CAPÍTULO 83

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— ¡Oh, venga ya!— me quedé indignada, cruzándome de brazos frente a Jungkook.

— ¡He vuelto a ganar!— sonrió ampliamente, dando palmaditas con efusión.

— ¡No es justo! Tú eres bueno en todo, es una gran ventaja para ti y una desventaja para mí— me excusé, aún sentada en indio sobre el cojín del suelo.

— Vamos, no te pongas así. Sólo estás exagerando— rió y soltó el mando de la consola, poniéndose detrás de mí para poder abrazarme por la espalda.

Y, sinceramente, no me esperaba esa reacción en él, pues el chico acostumbraba a ser tan reservado y tímido que algo semejante a ese tipo de acercamiento me resultaba tan extraño que conseguía sonrojarme al instante.

— ¿Qué? ¿No vas a decir nada?— hundió su dedo índice sobre mi colorada mejilla, queriendo molestarme un poco— ¿Acaso te he dejado sin palabras?

— Pues...— carraspeé, mirando al suelo con cierta vergüenza antes de alzar mi mirada hacia el azabache.

Sus ojos brillaban como si cientos de estrellas resplandecieran dentro de ellos. Su rostro estaba ligeramente teñido por un claro color durazno y su sonrisa adornaba la bella expresión que éste poseía, la misma que me hechizó de un momento a otro e hizo que me diera la vuelta de inmediato, para así corresponder a ese cálido abrazo que aún seguía otorgándome, pero que, extrañamente, no se hizo nada incómodo a pesar de llevar un tiempo así.

Su dulce y agradable olor me hacía sentir tan a gusto que me fue inevitable cerrar los ojos y acurrucarme sobre su pecho, donde retumbaba el acelerado pero acogedor latir de su corazón.

— Descansa, te lo mereces después de todo lo que está ocurriendo últimamente— lo oí susurrar antes de que acabara profundamente dormida entre sus brazos.

Una leve corriente de aire frío chocó contra mi cuerpo, haciendo que me despertara al instante. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que me dormí entre los brazos de Jungkook, pero nada más abrir mis ojos, no lo vi.

Un momento, ¿dónde estaba?

Fruncí ligeramente mi ceño y me froté los ojos para poder despertar por completo.

— ¿Tienes frío? Debería haberte tapado con la manta, perdón— oí la melodiosa voz del susodicho.

Estaba tumbada en lo que suponía que era la cama del chico, éste se encontraba en la puerta de la habitación, la luz era tenue y el ambiente cálido y acogedor.

— ¿Me he quedado dormida?— tartamudeé con vergüenza, sintiendo como mi rostro se teñía de un notorio color rojizo.

— Sí, pero no te preocupes— rió levemente antes de entrar y cerrar la puerta tras de sí— No me extraña que estés tan cansada después de todo el ajetreo que llevas encima— se sentó en el borde de la cama— Además, llevamos toda la tarde divirtiéndonos, es normal que hayas acabado tan cansada. Y te ves tan adorable e indefensa cuando duermes que no fui capaz de despertarte, perdón— confesó con cierta timidez, jugando con su pelo.

— No, no. Perdóname tú a mí, no debería haberme quedado dormida, pero me sentía tan cómoda entre tus brazos que...— me tapé la boca de inmediato.

No había pensado antes de soltar esas palabras. Salieron de forma casi inconsciente, así que, cuando me di cuenta de lo que estaba diciendo ya había dicho demasiado. Mi rostro se asemejaba a un tomate y el corazón me latía a mil por hora.

Tenía miedo y vergüenza de mirar al chico a los ojos, porque sabía que no iba a poder aguantar ni dos segundos antes de volver a apartar la vista, por no mencionar que desconocía cual había sido la reacción a lo que mencioné.

— Yo...— hablé unos segundos después, queriendo dejar el tema atrás para no hacernos pasar por un momento incómodo.

— ¿Te apetece ver una película?— me interrumpió, pronunciando dichas palabras de forma nerviosa.

— Por supuesto— afirmé sin dudar, acomodándome en la cama cuando éste mismo se recostó sobre el cabezal de la misma, poniéndose justo a mi lado.

— Si aún te sientes cansada dímelo, puedo dejarte dormir un rato más— me susurró después de que yo me apoyara sobre su hombro.

— No, no, prefiero pasar tiempo contigo— murmuré, mirando la televisión frente a la cama, esperando a que eligiera una película cualquiera.

— Gracias— tartamudeó, apoyando su cabeza sobre la mía antes de seleccionar una peli cualquiera.

Una sonrisa se esbozó sobre mis labios, me sentía tan cómoda y segura estando con Jeon que podría quedarme así por mil años y no cansarme jamás.

La película duró alrededor de dos horas, aunque, para ser sincera, no le presté demasiada atención, ya que estaba demasiado ocupada pensando, nuevamente, en aquello que me dijo Yoongi aquel día en el parque.

"Le gustas", recordé sus cortantes palabras rebotar una y otra vez en mi cabeza, mientras yo negaba esa posibilidad. Creía imposible que alguien tan increíble como lo era Jungkook le llegara a gustar alguien como yo, pero... ¿y si era cierto?

«No, no lo creo», me dije a mí misma, cerrando mis ojos y aferrándome un poco más al chico.

— ¿Estás bien?— habló en voz baja, acariciando mi cabeza.

— Sí, claro— asentí del mismo modo, separándome un poco para poder mostrarle una pequeña sonrisa.

— ¿Tienes hambre?— se sentó delante de mí y sacó el teléfono de su bolsillo— Parece que la tormenta ya ha pasado, ¿te gustaría salir a cenar fuera?— propuso con entusiasmo, ya preparado para marcar el número del restaurante.

— Me parece perfecto— respondí, por un lado porque de verdad me apetecía y por otro porque el chico se veía tan entusiasmado que me habría sido imposible llevarle la contraria.

— Pues dame cinco minutos, que reservo mesa para dentro de un rato— se pegó el teléfono a la oreja y salió de la habitación para no molestar.

Cuando éste salió de la habitación aproveché para levantarme y estirar un poco las piernas. Me dirigí a la ventana de su habitación, corrí las persianas a un lado y admiré el paisaje. Un prcioso crepúsculo pintaba el cielo con pequeños matices que descendían de naranja a un leve rosado. El sol se estaba poniendo y al luna se dejaba ver casi en lo más alto. Los pájaros cantaban entre las húmedas y viejas ramas de los árboles, dándose las buenas noches entre ellos mientras que el gélido viento soplaba entre las hojas, provocando un pequeño siseo. Hasta ese insignificante sonido me resultaba agradable en aquel momento.

— Listo— Jungkook apareció a mi lado, avisándome de que la reserva ya estaba hecha— He dicho que estaríamos allí sobre las nueve, ¿te parece bien?— se puso a mi lado y observó el cielo junto a mí.

Asentí con un movimiento de cabeza y apoyé ésta misma sobre el hombro del azabache, pensando que ese día no podría haber sido más perfecto.

— Jungkook— lo llamé, aún embobada con la imagen que estaba apreciando desde hacía unos minutos.

— ¿Si?— respondió dulcemente.

— Gracias por lo de hoy— susurré, volviendo a ponerme recta para poder mirarlo a él.

— Yo también me lo he pasado bien, pero aún no ha acabado el día, así que no me lo agradezcas todavía— me regaló una adorable sonrisa que me derritió el corazón y, seguidamente, me estrechó entre sus brazos— Gracias a ti por disfrutarlo tanto como yo— murmuró antes de volver a separarse.

Blood Tears | BTS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora