CAPÍTULO 82

142 23 1
                                    

Jungkook sirvió dos copas de aquel exquisito vino y finalmente trajo la comida. Preparó unos platos de la época fascinantes para hacernos entrar en calor, lo que se agradecía en ese tiempo.

El ambiente entre ambos no era nada incómodo, es más, me sorprendió la soltura con la que hablaba el mencionado, pues normalmente acostumbraba a ser tímido y reservado hasta que se ganaba la confianza de la otra persona con la que trataba.

— ¿Y todo esto lo has hecho tú?— le pregunté mientras me llevaba el tenedor a la boca.

— Sí— asintió, dándole un trago a su copa.

— Pero debe haberte llevado toda la mañana— lo miré algo apenada al saber que se habría tomado tantas molestias.

— Eso es lo de menos— se encogió de hombros y se acabó el plato— Que hayas quedado satisfecha y contenta con lo que he preparado compensa cualquier cosa— se levantó y procedió a recoger ambos platos vacíos.

Mis mejillas se pintaron de un color carmesí al oír tales palabras, porque lo había dicho de una forma tan sincera y enternecedora que juraría que mi corazón se detuvo al instante.

— Oh, Jungkook, solo exageras— logré contestar con timidez, llevando ambas copas de vino, queriendo ayudar.

— ¿Eso crees?— pronunció en voz baja cuando se topó conmigo en la cocina, pues nada más girar en la entrada de ésta, me lo encontré cara a cara, a apenas unos centímetros de mí.

— Sí— tartamudeé, tragando saliva pesadamente.

La fragancia del chico invadía mis fosas nasales; un dulce aroma a vainilla con toques florales. Su perfume era tan delicado y agradable como él y su cercanía transmitía tanta serenidad a pesar de que en ese momento mi corazón latía a mil por hora.

— Pues te equivocas— me arrebató una de las dos copas que aún sostenía y le dio un último trago a la bebida.

Finalmente, dejó las dos sobre la encimera de la cocina y procedió a darse la vuelta, mirándome detenidamente por un par de segundos antes de hacer una reverencia ante mí y extenderme su mano, proponiéndome un baile con él.

Asentí tímidamente y agarré la mano del azabache, dejándome llevar por la relajante música, que ahora se escuchaba algo más que antes.

— Sé que últimamente no lo estás pasando muy bien entre unas cosas y otras— empezó a hablar con suavidad en su voz— hasta casi se te olvida tu propio cumpleaños— añadió, soltando una leve pero algo triste risita— así que me propuse hacer olvidar todo eso que te atormenta y pasar un maravilloso día a tu lado— confesó mientras yo seguía recostada en su pecho, balanceándose de un lado a otro con lentitud— pero no sabía si podría ser capaz de hacer algo semejante, ni siquiera sabía si ibas a aceptar mi invitación— su corazón empezó a aumentar el ritmo de sus latidos— hasta que me encontré contigo en el parque. Se te veía tan feliz que yo también quise hacerte sentir así, aunque al menos fuera por dos míseros segundos— y, aún pegada a su torso, con los ojos cerrados ante lo tranquila que sonaba su voz, sentí como sus pulsaciones por minuto volvieron a aumentar ligeramente— Me aterraba la idea de que no fuera capaz de hacerte sentir bien o que mi vergüenza me impidiera preguntarte, pero tu felicidad, la posibilidad de hacerte sentir mejor, se antepuso a todo eso— rodeó mi cintura con cuidado, a lo que yo correspondí posando mis brazos sobre sus hombros.

De esa manera, ambos quedamos de frente, mirándonos fijamente mientras nos otorgamos una sonrisa el uno al otro.

Podía apreciar como sus mejillas estaban totalmente coloradas, al igual que las mías y sus ojos brillaban como si hubiera toda una galaxia tras ellos, lo que me dejó más que asombrada.

— Jungkook...— murmuré, desviando mi vista al suelo por una décima de segundo antes de volver a mirarlo, esta vez aún más nerviosa de lo que estaba— Tú me haces feliz siempre.

El chico entreabrió sus labios, queriendo pronunciar palabra, pero su voz no se dignó a salir, sólo permaneció en esa posición por unos segundos, hasta que ambos empezamos a aproximarnos el uno al otro, casi de forma inconsciente.

Y a apenas unos centímetros de distancia, un estruendoso sonido nos espantó, provocando nuestra separación al instante.

— ¿Qué ha sido eso?— tartamudeé, no muy segura de si por aquel emotivo momento o por el susto.

— Iré a ver— carraspeó con cierto nerviosismo, poniéndose firme antes de salir de la cocina y dirigirse al lugar de donde procedía ese ruido, el salón.

— ¿Todo bien?— lo seguí a paso lento, pero aún demasiado intrigada.

— Sí, no ha sido nada— asintió mientras bajaba las persianas— Ha empezado a llover y hay ráfagas de viento, así que la rama del árbol estaba golpeando la ventana— se encogió de hombros y, finalmente, se dejó caer sobre el sofá.

— ¿Te encuentras bien?— me senté junto a él, algo preocupada al ver su ahora desanimada expresión.

— Sí, sí, sólo que...— suspiró— había preparado algo especial para ti, pero debido a la lluvia no podré hacer nada de eso, así que me frustra un poco— hizo una mueca y me miró con pena— cuando te dije lo del paraguas no lo decía tan en serio, pensé que las nubes se desplazarían a tiempo.

— Jungkook, no te preocupes por ello. Cada minuto contigo ha sido especial para mí— confesé casi sin darme cuenta, mirando como sus manos se movían nerviosamente sobre su regazo— lo que llevo de día, hasta ahora, me ha resultado fascinante. Jamás me había sentido tan cómoda y feliz con alguien, así que olvídate de eso otro y disfruta de lo que podamos hacer ahora— sonreí, retirando su cabello hacia atrás para poder apreciar mejor su rostro.

— ¿En serio?— murmuró, ahora algo inquieto y totalmente ruborizado.

— Por supuesto, no lo dudes— asentí, un poco más avergonzada cuando caí en que había soltado todo eso en voz alta.

— En ese caso...— el azabache se acomodó en el sofá— ¿Te apetece pasar todo lo que queda de día conmigo hasta mañana?— susurró, comprimiendo sus labios de forma nerviosa— Podemos ir juntos a la universidad, te llevaré en coche— me miró y antes de que pudiera decir nada, volvió a adelantarse— Por supuesto yo dormiré en el sofá y tú te quedarás en mi habitación cuando tengamos que ir a dormir— acabó de explicar con la voz algo temblorosa, soltando dichas palabras de forma entrecortada.

— ¿Lo dices en serio?— pregunté con cierta emoción— Me encantaría— asentí, regalándole una sonrisa.

Jungkook me miró atónito, abriendo ligeramente sus ojos ante mi respuesta.

— No me esperaba que dijeras eso— contestó un par de segundos después, devolviéndome la sonrisa con cierta timidez.

— ¿Por qué no iba a hacerlo? Me lo paso muy bien contigo, ya te lo he dicho— reí ante esa enternecedora imagen.

— Gracias, T/N— abrió sus brazos y me estrechó entre ellos, dándome un reconfortante abrazo, el cual no dudé en corresponder.

— No me agradezcas algo así— negué, aún escondida entre su pecho— debería ser yo la que tendría que darte las gracias por dejar que me quede— cerré mis ojos por un instante.

Y es que, un agradable sentimiento de confort y seguridad me hacía pensar en que podría mantener esa posición, sin cansarme, por toda una eternidad, abrazada al azabache, pudiendo oír el acelerado latir de su corazón, pero su calmada respiración al mismo tiempo.

— Prometo hacer del día de hoy uno de los mejores que vivirás jamás, a pesar de que el tiempo no esté a nuestro favor, por lo que parece— habló con seguridad, separándose de mí mientras miraba la ventana más cercana a él, que aún se mantenía cerrada por la fuerte lluvia, como todas las demás.

— No me cabe duda, Jungkookie— me acomodé en el sofá entre risitas, aún con un pequeño rubor pintando mis mejillas.

Blood Tears | BTS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora