No se cómo se llama la historia 😶

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CAPITULO I: EL REGRESO DE BETTY

Eran las seis de la tarde cuando Betty llegó de Cartagena al barrio de Palermo; allí en la calle como siempre estaban los vagos del barrio (Román y su pandilla), pero claro estos no recocieron a nuestra querida Betty, que además de su cambio de vestuario, depilación facial y maquillaje, también se había quitado los brakets de la boca, ya que sus dientes como le dijo el dentista ya estaban perfectos y Cata insistió en quitárselos de una vez, la verdad es que Betty lucía una dentadura perfecta, además de blanquísima. Cuando Román y compañía la vieron enseguida comenzaron a hablar con ella o mejor dicho a chillarla.

R: ¡¡ Pero miren que mamita vino para el barrio!! Ay niña venga para acá que yo le voy a dar lo que usted necesita...

B: Román déjelo ya, que yo no necesito nada y mucho menos de usted o de alguno de sus amigos.

R: Pero... ¿Betty? ¿Es usted? No puede ser.

B: Si Román soy yo, y ya déjeme en paz.

R: ¿Pero que se hizo? ¿Cómo consiguió pagar así? Debió dolerle mucho y seguro que le salió caro, ¿cierto?

Justo en ese momento Betty llegó a la puerta de su casa y no les prestó más atención a Román y el resto de vagos que iban siempre con él; cuando por fin Betty entró en su casa allí estaban Doña Julia, Don Hermes y Nicolás.

B: Hola, ya regresé.

J: ¿ Mija? Pero que linda está.

B: Si mama soy yo.

H: Betty ¿Es usted? Pero ¿qué se hizo, ah? Que sepa que no me gusta nada, ya mismo sube a su cuarto, se quita esa ropa y se pone la que tiene allá en el armario, y me hace el favor de quitarse toda esa pintura de la cara y luego baja, que usted y yo tenemos que hablar.

J: Ay Hermes no sea cansón, ¿si? Que la niña está muy bonita así, déjela, ¿OK?

H: Mire, la niña va muy provocativa, así como demasiado moderna, y no se puede ir así a la calle Julia, que el diablo es puerco, acuérdese mija.

A todo esto, Nicolás también estaba en la casa, pero con la boca abierta porque su mejor amiga ¡ estaba buenísima!, Y el no se lo podía creer; no se podía creer que su amiga de infancia y compañera de fealdad, sería bajo aquella ropa fea y anticuada, esa belleza que tenía enfrente.

H: Mire, Julia, mire a Nicolás como se quedó, pues imagínese lo que harán el resto de los hombres cuando la vean así.

J: Hermes ya basta, la niña está muy bonita, pero no está toda provocativa como dice usted; mire, provocativa en el sentido que usted dice sería si iría con una faldita como la que lleva la Peliteñida esa de la foto de Nicolás, y con un escote con el que se le viera todo el pecho y con una pintura en la cara excesiva, pero no la niña va bonita y elegante, sí señor; y ya deje el tema Hermes, ¿si?

H: Está bien, está bien, pero muchachita usted, Nicolás y yo tenemos que hablar de Ecomoda y Terramoda, porque usted tiene muchas cosas que explicarme.

B: Si papá, y hablamos, espere que dejo las maletas en mi habitación y ya bajo y le aclaro todo lo que usted quiera.

Betty se va para su habitación donde deja las maletas, y baja a hablar con su papa, sin saber muy bien que decirle, porque tiene muy claro que el engaño no se lo va a contar, pero no sabe como justificarse; está muy nerviosa y decide que le contará toda la verdad, pero solo la verdad empresarial. Cuando baja, se sienta con Nicolás y su papá a hablar.

H: A ver mija cuénteme, ¿porque hizo todo eso?, ¿Por qué le colaboró al doctor Mendoza ese?, ¿ por que él dijo que usted se quería robar la empresa? Conteste mija, no se quede callada.

Historias de Betty, la feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora