BLACK.

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A diferencia de la cantidad de gente que fue al funeral de Dumbledore, el cementerio del Valle de Godric lucía vacío. Solo éramos la Orden, los Weasley, Theo y Andrómeda Tonks. Arthur Weasley consolaba a su esposa en una banca de mármol junto a un enorme árbol, se había decidido que no utilizarían la vieja iglesia para despedirle a Sirius, si no lo haríamos al aire libre: Harry dijo que era como a él le hubiese gustado.

Lo único que resaltaba del lugar era la melena, de nuevo, pelirosa de Tonks quien era tomada de la mano por Remus. Bill me apretó la mano cuando descubrió a la nueva pareja haciéndome reír por primera vez en la tarde, podía ser muy chismoso cuando se lo proponía. Vi como Moody se aparecía en el lugar con Kingsley, eran los únicos que faltaban para que iniciáramos.

El Sr. Weasley había dicho que era imprescindible que se dijeran unas palabras para decir adiós, Remus era el indicado para dicha tarea. El licántropo se posiciono frente al ataúd color blanco aclarando su garganta.

-''Quienes nos aman jamás nos dejan'' eso decía mi buen amigo Canuto- Una lagrima rodó por la mejilla de Remus- Jamás olvidaré el día que descubrieron que era... un hombre lobo, me sentí avergonzado y me aleje de todos. Pero Sirius un día llego conmigo y una estúpida idea de convertirse en animago, para acompañarme en las transformaciones- Pauso para tomar aliento- A Sirius siempre le importo su familia, y esa somos todos los reunidos aquí. Todos nosotros fuimos muy afortunados de conocerlo, de compartir con él risas y lágrimas: Él amaba vivir para nosotros.

Pero la vida había sido de todo, menos justa para Sirius Black. Desde muy pequeño soporto los maltratos de sus odiosos padres, soporto golpes con tal de no dejar solo a su hermano menor. Después de tratar de aguantar una vida llena de maldad y odio, fue echado a la calle por su propia madre a los 16 años.

Cuando parecía encontrar un poco de calma y estabilidad, junto a sus mejores amigos James y Remus, Lord Voldemort comenzó la primera guerra mágica. Su historia parecía terminar con él siendo encerrado en Azkaban por un crimen que no cometió, con el dolor de haber perdido a sus amigos Lily y James, y la pena de ser reconocido como un asesino por Remus.

Años después, doce para ser exactos, parecía que la vida le daba una segunda oportunidad de ser verdaderamente feliz. Se reencontró con su ahijado Harry Potter y con Lupin, a quienes explico la historia verídica de aquella fatal noche del 31 de Octubre. Los hombres se perdonaron y juraron nunca más dudar de ellos, a fin de cuentas la vida los había hecho hermanos.

De pronto Sirius conoció a una peculiar joven, que poseía casi el mismo rostro que una ex compañera de Slytherin que tuvo en su adolescencia, sin embargo lo más llamativo de ella eran sus ojos azules: tan azules como los de su hermano Regulus.

Cuando conocí a Black jamás creí que ocuparía un lugar tan importante en mi vida, Sirius hacía todo más fácil en mi vida. Sus bromas, sus risas, incluso sus regaños me reconfortaban de una manera que no puedo explicar. Me hacía sentir en casa, a fin de cuentas su sangre también corría por mis venas. Lo quería, lo amaba y lo extrañaba. Mi tío Sirius había sido una de las mejores personas que había conocido, claro que cometió sus errores y era más testarudo que sensato, pero siempre estaba dispuesto a dar lo mejor de sí para la gente que quería. La familia que le fue dada resulto ser una de las peores cosas que le sucedieron, pero la familia que él había formado con amigos y sobrinos le dio ganas de revivir, de olvidar todos los años donde cargo con culpa y odio.

Sin embargo, la misma vida era la que se lo había llevado de la tierra. La que había decidido que había sido suficiente Sirius Black para todos, la que me dejaba con una herida en lo profundo de mi alma. Pero en el fondo sabía que la vida le regalo a Sirius algo que siempre deseo, ese era mi consuelo, que el hombre no anhelaba nada más que su libertad. Estuvo toda su vida esperando serlo, deseando alzar sus rotas alas y volar.

Ojala la vida me hubiera dado más tiempo con él, me falto conocerlo más. Nos faltaron más chistes de mal gusto, más whisky de fuego, más canciones muggles por las madrugadas. Le falto entregarme en mi boda, conocer a mis hijos, tal vez burlarse del cabello rojo de ellos. Me falto decirle lo mucho que lo quería y lo importante que era para mí, contarle lo feliz que me hacía ser parte de su familia.

-Mi amigo Sirius siempre me alegraba, aun cuando me molestaba, me hacía poner una sonrisa en mi rostro. Sé que a muchos de ustedes los ayudo en sus peores o mejores momentos, siempre dándolos luz a donde quiera que fuera.- Con calma Remus saco su varita de su saco- Nadie sabe esto, pero él me enseño a conjurar mi primer patronus- Tomo la varita entre sus dedos, limpiando sus lágrimas con la manga de su saco- Por eso... Hoy quiero pedirles que todos lancemos uno, recordemos nuestra mejor risa con él. En honor a nuestro amigo, en honor a mi hermano Sirius.

Sentí el brazo de Bill pasar por mis hombros, alcanzo a acariciar mi cabello antes de dejar un beso en mi cabeza, levante mi varita concentrándome en mis memorias con el animago.

-Al parecer soy una Black, Sirius- Suspire mirando el piso.

-Lo eres, pequeña-

-¡AQUÍ ESTA MI SOBRINA FAVORITA!- Sirius dijo. Comencé a mover lentamente mi cabeza, persuadida por un Sirius Black ebrio, pero Tonks llego a mi otro lado a chocar su cadera contra la mía. Con la contagiosa sonrisa de la metamorfomaga y los pasos torpes de Sirius, me anime a alzar mis brazos al compás de la música.

-Feliz cumpleaños, Tío Sirius- Dije abrazándolo y dándole su obsequio, me separe de él para besar su mejilla manchada de chocolate: Tonks lo había ensuciado.

-¡Mi Reg! ¡Mi niña preciosa!- Beso mi frente con emoción, sacándome una risa- Jamás imagine tener una sobrina perdida, pero soy muy afortunado de tenerte a mi lado. De no ser el único Black contra el mundo-

Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, por un minuto desee estar lejos y no haberlo conocido: tal vez de esa forma no estaría sintiéndome tan rota. Pero no había forma alguna de que yo me hubiera convertido en esta persona sin él, él como Bill me ayudaron a ser mejor cada día. Solo me quedaba recordar aquella sonrisa de Sirius, la última que me dio aún con vida.

De mi varita salió aquel mirlo, solo que esta vez su tono era mucho más fuerte, aún con la luz plateada podía ver destellos oscuros. Sus pequeñas alas revolotearon, dando saltos entre los lobos de Remus y Tonks. Aquel mirlo negro alzo su vuelo, perdiéndose de vista en el cielo, siendo tan libre como Sirius Black.    

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:c estos capítulos han estado muy sad, por lo que no les he querido poner una biblia al final. les contestaré todos sus comentarios, eso si es seguro. gracias por todas las vistas de estos últimos días, se los agradezco mucho. 

lxs amo <3

pd. espero que se entienda que lo que esta en cursiva son flashback's. 

To be so lonely || Bill Weasley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora