CAPÍTULO 74

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La película finalizó y Jimin aún seguía con los mismos ojos brillosos y llenos de ilusión que tenía desde un principio. Me agradaba verlo feliz, era como si un hermoso ángel te bendijera con su bella y hermosa presencia.

— ¿Te ha gustado la película?— pregunté entre risitas, admirando como el chico seguía mirando a la pantalla lleno de su tan característico carisma.

— Ha sido preciosa— desvió su mirada hacia mí, como si de un pequeño cachorrito se tratara.

No quería cargarme su tan buen humor, mucho menos después de haber visto una película tan emotiva, pero no me quedaba más remedio, sino le preguntaba lo antes posible mi preocupación aumentaría excesivamente.

— Oye, Jimin...— susurré algo inquieta, acomodándome en el sofá junto a él.

— ¿Qué pasa, peque?— me regaló una de sus bonitas sonrisas como siempre hacía.

— Esto... Yo...— jugué nerviosamente con las mangas de mi jersey, intentando pronunciar palabra— ¿Por qué últimamente estás tan cariñoso?— sonreí tímidamente.

Fui incapaz de preguntarle, simplemente cambié de tema, buscando la primera excusa que encontré, su dulce comportamiento.

— No sé, simplemente me agrada permanecer junto a ti, eso me pone feliz— rió levemente, dando un pequeño sorbo a su vaso de agua— Si te molesta puedo rebajarlo— rió ligeramente, volviendo a dejar el vaso sobre le mesa mientras su mirada permanecía fija en el suelo, al igual que la mía.

— ¡No, no! Me parece maravilloso que te comportes de esa manera, Jiminie— sonreí mientras el nombrado alzaba su vista— Me parece tan agradable— susurré algo avergonzada, pensando si esa había sido la opción más adecuada, pues desde mi punto de vista, había hecho el ridículo por completo.

— Eres adorable...— susurró, mirándome directamente a los ojos al mismo tiempo que su mano se dirigía hacia mi rostro.

Ésta se paró junto a mi mejilla, para luego retirarme cabello tras mi oreja.

— Lo pienso cada vez que te veo, pero como dijiste, últimamente estoy más afectuosos. El caso es que sólo me ocurre contigo, mi preciado ángel.

Se aproximó un poco más a mí, dirigiendo sus labios hacia mi oído para poder susurrarme.

— Así que déjame ver tu hermoso rostro y no lo tapes con el tan suave cabello que portas— besó mi mejilla con toda la delicadeza del mundo, haciendo mi corazón derretirse a medida que sus labios eran presionados contra mi piel, a la vez que ésta misma se erizaba ante el contacto, provocando que una corriente eléctrica recorriera todo mi cuerpo.

Me quedé anonadada, sin saber qué hacer o decir. Tenía la mente en blanco, mis músculos no respondían y al parecer ninguno de mis otros sentidos se comprometía a ayudarme en aquella vergonzosa situación. En otras palabras, quedaría como toda una estúpida.

— ¿Te ha comido la lengua el gato?— susurró entre risitas, jugando con mis finos mechones de cabello— ¿T/N?— acarició mi pómulo con su dedo pulgar.

— Yo...— mi voz empezó a temblar cada vez más, las palabras no lograban salir de mi boca.

— ¿Tú?— me miró detenidamente, acortando la distancia entre nuestros rostros de poco a poco.

Y sin más que decir, junté nuestros labios en un dulce y agradable beso, el cual me provocó un pequeño cosquilleo en el vientre. Sentía pequeñas mariposas revoloteando por mi estómago a medida que Jimin acariciaba mis mejillas a la vez que movía sus labios ágilmente sobre los míos.

Varios segundos después se separó, inhalando el aire con suavidad para poder regularizar su acelerada respiración.

Mis mejillas estaban ardiendo más que nunca, acompañadas del fuerte latido que producía mi desbocado corazón.

— ¡Lo siento!— cubrí mi ardiente rostro, avergonzada por lo que acaba de hacer en ese mismo instante— Fue sin querer— me excusé con timidez, realizando varias reverencias sin moverme del sillón.

No tienes de qué preocuparte— rió ligeramente, revolviendo mi cabello para luego esconderse entre mi cuello, el cual sintió la cálida respiración del chico chocar contra éste— No fue nada, de verdad— susurró nuevamente, dejando un pequeño y tierno beso sobre mi sien— Lo fue todo— susurró casi para sí mismo.

— No debí hacerlo sin tu permiso, lo siento— me disculpé una vez más, echando mis manos a la cabeza, regañándome mentalmente por lo ocurrido.

— Oye, no me obligues a volver a hacerlo. Dije que no quería verte triste ni desanimada. Así que sonríe verdaderamente y disfruta de la preciosa y maravillosa vida que tienes muchas veces— acarició mi cabello, retirándolo tras mi oreja nuevamente para poder apreciar mejor mis rojas mejillas.

Aquella tarde con Jimin fue muy peculiar, es decir, ¿desde cuándo Jimin se comportaba de esa manera?, se veía mucho más atrevido y lanzado respecto a su comportamiento, pero no sólo conmigo, sino con sus amigos y conocidos también. Me pareció tan extraño que no me atreví ni a preguntar porqué no se presentó a la universidad el otro día.

Llegué a casa sobre las 20:19. Las horas anteriores las pasé con el mencionado, ambos empezamos a jugar videojuegos en su consola después de lo sucedido. La verdad es que no ocurrió nada fuera de lo normal a parte de aquel beso.

Preparé mi cena y revisé mis mensajes, todo bastante común. Mensajes por parte de los chicos (Taehyung, Yoongi, Jimin y Jungkook. Incluso recibí algún que otro de Yugyeom) y un correo por parte de la universidad, informando de que los clubes quedan oficialmente inaugurados, listos para apuntarnos en ellos.

Lo que realmente me desconcertó era el no haber recibido ningún mensaje por parte de Mina, desde que fue a su cita con el médico no me volvió a decir nada más, cosa que me extrañó muchísimo, pues la chica siempre me informaba de todo lo que hacía, más si se trataba de asuntos médicos.

Sin darle más importancia dejé el teléfono a un lado y recogí la mesa, pensando en las probabilidades por las cuales Mina no pudo avisar de lo ocurrido en el centro médico. Simplemente suspiré una última vez y me dirigí hacia la cama, enviándole un mensaje de buenas noches a mis contactos prioritarios, para luego añadir un ‹¿Mina, estás bien?› a su chat.

Esa noche solo rogaría porque la respuesta fuera una ‹Sí› y no cualquier otra cosa.

Me tenía tan preocupada, fue la única amiga que conseguí hacer y con la que me podía expresar mejor.

Finalmente, el sueño me venció y sólo cerré mis ojos, esperando a que al día siguiente pudiera encontrarme a Mina frente a la puerta de la universidad con su tan animada y dulce sonrisa.

Blood Tears | BTS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora