CII

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Orslok entró a la casa haciendo el menor ruido posible. No quería despertar a su hermano o llamar su atención si estaba despierto.

Al final le ganó el remordimiento de dejarlo solo, pues sabía que todavía no parecía regresar a trabajar y él no quería abandonarle con tantos líos que parecía tener en la cabeza.

Últimamente tan reservado, pasaba mucho tiempo encerrado en su habitación y estaba seguro de que no era pajeándose como perdido.

Cuando cerró la puerta los perritos lo recibieron como siempre, pero también una extraña oscuridad que cubría la casa. Todo estaba tétrico y callado.

— ¿Ismael? -A la mierda el misterio, esta vez si le había ganado un poco más el terror- ¿Estás aquí?

Camina hacia la habitación, la de junto también tenía la luz prendida. Empujó la puerta muy despacio hasta encontrarse con que estaba sola. Tenía desde la mudanza que no había entrado a esa habitación.

Todo el tiempo que vivió con su hermano, esta había permanecido cerrada en su totalidad. Ni siquiera hizo el intento de querer entrar, por qué solo era una habitación de mierdas frikis.

No le pareció demasiado raro, por qué al final, siempre estaba remodelando algún cacharro de la casa. Con más juguetes, comics, mangas y alguna tontería más.

Ahora incluso daba esa sensación de estar en obra negra o remodelación. Se acercó a la mesa que estaba en el lugar, tenía ciertas cosas que llamaron su atención, como fotos y papeles.

— ¿Este es? -Tomó un par de fotos de la mesa, en todas se miraba Grefg o el guardaespaldas. Todas tomadas de lejos a lo más paparazzi ¿pero por qué tenía eso?

Uno de los perritos, en su olfateo de la zona, golpeó algo con su patita que tintineo.

Germán se agachó para revisar que era ese sonido y se encontró con varias balas tiradas por el suelo.

El medio teñido las recogió con la mano para mirarlas más de cercas, eran de arma corta. No era un genio. Tampoco sabía del problema que tenía su hermano con Grefg, pero sin dudas había algo que si sabía. Que estos idiotas hacían planes cuál serie de televisión.

— Ay por favor, no puede ser. No puede ser -Revisó los papeles en la mesa, todos eran folletos o anuncios, algunas revisas que tenían a David en la portada.

Todo apuntaba a lo que pensó antes. Su hermano estaba en otra misión truño de esas que se sacaban de los cojones. Solo que su verdadera preocupación es que ahora iba armado ¿cuándo creyeron que podían darle un arma a ese impulsivo?

Tomó su celular para revisar la hora; 3:45 A.M.

Pensó un minuto si debía llamar a Ismael, a Willy o a Perxitaa ¿tendría que llamar a Frank? Pero estuvo con Alex y Frank apenas una hora atrás, no tenían planes secretos.

Primero llamó directamente a su hermano, aunque sonaba a los primeros timbres se colgó. El hijo de perra simplemente desvío la llamada.

Luego intento mandando mensajes, pero no apareció en línea jamás. Hubo más frustración que miedo.

Por qué él conocía a su hermano, había vivido toda una vida con él. Sabía perfectamente como podía ser y que esto que ocurría no era algo totalmente nuevo.

Ni siquiera que tuviera un arma, supo que alguna vez tuvo una en casa hasta que su madre dio un grito en el cielo y tuvo que irse.

Aunque en ese entonces él habría metido las manos al fuego respecto a lo que su hermano hacía con ella. Seguramente solo era su pantalla de chico malo en el barrio bajo que visitaba con regularidad.

Un dorama de bomberos | MultishipingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora