CAPÍTULO 93

44 2 0
                                    


En ese momento, mientras disfrutaba del cálido platillo sobre la mesa, no pude evitar pensar en cuánto tiempo iba a estar desaparecida Mina. No podía sacarme de la cabeza lo que había podido pasar. ¿Cómo es que nadie preguntó por ella? ¿Y sus padres, no se dieron cuenta aún? ¿Acaso nadie más que yo se preocupa por ella?

Me daba la sensación de que todo el mundo se había olvidado de Mina, era como si la hubieran borrado del mapa, como si no hubiera existido antes. Hasta me llegué a plantear si la chica solo formaba parte de mi imaginación o no y los chicos solo me seguían la corriente para no hacerme sentir mal.

Pasaron tres semanas. Las cosas habían cambiado bastante. Namjoon y yo avanzamos en el proyecto que teníamos pendiente. Jungkook se estaba esforzando muchísimo en su posición de bailarín para la actuación de fin de año, junto con Hoseok. Jimin y Taehyung empezaron a centrarse más en sus estudios. Y en cuanto a Yoongi, creo que es quien más me está ayudando a día de hoy con la búsqueda de Mina.

Una semana después de haber hablado con él, Mina seguía sin dar señales de vida y decidimos denunciar su desaparición. Nos presentamos en la comisaría y presentamos la denuncia, se llevó a cabo unos días después, supuestamente por el movimiento del papeleo en la oficina. Según los agentes, intentaron ponerse en contacto con la familia pero siempre que marcaban el número que constaba en el registro no contestaba nadie, así que se excusaron diciendo que no podían hacer poco más que seguir marcando mientras continuaban con la investigación.

Después de eso, seguía pensando que no estaban haciendo tanto como podrían. Ni siquiera estaba segura de que lo estuvieran investigando correctamente. No se dignaron ni a hacer carteles de desaparecida; fue una tarea que realizamos Yoongi y yo.

— ¿Me estás escuchando?— Jimin pasó una mano frente a mi rostro, intentando llamar mi atención.

— No, perdona, estaba inmersa en mi mundo— suspiré.

— ¿Otra vez lo de Mina?— preguntó con una mueca de preocupación, dejando la taza de café sobre la mesa de la cafetería que solíamos visitar con frecuencia.

— Sí, me tiene tan desconcertada, pero bueno— miré a otro lado, respiré profundamente y volví a mirarlo— Es mejor que intente no pensar tanto en ello. ¿Qué me estabas contando?

— ¿Puedo preguntarte algo sin que te sienta mal? Es simple curiosidad— su voz se sentía cálida.

— Claro, adelante— asentí, llevando mi taza de capuchino a mis labios para darle un pequeño sorbo.

— ¿Por qué te preocupa tanto esa chica? Si apenas la conocías— me miró extrañado, mordiendo su labio inferior con nerviosismo, supuse que por miedo a que me lo tomara mal.

— Bueno... Es verdad que no estuve mucho tiempo a su lado, pero el poco tiempo que estuve me hizo sentir tan bien— mis ojos se cristalizaron por un momento— No he tenido muchas amigas desde hace tantos años. Está bien tener amigos, pero a veces anhelo tanto tener una relación amistosa con una chica. No es lo mismo— volví a normalizar mi respiración— Así que cuando apareció Mina me puse tan contenta por tener una amiga nueva con la que poder compartir tantas cosas en común no pude evitar encariñarme con ella, como si fuera mi hermana— me quedé observando a través de la ventana, apreciando como el viento movía las desnudas ramas de los árboles. 

— No sabía que sintieras eso. Debe haber sido tan doloroso para ti— agarró mi mano con delicadeza y, con su dedo pulgar, me acarició el dorso de ésta. 

— La verdad es que sí, y cuando vi que nadie se preocupaba por ella me sentí tan mal. Es una persona, un ser humano, son sentimientos, deseos, sueños, no merece que el mundo la trate como si no valiera nada— agarré su mano con fuerza, procurando no hacerle daño.

— Debe de estar siendo muy duro para ti, pero recuerda que estaré aquí todo el tiempo, para lo que necesites— me mostró la sonrisa más bonita y enternecedora que había visto en mi vida. 

— No sé cómo puedo agradecerte todo lo que estás haciendo por mí, de verdad— lo miré con ilusión, con n pequeño brillo en mis ojos. 

— No tienes que agradecer nada, tontita— soltó una dulce risita, entrelazando sus dedos entre los míos al mismo tiempo que sus ojos me miraban expectantes. 

Mi corazón empezó a latir con fuerza, se aceleró en cuanto su mirada se cruzó con la mía. No entendía cómo lo hacía, pero siempre conseguía ponerme tan nerviosa hasta el punto de sonrojarme con creces con tan solo mirarme, agarrar mis manos o darme un abrazo. Cada pequeña cosa que él hacía me parecía tan maravillosa.

— ¿Tienes pensado hacer algo en la celebración Navideña del instituto?— cambié de tema rápidamente, pensando que así quizás no se daría cuenta de mi reacción. 

— Bueno, me encargo de la presentación y participo en una actuación- sonrió orgulloso y avergonzado al mismo tiempo— pero no se lo digas a nadie, se supone que es confidencial- me guiñó un ojo.

Park Jimin, ¿tenías que hacer eso? Por si mis emociones no estuvieran lo suficientemente alborotadas, solo me faltaba ese guiño para hacerme sentir más nerviosa aún.

-—¿¡En serio!?— oculté mis nervios tras la emoción, quedando sorprendida ante esa increíble noticia. 

— Por supuesto, pero esto solo queda entre tú y yo, eh— me guiñó un ojo con picardia.

— Sí, sí, no te preocupes— procuraba que mis nervios no se exteriorizaran, intentando mantener una buena compostura y siguiéndole ese pequeño y tonto juego como si mi corazón no estuviera palpitando a doscientas pulsaciones por minuto. 

— ¿Y tú, harás algo?— dio otro sorbo a su café, dejando la taza vacía sobre la mesa.

— Sí, soy una de las coordinadoras de la sección protagonizada por el club de baile y me encargo de preparar algunos de los decorados de este año— sonreí, imitando su acción con la taza— Así podré subir algo de nota en arte, me hace falta ahora mismo— suspiré con frustración.

— Eso demuestra mucho. Se nota que quieres esforzarte por dar lo mejor de ti. Estoy seguro de que conseguirás aprobar la materia con una buena evaluación— como siempre, me intentó animar, volviendo a sonreirme con esa misma dulzura de antes.

Jimin, Dios mío. Si seguía así, al final acabaría con dos tomates en lugar de mejillas, no sé cómo lo hace o cómo consigue provocar eso en mí, pero se le da genial.

— ¿Entonces participarás en el baile que hará el club?— sacó su cartera y dejó el dinero exacto de nuestra comanda sobre el recibo que nos dejaron apenas unos minutos atrás.

— ¿Qué? ¿Estás loco? Claro que no, se me da de pena bailar, por mucho que me guste, no consigo nada más allá que verme como un pato mareado— abrí mis ojos sorprendida por su pregunta.

— No me lo creo— negó con un movimiento de cabeza a la vez que se levantaba de la silla— Seguro que estás exagerando.

— Te lo digo muy en serio, Jimin— me levanté también y me puse el abrigo.

— Entonces demuéstramelo. Ven al baile de fin de año conmigo— su tono de voz disminuyó, parecía nervioso— ¿Podría ir contigo, me concederías ese honor?— abrió la puerta del local, dejándome salir primero.

Salí y el gélido viento me azotó en el rostro, no muy segura de si el cosquilleo que recorrió mi cuerpo fue provocado por ese suceso o por las palabras que acababa de oír de la temblorosa voz del rubito. Me había dejado tan atónita que no pude ni contestar. Me quedé en silencio por un tiempo, avanzando por la acera en silencio y casi de forma remota; inconsciente. 

Blood Tears | BTS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora