LXVIII

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— ¿Qué opinas? -Alexby entra a la habitación de Orslok sin tocar

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— ¿Qué opinas? -Alexby entra a la habitación de Orslok sin tocar.

De pura suerte que no estaba en directo, solo estaba acostado ahí en su silla.

— ¿Así vas a ir?

— ¿Qué tiene de raro? -Se mira sus vaqueros, su camisa blanca y chaqueta negra. Si es lo más neutral ¿cómo puede estar mal?

— Pues siento que es DEMASIADO casual, tío ¿te va a llevar a comer pito o a comer en el lugar más cutre?

— No, de hecho no me fijé como se llama. Solo miré la ubicación -saca el teléfono para revisar el nombre del lugar- Bistro 6,3

— Tienes que estar jodiendo. No hay manera en la que puedas pararte afuera de De Bistro 6,3 luciendo así. Mucho menos vas a poder pasar. En sueños.

— ¿De qué hablas? No puede ser un lugar tan elegante.

— Ese lugar tiene platillos que cuestan un sueldo básico. Una cena sale lo que podrías llegar a ganar en un directo con donaciones.

— Imposible. Frank no me invitaría a un lugar así ¿¡qué sentido tiene!? ¡Él no es esa clase de persona! Es una persona simple.

— Mira, por quedar bien todos podemos quedar bien. A la mejor cree que así aflojas más rápido. No sabe que en realidad aflojas por media caja de palmeritas

— ¡Jódete! -Además, ya le aflojó ¿cómo demonios va a ser por eso? Le avienta con una pluma que encuentra- no tengo ropa elegante. Mis trajes están en casa de mamá. Ni siquiera uso pantalones de vestir -Se muerde una uña- ¿tú no tendrás algo que me pueda ayudar un poco?

— Yo tampoco creo poder ayudarte mucho con ese tema.

— ¡Fuck! Frank llega en menos de una hora. No puedo tampoco ir a comprar unos pantalones, estoy perdido.

— No del todo, tío. Tengo una idea buenísima. Llama a tú Daddy Sugar para que te compre un traje o algo así.

— Me ofendería muchísimo de no ser porque es una buena idea, pero que vergüenza. No estoy listo para que Fargan sepa esto -Se sienta en la orilla de la cama- no lo malinterpretes. Es que en cierto modo se siente como si fuera mi padre o un hermano.

— Tienes que tranquilizarte mucho. Solo busquemos esos pantalones. Tal vez Mangel o Rubén tengan. Si podemos conseguirlo a tiempo.

— ¡Y una camisa de botones! Todas las que tengo así son de figuritas. Maldita sea, no tengo zapatos de vestir.

Germán se arrastra con la silla hasta su amigo. Le toma de los brazos para que ponga atención.

— Cancela la cena y tráelo aquí. Sé que podemos hacerle.

— ¡Tienes que parar con eso!

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— Willy, necesito comentarte algo -Frank entra pálido al vestidor. Todos los que eran parte del plan de esta noche seguían en la estación a petición de Guillermo.

Un dorama de bomberos | MultishipingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora