El chico se levantó bruscamente de su silla y salió de la clase a toda velocidad mientras sus lágrimas se deslizaban por su delicado y bonito rostro.
— ¡Mirad que habéis conseguido! Sois todos unos hipócritas! ¡No tenéis corazón!— vociferé a toda la clase, la cual se quedó en silencio para escucharme— ¿Vosotros lo veis normal? Él es una persona y tiene sentimientos, algo que vosotros no tenéis, como he podido comprobar. No sabía que los alumnos de este aula eran unos descerebrados niños de parvulario— me dirigí a la puerta— Todo aquel que se haya reído de él, no quiero que se acerque más a mí. Y os dejo una cosa clara, si le decís algo al pobre chico me las pagaréis— salí de clase dando un fuerte portazo, aún fascinada por mi valentía y por el hecho de que la profesora no me hubiera interrumpido.
Seguí al chico, quien corría demasiado rápido. Intenté seguirle el ritmo. Empecé a gritar, pero el aliento me faltaba cada vez más, quería rendirme, dejar de correr y caer rendida al suelo, pero aún así, seguí corriendo como si no hubiera un mañana.
— ¡Ey, para! ¡Por favor! Detente— lo veía alejarse cada vez más, al parecer hizo oído sordos y siguió su camino.
El chico no contestaba, sólo seguía corriendo por el largo pasillo mientras secaba las lágrimas que caían al suelo de vez en cuando.
— Por favor, detente. Hazlo... ¡Por ti o por mí!— me paré en medio del pasadizo sólo para poder gritar esas dos últimas palabras, deseando que éste cediera.
Y así mismo lo hizo. El azabache se paró en seco, dándome la espalda. Se podía ver como su trabajado cuerpo subía y bajaba a gran velocidad gracias a su acelerada respiración. Lo miré algo sorprendida, corriendo aquellos pocos metros que quedaban para alcanzarlo, y cuando a penas estaba a centímetros de él lo abracé por detrás, apoyando mi cabeza sobre su espalda.
Había un gran silencio, tanto que podía escuchar los fuertes y rápidos latidos de su corazón golpear contra su pecho.
— No los escuches. Eres una persona y puedes amar a quien tú quieras. Digan lo que digan no vas a cambiar ese pensamiento, ¿has entendido? Eres libre de hacer lo que tú más ansies— me separé de él lentamente y a los pocos segundos el chico se dio la vuelta.
Mi corazón sintió un gran impacto al ver sus húmedas mejillas, sus ojos rojos e inchados y sus labios magullados de tanto morderlos ante los nervios que invadían su ser.
— Venga, no llores. Ellos no merecen tus lágrimas— le extendí un pequeño pañuelo, admirando su bello rostro ser consumido por la tristeza.
El chico miró el pañuelo y se secó las lágrimas apresuradamente, intentando ocultar su apenada expresión en él.
— Gracias— consiguió murmurar una vez que sus lágrimas cesaron.
— Ves al baño. Mójate un poco la cara y vuelve a clases con orgullo— agarré su mano— Estoy contigo, no tienes por qué preocuparte. No estás solo, me tienes a mí— lo miré cálidamente, acomodando su cabello con cuidado.
Por muy poco que lo conociera, algo en mí me hizo sentir tan cercana a él.
Podía apreciar como el brillo de sus ojos estaba siendo apagado a cada día que pasaba y no iba a permitir algo semejante. Quería devolverle ese precioso resplandor que poseía en sus marrones y profundos orbes al sonreír.
— No has cambiado— susurró el mencionado, tan bajo que no pude ni escucharlo, solo pude ver una pequeña sonrisa dibujada en sus labios.
— ¿Has dicho algo?— pregunté al oír un pequeño murmuro por su parte, orgullosa de volver a apreciar aquella linda expresión.
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Blood Tears | BTS
FanficLa vida de T/N era agradable y tranquila. Vivía con su madre a las afueras de una ciudad desde que la mujer se separó de su antiguo marido. Sin embargo, de forma inesperada, la madre de la muchacha decide casarse con un hombre con el que mantenía un...