CAPÍTULO 68

644 55 7
                                    

El director estuvo hablando por un largo periodo de tiempo. Todos sabíamos que era un gran charlatán, pero no podíamos hacer nada, simplemente callar, suspirar y rezar porque ese calvario llegara a su fin.

Minutos después, el hombre mayor bajó del pequeño escenario y pronunció un nombre desconocido, a lo que un chico joven y con espíritu se colocó frente al micrófono.

— Soy Jung Hoseok, seré vuestro nuevo profesor de baile. Deseo llevarme muy bien con todos ustedes, así que espero que me cuiden con mucho amor— rió levemente avergonzado, dejando el micrófono sobre su base, dejándose oir una rítmica melodía— ¡Ahora les mostraré lo que pueden ser capaces de hacer junto a mí!— tenía tanta energía que parecía un pequeño rayo de sol moviéndose por el escenario con agilidad.

El muchacho empezó a bailar de una manera profesional, se movía como si sus huesos fueran de pura goma, me pareció simplemente increíble.

[Video también en multimedia, al principio del capítulo]

— Tu deseo se ha cumplido, este profesor sí que es decente— susurró sin despegar su vista del nuevo profesor especializado en baile.

—Es más que decente, es... excepcional— sonreí totalmente anonadada, admirando como cada movimiento se complementaba con la canción.

— Estoy de acuerdo— susurró nuevamente, observando como el chico frente a nosotros se preparaba para hacer el último paso.

El bailarín desvió su mirada hacia mí, sus ojos se abrieron como platos. Tan repentina fue su sorpresa que dio un paso en falso y calló del escenario, dejando al público más aturdido de lo que ya estaba.

Llevé mis manos a mi boca, totalmente conmocionada. De alguna manera pensaba que lo sucedido había sido culpa mía. Yo lo distraje, hice que tropezara con el cable del amplificador, hasta que perdió el equilibrio y cayó de espaldas al suelo.

— Dios mío. Yo, de verdad que lo siento— me arrodillé junto a él, ayudándolo a levantarse del frío suelo.

— No, no. Tranquila, no fue nada— rió, rascando su nuca para luego regalarme una cálida y sincera sonrisa— Soy un poco despistado, no tiene cura ni solución— expulsó el polvo de su ropa mientras se ponía en pie, finalmente.

Intenté hacerle ver que no era así, pero los enfermeros intervinieron en medio de mi charla, atendiendo al muchacho de nombre Hoseok, si mal no recuerdaba. Éste parecía estar bien, por lo que le dijeron solo eran un par de rasguños y algún que otro hematoma en el brazo.

—Son unos exagerados, solo fue una pequeña caída— susurró entre risas, despidiéndose de mí y de Yugyeom mientras agitaba su mano derecha hacia ambos lados, acompañado de una perfecta y luminosa sonrisa.

El chico volvió a subir al escenario junto al director, quien anunciaba el pequeño incidente acabado de suceder, disculpándose también de ello con un notorio nerviosismo, lo que provocó que hablara más de lo normal, que ya era decir. Por no comentar su acelerada pronunciación.

— La lista para inscribirse al club de baile la encontrarán colgada junto a la puerta. Tienen un plazo de dos semanas para apuntarse antes de que las clases empiecen, no obstante, podrán entrar en el club cuando les apetezca, con el pequeño inconveniente de que se perderán las clases anteriores y deberán recuperarlas— finalizó el hombre algo más tranquilo y seguro de sí mismo— Gracias y perdón por las molestias, pueden volver a sus respectivas clases— colocó el micrófono sobre la base de forma torpe, produciendo un horrible y escandaloso sonido, a lo que la mayoría apretó su mandíbula mientras tapaban sus oídos con fuerza.

Podría jurar que los alumnos que ya se habían puesto en pie habían caído rendidos por el estruendo que provocó el hombre mayor, el cual hizo diez reverencias frente al público, escabulléndose con vergüenza del escenario.

La mayoría de nosotros reímos mientras volvíamos a levantarnos al aviso que nos dio el timbre del lugar. Aún quedaban dos interminables y horrorosas horas más, llenas de soledad y aburrimiento.

‹Que melancólica estás, T/N› pensé para mí misma, dejando escapar una ligera risita, negando con la cabeza mientras arrastraba mis pies por el pasillo, pensando que de esa manera el trayecto se haría más largo.

— Venga, anímate— Yugyeom pasó sus brazos sobre mis hombros, regalándome una amplia sonrisa— Solo son dos horas, no morirás, tranquila— revolvió mi cabello y me obligó a caminar más rápido, acto que yo intenté frenar.

— Pero no es justo, hoy han faltado todos mis amigos, Yugyeom— reproché, mirando como el anterior mencionado me arrastraba hasta mi aula.

— Oh, gracias— sonrió falsamente, fingiendo estar dolido— ¡Me siento totalmente halagado!

— Tampoco te ilusiones. Que hayas permanecido junto a mí el día de hoy no te hace mi amigo— me encogí de hombros, sobando su espalda para seguirle el juego.

— No te preocupes, puedo entenderlo— sonrió sinceramente, dejando el juego a un lado para otorgarme una última reverencia y entrar a su respectiva clase.

— Adiós— sacudí mi mano en forma de despido, cerrando la puerta del aula tras de mí para luego dirigirme a mi pupitre.

『♡』

Las dos últimas horas pasaron con bastante lentitud, pero simplemente me concentraba en lo que el profesor decía y copiaba en mi libreta lo que anteriormente había escrito en la gran pizarra.

En cuanto el último timbre se dejó oír, recogí mis cosas a la velocidad de la luz, apoyando una de las tiras de mi mochila sobre mi hombro derecho. Jamás había tenido tantas ganas de irme, pero era comprensible, me habían dejado sola, sin nadie más a mi alrededor que Yugyeom. Por otro lado, me alegró saber que éste no estaba siendo un inmaduro y maleducado, al menos por ahora.

Nada más salir me encontré un vehículo negro, aparcado frente a la universidad; me pareció muy familiar. Por unos instantes no logré reconocer el coche de Yoongi, pero en cuanto lo percibí una sonrisa se dibujó sobre mis labios y no tuve más opción que salir corriendo hacia donde estaba estacionado, lista para poder tirarme a los brazos del chico el cual estaba esperando apoyado contra aquel lujoso auto.

Dejé de correr a tanta velocidad, recordando lo que había pasado la última vez, me sentía mal por él, lo habíamos dejado así, sin más...

— Yoonie— saludé con ánimo, dándole un cálido abrazo, cosa que sorprendió al contrario.

Supuse que se esperaba un comportamiento más arisco y distante por cómo me trató la última vez, pero no me podía contener, es decir... ¡Es Min Yoongi! Un ser adorablemente adorable y pese a su frívolo comportamiento, a veces, era imposible no abrazarlo.

Hola, T/N— acarició mi cabello, separándose de mí después de un par de segundos.

—Oye, Yoongi. Lo siento mucho por lo de la última vez, juro que no era mi intención. Si hice algo mal...— susurré cabizbaja.

No obtuve respuesta alguna por su parte, simplemente me miró en silencio por apenas cinco segundos y después dejó escapar una pequeña sonrisita.

La distancia entre nosotros se iba acortando gracias al pálido chico con piel de porcelana. Éste agarró mis mejillas —que ya empezaban a cambiar a un color rosa clarito, aumentando así su temperatura— con mero cuidado, acariciando mis pómulos de forma lenta mientras se iba acercando de poco a poco. Mi corazón latía tan rápido.

Blood Tears | BTS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora