THE INVASION.

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Habían pasado dos días desde nuestra visita a la Bóveda Nott, mi idea era inmediatamente buscar la forma de abrir el viejo baúl que encontré escondido en el lugar pero Theo y yo habíamos decidido seguir con nuestros entrenamientos de las vacaciones pasadas: Tiempos oscuros no se acercaban, prácticamente los estábamos viviendo.

Toda la mañana, a pesar de las ya tan famosas lluvias de agosto, nos dedicamos a entrenar hechizos de desarme y contrataque en el gran jardín: habíamos conseguido la mayoría de los encantamientos que nos enseñó mi padre antes de ser encarcelado, pero aún teníamos que seguir practicando con el famoso Expecto Patronum.

Después de la comida tome una larga ducha de agua caliente y me acosté en mi cómoda cama, necesitaba tanto descansar: estaba empezando a sentir un pequeño resfriado pasear por mi cuerpo. Tenía aún la toalla sobre mi cabello, sin fuerzas para hacer el encantamiento que me cepillará la melena castaña cuando una lechuza se paró sobre la ventana abierta de mi habitación.

-Hola Pigwidgeon...-Susurré al instante reconociendo a la lechuza de los Weasley's, específicamente de Ron.- ¿Qué traes por aquí?..

Llevaba un sobre que sin leer sabía que venía del segundo hijo mayor de Molly y Arthur Weasley, pero no tenía las ganas o humor de hablar con Bill: todavía sentía una punzada en mi corazón por toda la escena de él y cierta francesa que había terminado presenciado. Solo acaricie a la pequeña lechuza, le di un premio y deje que volviera a su hogar.

Tome la carta y la puse debajo de mi almohada al instante que escuché la puerta de mi habitación abrirse, Theo tenía esa odiosa costumbre de nunca tocar las puertas.

-Theon... pude haber estado sin ropa- Le dije con molestia.

-¿Por qué estarías sin ropa en tu habitación Regi?- Una mueca de confusión adorno la cara de mi hermano.

-Theo... Olvídalo, ¿Qué pasa?- Pregunté, iba a tratar de protestar pero el parecía no entender lo que estaba haciendo mal así que me rendí.

-Creo que iré al Callejón Diagon- Theo dijo mientras paseaba sus dedos por el marco de la puerta.

-¿Qué ocurre?- Pregunté sentándome correctamente en la cama.

Desde el umbral de la puerta camino hacia mí con las manos en los bolsillos de su pantalón, ya justo frente a mi saco de ahí mismo tres pedazos de lo que en su momento fue su varita. Solté un chillido junto con la mueca de sorpresa un chillido apareció en mi cara mientras tocaba la madera de espino.

-¿Cómo..?-

-Estaba tratando de hacer ese estúpido patronus, no sé qué demonios paso Regina- Theo rodo los ojos de coraje, nunca me había pasado algo parecido y no me imaginaba la frustración del momento.

-Nunca había... a mí nunca me sucedió algo así- Las varitas eran usualmente utilizadas para canalizar la magia, me pregunto qué tan fuerte lo intento Theo para destrozar su varita.

-Lo sé, es muy extraño. En fin, iré con el viejo Ollivander por otra: no puedo andar por la vida sin varita- Theo dijo encogiéndose en hombros.

-Iré contigo Theo- Me enderece dispuesta a pararme de la cama pero la mano de mi hermano me detuvo.

-No Regi, te ves... enferma: mejor quédate y te traigo un poco de sopa- Mi hermano me regalo una sonrisa.

-No sé si sea seguro- Le dije con desconfianza.

-Tranquila, iré por polvos flu. No tardaré hermanita-

-Theo... Cuídate- Musite con firmeza.

To be so lonely || Bill Weasley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora