Vidas paralelas 11-15

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LA VIDA CONTINUA

Durante los siguientes días, a Marcela le fue definitivamente imposible controlar las salidas de Armando de Ecomoda, irremediablemente se le volaba y el detective privado o bien no podía seguirlo, simplemente porque no le veía salir o bien seguía su carro que era parqueado fielmente por Freddy en el garaje de su casa.

Un día que la llevó a almorzar y en los postres se disculpó para ir al baño y no regresó, Marcela casi tocó fondo y como una energúmena se dirigió hasta el apartemento de soltero de Armando. Allí le confirmó el portero, que era cierto que el doctor Mendoza había conservado la vivienda y que iba por allí, pero hasta hacía unas semanas en que la había vendido y se había despedido de él dándole las gracias por sus servicios, ya no le pudo sacar más.

El portero conocía de toda la vida los deslices del doctor Mendoza, pero le caía bien aquél hombre, que aunque un poco neurótico, siempre fue amable y considerado con él. Sin embargo estaba cansado de su esposa, que cuando era novia, lo llamaba a menudo queriendo que él desvelase las intimidades de don Armando y cuando él no lo hacía, debía conservar su puesto de trabajo, le insultaba y no era nada amable ni educada...y eso que parecía tan señorita.

Mariana aguantó estoicamente el carácter endemoniado de Marcela, sobre todo porque don Armando cada vez que la miraba, le sonreía agradecido y además, en varias ocasiones le hizo llegar pequeños detalles : una caja de bombones, una rosa, un pañuelo de seda... siempre con una pequeña esquela en la que le decía : Gracias Mariana, aguante un poco más, por favor. Armando Mendoza.

Por fin Armando había conseguido la dirección y el nombre del detective privado que Marcela había contratado. Y esa mañana salió con Nicolás, dijeron que a hacer unas gestiones en los bancos. Marcela se quedó tranquila, sabía que Armando tendría que estar a la hora del almuerzo en la oficina, pues tenía una reunión con los proveedores de telas y no podía faltar.

Cuando llegaron al despacho de aquél tipo, avisaron a la secretaria que tenían cita, con el doctor Rodríguez y se anunció como el doctor Sánchez, Manuel Enrique Sánchez, no pudo evitar reirse, estaba usando el nombre del chófer de sus papás. La muchacha les hizo pasar y ambos adoptando aires de mafiosos, copiados de las películas americanas y haciendo esfuerzos por controlar la risa, pasaron dentro . El detective lo reconoció rápido por la foto que le había entregado Marcela y palideció, aquellos dos hombres llevaban cara de pocos amigos y eran bien grandes.

Armando.- A ver, señor... Evidentemente ya sabe Vd quién soy ¿me equivoco?...

Detective.- No doctor Mendoza, claro que se quien es Vd...pero debe entender, yo soy un trabajador y su esposa me contrató, yo no pregunto, solo hago mi trabajo...

Nicolás.- Y bastante sucio por cierto...¡se metió en un problema amigo, en un serio problema!, no sabe a quién le montó la perseguidera, realmente no lo sabe...

Armando.- Mire... señor ¿Rodríguez?... Verá, yo soy un hombre pacífico, hasta que me MOLESTAN... ¿verdad compadre?...

Y al decir esto, mira de reojo a Nicolás, que con la mano en el bolsillo de la chaqueta, hace un gesto, como dando a entender que lleva una pistola. Los dos están haciendo grandes esfuerzos por contener la risa, en el fondo aquel hombrecillo pálido, les daba lástima.

Nicolás.- ... es una pena que en un país tan inseguro como el nuestro, dónde a cada poco desaparece gente, Vd haya venido a MOLESTAR a este señor tan pacífico... una verdadera pena...

Detective.- Yo doctor, hoy mismo dejo este servicio, es más ni lo cobro. Vd ha sido muy hábil y no he podido conseguir lo que su esposa me pedía, yo no averigüé nada, señor, nada...

Historias de Betty, la feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora