encogió de hombros, agarrando los palillos con cuidado.

— ¿Estás juzgando mi forma de cocinar?— no sé cómo lo consiguió pero cambió ese ambiente tan vergonzoso en uno divertido, estúpido y cómodo.

—Sí, ¿no es obvio?— habló orgulloso de sí mismo, empezando a comer con tranquilidad.

— Ni siquiera me has visto cocinar, así que no puedes decirme eso— fruncí el ceño mientras comía junto a él.

— Pues tendrás que invitarme a cenar algún día— respondió desafiante, sintiéndose victorioso por haber conseguido lo que se proponía.

— ¡Lo haré!— afirmé duramente, desviando mi mirada hacia el plato.

— Bien— susurró el pelinegro entre risas mientras comía, sacudiendo su cabeza levemente en forma de negación.

En el resto de la cena hubo un silencio para nada incómodo, el ambiente era agradable a pesar de que de vez en cuando sentía la mirada de Yoongi sobre mí. Es más, allí es cuando me di cuenta; ¿desde cuándo Yoongi podía comer? Se suponía que era un vampiro, ¿no?

Blood Tears | BTS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora