Ya llevaba tres semanas en la empresa y se había adaptado al ritmo de la misma, como si nunca hubiese salido de allí. A fin de cuentas su trabajo era el de siempre y su jefe, el mismo, solo que ahora ella, además de la doctora Pinzón, era la señora de Mendoza, y eso imprimía carácter, desde los porteros, Wilson y Javier, hasta el vicepresidente comercial, Mario Calderón, que la trataba con una exquisita educación, impropia de él mismo.
Cierto que ahora, con la historia de las franquicias y la posibilidad de contratos con el Fashion Group, Mario andaba casi siempre de viaje y gran parte de su labor en la empresa, recaía sobre su secretaria de siempre Sandra y sobre Armando y ahora ella. Realmente, habían reorganizado la planta ejecutiva, en la idea de no tener que contratar más personal y de momento funcionaba y además estaba Aurora
Era una jovencita española, que recién licenciada en Ciencias Empresariales, había entrado en uno de esos programas de colaboración, que habitualmente mantiene la Comunidad Económica Europea, con los países latinoamericanos. Llevaba en Colombia seis meses y había estado trabajando en Cartagena de Indias, ayudando y colaborando en la formación y capacitación, de jóvenes colombianos interesados en crear cooperativas, como posibilidad de resolver los problemas de desempleo.
En ese tiempo, se había enamorado del país y de sus gentes y cuando vio que se le acababa el período de estancia allá, empezó a moverse buscando el modo de quedarse al menos, seis meses más. Casi de modo casual, conoció a través de unos amigos, a Marcos Betancourt, que había estado haciendo prácticas, hacía unos meses en Ecomoda y le habló de la empresa. Ella, decidida a conocer Bogotá e intentar buscar un empleo, nada más acabar su tiempo en Cartagena, se montó en un autobús en el que viajó toda la noche, por aquello de ahorrar “plata” como dicen por estas tierras y somnolienta y algo magullada del traqueteo del bus, amaneció en la capital del país.
Decidida a solucionar cuanto antes lo del empleo, después de tomarse uno de esos “tintos” divinos, a los que se había enganchado en los últimos meses, buscó la tarjeta que le había dado Marcos con el teléfono personal del presidente de Ecomoda y se decidió a llamarlo.
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Mientras miraba con curiosidad, los escaparates de la tienda de la firma Ecomoda, que había en la misma sede central, recordaba sorprendida, como el señor Mendoza, la había tratado, cortés y educadamente. Además le había dicho que no tenían previsto contratar a nadie, pero en vista de que era Marcos quién la recomendaba, que se pasase por allí y al menos hablaban.
Menos mal que habían dejado dicho en la puerta que la esperaban, porque con la mirada que le echó aquél tipo largo con cara de tonto, seguro no la hubiese dejado pasar. Lo mismo la miraron con cara rara, la chica de recepción, que ”vaya delantera que tenía”, pensó Aurora y aquél bobo, del peinado imposible, que daba saltitos y decía ser un alto ejecutivo.
Aún tuvo que esperar unos minutos en el vestíbulo de la planta ejecutiva, mientras que las secretarias que había por allí, la miraban y cotilleaban entre ellas. Por fin la acompañaron a la puerta del despacho que ponía presidencia y la hicieron pasar.
Si Aurora por poco se desmaya al ver a aquél hombre tan guapo, y casi se le descolgó la mandíbula al mirarlo fijamente, mientras él le sonreía y le indicaba que se sentara, con un educado gesto. La sorpresa para Armando, no fue menor, realmente aquella chica era cualquier cosa, menos lo que él suponía encontrarse, al oírla por teléfono, explicarle cual era su capacitación y sus méritos.
Se esperaba de pronto, a alguien un poco mayor y por supuesto, mucho más formal en su modo de vestir. Y sin embargo frente a él, tenía a una joven de veintipocos años, enfundada en los tejanos más gastados y castigados, que él recordase desde sus tiempos de la universidad, blusa blanca y cazadora también de tela tejana, muy gastada. Calzaba zapatillas deportivas, y con ella entró al despacho, su mochila, una enorme bolsa de viaje y su guitarra.
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Historias de Betty, la fea
FanfictionEstas historias no son de mi autoría, son de una plataforma llamada Tapatalk, las subo porque muchos foros ya han desaparecido y ustedes tiene que leerlas son maravillosas,cada una diferente pero con el mismo amor al escibirlas, si algún autor/a de...