CAPÍTULO 90

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— ¡Buen trabajo, es todo por hoy, muchachos!— el profesor Jung finalizó con el ensayo, y en cuestión de segundos todos los bailarines corrieron hacia sus mochilas.

Miré alrededor, buscando a Jungkook para poder felicitarlo por su gran esfuerzo. La verdad es que al chico se le daba muy bien eso de bailar. A pesar de que se hubiera integrado más tarde al club, le llevaba ventaja a la mayoría de los otros chicos, ganándose el mérito de estar entre la primera fila en la coreografía, donde se situaban los mejores de la clase; de cara al público.

— Jungkook, ha sido increíble, lo has hecho genial— confesé mientras el chico secaba el sudor de su frente.

— ¿Eso crees? No sé si tengo el nivel suficiente, aún me queda mucho por mejorar hasta que llegue el ansiado día de la presentación— rió tímidamente, tartamudeando, no muy segura de si por su agitada respiración o los nervios.

— No te exijas demasiado. Confía en mí, lo has hecho perfectamente y deberías estar tan orgulloso como yo lo estoy de ti— sonreí con un pequeño rubor pintando mis mejillas.

— ¡Chicos, a las duchas, ya es hora de cerrar el aula!— la voz de Hoseok interrumpió al azabache, que estaba a punto de responder.

— Vuelvo enseguida— dijo éste antes de colgarse la mochila en el hombro y dirigirse a las duchas junto a sus compañeros.

Asentí sin más y volví a mi asiento, para así recoger mis cosas y poder salir del gimnasio junto al radiante chico de sonrisa angelical.

— ¿Puedo atreverme a preguntarte algo?— habló en voz baja, cerrando las puertas del recinto con llave después de haberse asegurado de que no quedaba nadie en la pista.

— Claro, depende de qué— me recosté en la pared entre risas, justo a su lado.

— ¿Te gustaría ir a tomar algo conmigo en la cafetería que hay aquí al lado?— soltó sin más, mirándome a los ojos con seguridad e intriga al mismo tiempo.

— ¿C-Cómo?— tragué pesadamente, empezando a jugar con las mangas de la gran sudadera.

— Necesito reponer las pilas después del ensayo, y también quería hablarte sobre un asunto, si no te supone ninguna molestia— sonrió cálidamente, guardando las llaves en su respectivo lugar antes de tomar todas sus cosas.

— Oh, claro, pero será mejor que avise a Jungkook— retiré mi cabello por detrás de mi oreja, mirando la puerta de los vestuarios, donde se encontraba el mencionado, junto al resto de alumnos.

— No te preocupes, tengo que abrirles la puerta a estos chicos,  ahora se lo digo yo. Tú espera en mi despacho si quieres, está ahí al fondo— señaló con el dedo índice la puerta con su nombre grabado en ella— Puedes dejar allí tus cosas, después vendremos a recogerlas, tengo las llaves— sonrió una vez más y dió media vuelta, en dirección a esa gran aglomeración de bailarines frente a los vestuarios.

— Muchas gracias— asentí y caminé en aquella dirección.

Mientras recorría el corto pasillo hasta el despacho del joven, admiraba las divertidas fotos colgadas en las paredes de éste. Todas con temática deportiva, como salidas en bici, hípica, maratones, natación, escalada y muchas más actividades. Supuse que cada año hacían una salida diferente.

Nada más entrar, dejé mi abrigo y la mochila sobre una silla y me puse las manos en los bolsillos, dando una vuelta para mirar cada pequeño detalle de esa habitación.

— ¿Este es Hoseok de pequeño?— pensé en voz alta, soltando una leve risita mientras tomaba la fotografía colocada en un marco sobre el escritorio.

En la imagen se veía una familia numerosa con un hombre mayor, que supuse que era el padre de los siete chicos, todos de edades similares y de diferentes rasgos. Cada uno tenía una expresión distintiva, parecían únicos en su especie, pero en cuanto vi la gran y angelical sonrisa, no dudé ni por un solo segundo en que ese risueño jovencito era él.

— ¿Todos estos son sus hermanos?— me cuestioné en un susurro, sintiendo como mi corazón se aceleró por un instante al ver dicha fotografía de nuevo.

— Sí, lo son— oí una voz detrás de mí y me asusté de tal manera que solté el marco de golpe. 

Hoseok había aparecido súbitamente, ni siquiera me había dado cuenta de que estaba ahí. ¿Cuándo entró? No lo había visto ni oído.

— ¿Estás bien? No quería asustarte, perdón— soltó una pequeña risita, poniendo una mano sobre mi hombro para tranquilizarme y tomando la fotografía con la otra.

— Sí, sí. Perdóname tú, creí que estaba sola, no me había percatado de que entraste— reí junto a él de forma vergonzosa.

— No te preocupes— sacudió mi cabello— ¿Nos vamos entonces?— movió las llaves de un lado a otro y abrió la puerta del despacho.

Asentí con un movimiento de cabeza y lo seguí hasta la salida.

— ¿Conoces a Jungkook desde hace mucho?— rió él, dándole un sorbo a su cerveza.

— No demasiado. Desde principios de curso— pregunté mientras bebía un poco del batido que me había pedido en la cafetería en la que nos encontrábamos— Es un chico aplicado, que siempre se esfuerza al máximo para superarse a sí mismo cada día, pero no lo hace egoístamente, ni para pisotear al resto. Es más, tiene un corazón enorme y siempre piensa en los demás, a veces incluso antes que en él— sonreí tímidamente, recordando el bello rostro del mencionado.

— Vaya, pues para conocerlo desde hace poco, lo has descrito a la perfección— me regaló una de sus preciosas sonrisas.

— Nos hemos hecho muy amigos— reí, sintiendo mis mejillas teñirse de un leve color carmesí.

— ¿Ah, si?— abrió sus ojos con sorpresa, dándole otro trago al vaso.

— Pareces sorprendido— reí, escondiendo mis manos en la sudadera que llevaba del mismo chico del que estábamos hablando.

— Lo estoy. Jeon no es, o al menos no era, una persona muy social, que digamos. Siempre ha sido muy vergonzoso, sobretodo con las chicas— rió junto a mí— Debes ser alguien muy especial— susurró con cierta timidez.

Nada más oír sus palabras, el leve rubor que tenía se extendió, no muy segura de si por el comentario en sí, por haber recordado lo ocurrido con Jungkook últimamente o por cómo Hoseok me había mirado con esa adorable dulzura.

— Ojalá sea así— me acabé el batido y lo dejé sobre la mesa.

— ¿Puedo preguntarte algo?— murmuró el chico, dejando su vaso también.

— Claro, adelante— afirmé con intriga.

— ¿Jungkook te...— el bailarín se vio interrumpido por el estruendoso sonido de un cristal impactando en el suelo.

— ¡Perdón, perdón, perdón!— el joven camarero hizo un par de reverencias frente al cliente.

— No se preocupe, de verdad, no fue nada— contestó él.

Y su voz me sonó tan familiar que no pude evitar mirar en la dirección de donde ésta procedía.

— ¿Namjoon?— pensé en voz alta, llamando la atención del mencionado.

Blood Tears | BTS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora