No hay mujer fea

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Parte II
“¡FELIZ CUMPLEAÑOS BETTY!.... (Segunda Parte)”

En el centro de la puerta del hueco, hay colocado un enorme lazo de color rojo, y de él cuelga un cartel que pone : “¡FELIZ CUMPLEAÑOS, BETTY!”.

Betty.- Pero... ¿qué es esto doctor?...

Armando.- Es su regalo de cumpleaños... ¿no piensa abrirlo?, estoy deseando saber si le gusta.

Betty muy nerviosa, abre la puerta de su oficina y lo que ve la deja, completamente alucinada.

Betty.- Pe... pero doctor, esto es demasiado... habrá costado una fortuna, no debió... yo... muchas gracias, muchas gracias...

Todas las secretarias, que ya no aguantaban la curiosidad, entran hasta adentro y unen sus exclamaciones y gritos, a la sonrisa complacida de Armando, que con su habitual postura, de brazos cruzados, observa con detenimiento, como Betty se pasea por su recién remodelada oficina.

Lo que parecía pequeño y oscuro, no lo era realmente. Solo hubo que pintarlo de blanco y llenar el techo de pequeños focos halógenos, que estratégicamente dispuestos en el techo raso, iluminaban el lugar, dando la sensación de luz natural. En las paredes, se habían dispuestos algunos cuadros, con bonitas fotos y grabados del Bogotá de siempre, especialmente escogidas por Armando, en una tienda de decoración.

En la misma tienda, había comprado los muebles, de madera de haya, barnizados en su color natural, y líneas actuales y minimalistas. Una mesa de escritorio, con otra auxiliar a su derecha, dónde estaba instalado el computador y algunas estanterías de baldas, dónde ordenadamente estaban colocados, los archivadores y carpetas.

Una cómoda silla anatómica, tapizada de azul brillante, a juego con otras dos sillas, colocadas, del otro lado, para los visitantes. Y sobre la mesa, todo un juego de útiles de escritorio, incluidos el lapicero y la lámpara auxiliar, en acero inoxidable mate.

Sobre la mesa, había además una caja grande envuelta en papel de regalo, con una tarjeta :

Armando.- ¿No le gustó Betty?...

Betty.- ¡Me encanta doctor!... Esto es... esto es demasiado, para mí... yo...yo...

Armando.- No Betty, yo fui un desgraciado al meterla en este hueco... y luego Vd, no quiso cambiarse a la oficina de Olarte... si ahora se quisiese ir, yo me sentiría muy solo, así que pensé en adecentar esto un poco, solo eso...

Berta.- ¿Adecentar?... Pero si esto es un palacio, miren que muebles muchachas y el juego de escritorio...

Sofía.- No pues, sin duda es la mejor de las oficinas... chiquita, eso sí, pero la mejor, sin duda...

Aura María.- ¡Ay mija!, ¿no tiene curiosidad, por abrir ese paquete?...

Betty.- ¿Qué paquete?...

Mariana.- ¡Qué estrés amiguita!...¡No lo vio!, el que está sobre la mesa...

Sandra.- Ábralo Betty, que de momento aparece doña Marcela, como loca y nos forma el escándalo... ¡ay doctor, disculpe, yo no quería...!

Armando.- Miren muchachas, es mejor que vuelvan a sus puestos de trabajo y después Betty les cuenta, vamos a dejarla sola, que se instale... vamos, vamos...

Todos salen y dejan a Betty, que con los ojos llenos de lágrimas, sigue anonadada, mirando todo. Por fin es capaz de sentarse, en su nueva silla y toma entre sus manos el regalo que había sobre la mesa. Abre el sobre y lee la tarjeta :

“Confío en que siga siendo “mi ángel” por mucho tiempo. Muchas gracias, por todo lo que hace por mí a diario. Feliz Cumpleaños, Betty. Armando Mendoza”

Historias de Betty, la feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora