Armando se está vistiendo para la cena, van a venir todos los ejecutivos de Ecomoda, y la casa ha sido, durante toda la tarde, un hervidero de actividad. En el comedor se han colocado la mejor vajilla y la mejor cristalería de la familia Mendoza, que estaba cuidadosamente guardada en los aparadores y vitrinas, así como la cubertería de plata. Gracias a Dios y a la buena fortuna, faltaban muy pocas piezas y hubo suficientes servicios, para todos los que se iban a sentar a la mesa.
Estaban invitados, Gabriela Garza, que llegaría escoltada por Mario Calderón; Nicolás Mora y su mamá, doña Eugenia y Daniel Valencia.
Mientras se termina de colocar la faja del smoking, y se mira al espejo al mismo tiempo que se anuda la corbata de lazo, no deja de pensar en las casualidades de la vida. El papá de Guiller, había sido como él y como Mario, incluso como Daniel, estudiante de la Universidad Privada “Santo Tomás de Aquino” (*). Lo revelaba aquella chupa de cuero, con la T y la A, entrelazadas en blanco, negro y rojo, que tenían derecho a adquirir a partir del primer curso, una vez que superaban las novatadas. Él había perdido la suya, no recordaba muy bien cuando, quizás en aquella última fiesta a la que fue con Mario, a la residencia dónde este vivía.
Aquella noche lo había perseguido por años, el guayabo que tuvo a la mañana siguiente, no solo de alcohol, sino del maldito cigarro de hierba, que Calderón se empeñó en fumar, lo tuvieron casi amnésico. Recordaba haber estado con una chica y que fue increíble, habían jugado a las charadas y la muchacha le ganó a él como premio....”¿Cómo es que se llamaba?... ¿Aida?... ¿Aura?... ¡no, hombre!... ¡Aurora!, se llamaba Aurora... ¡ufff, hermano, que mujer!... ha sido de las mejores veces de tu vida... ¿qué de las mejores?... ¡la mejor, sin lugar a dudas!... pero claro, con el colocón que llevaban los dos... porque ella estaba muy pasada de tragos, mucho y sin embargo, fue tan especial...”
La voz aguda de Guiller, lo saca de sus pensamientos.
Guiller.- Papá, que dize mami que zi me puedez haced el lazo de la cogbata, que a ella no le zale bien.
Armando se giró y no pudo menos que sonreír. Frente a él estaba el niño, vistiendo un smoking, idéntico al suyo, y llevando en la mano la corbata de lazo, sin hacer.
Aquello había sido cosa de su mamá, seguro, porque al mirar en la americana del niño, vio la etiqueta de Ecomoda, y ellos no tenían línea infantil. Seguro que convenció a López Murillo, el jefe de sastrería para que cosiese aquella miniatura, copiándola del que estrenaría Armando. Si hasta las pequeñas jaretas de la delantera de la camisa y la botonadura era idéntica.
Armando, sentándose en una silla.- ¡Ven aquí, hijo, que yo te la pongo!... a ver, levanta la cabeza... muy bien, perfecto... está muy guapo Guillermo, como todo un caballero.
Guiller, sonrió orgulloso.- Voy igual que tú papá, la abuelita queguía que fuézemos igualez, igualez... ¿haz vizto miz zapatos como bgrillan?... zon de chagol...
Armando tomo de la cómoda su tarro de loción, y le dijo al niño.
Armando.- ¿Mamá te ha puesto colonia?... no, muy bien pues venga Vd acá, que le voy a poner un poco de la mía, esta es loción de hombres... (guiñándole el ojo)... le encanta a las muchachas campeón, las vuelve locas...
Guiller, imita los movimientos de Armando, restregándose las manos y luego golpeándose la cara con ellas, para de ese modo perfumarse.
Guiller.- A mi mamá le gusta mucho como huelez, pogque cuando pasas, guespiga máz fuegte y dize flojito... ¡ayss!...
Armando, asombrado.- ¿Sí?.... jajajajajajaja, me alegro, me alegro mucho... a ver ese cabello, bien, ya estamos los dos preparados, vamos a buscar a tu mamá, tenemos que bajar juntos...
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Historias de Betty, la fea
FanfictionEstas historias no son de mi autoría, son de una plataforma llamada Tapatalk, las subo porque muchos foros ya han desaparecido y ustedes tiene que leerlas son maravillosas,cada una diferente pero con el mismo amor al escibirlas, si algún autor/a de...