La misión

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CAPITULO 6: EL MOMENTO MÁS ESPERADO (1ª PARTE)

Después de aquella noche, ya nada volvió a ser cómo antes. Jorge empezó a tratar con más frialdad a Betty. No es que llegase a ser descortés, simplemente establecía distancia entre ambos. Se acabaron los almuerzos compartidos en la oficina, o los tintos de media tarde, mientras terminaban de revisar papeles. Ahora, él se pasaba horas muertas frente a su escritorio, sin hacer otra cosa más que pensar en ella, en la mujer que estaba al otro lado de la puerta y Betty no hacía más que preguntarse cuál habría sido su pecado para que su jefe no la tratase como antes. Seguía siendo respetuoso y correcto, pero en sus gestos y palabras no habían maneras tiernas o afectuosas. Era todo muy aséptico, demasiado profesional.

Así pues, Betty se refugió aún más en Armando, en sus charlas con él. En la semipenumbra de aquella habitación, sólo alumbrada por la luz verde de los monitores de respiración, se sentía más protegida, más confiada. Se sentía tan asustada en su trabajo, que en aquella soledad compartida con Armando, se sentía más tranquila, más feliz, como si recobrara su equilibrio interior. "Es raro- pensaba Betty- nunca he hablado con él. No recuerdo cómo es su voz, ni de color son sus ojos, pero siento su presencia reconfortándome, cuando estoy aquí. Me tranquiliza, me da fuerza y apoyo para seguir adelante, un día más. Es como si en esta hora y poco más que comparto con él, todos los días, me dijera: Sólo un poco más, Betty, aguanta un poco más...resiste un día más, mañana será otro día. Lo malo es que cada día es igual al anterior, no hay cambios...lo único que lo hace diferente es lo que sucede acá con él. Creo que él, es quién ha hecho diferentes mis días".

En su diario, Betty solía escribir sobre los hermanos Mendoza. Sobre lo que le inspiraban. Cada uno de ellos tenía para ella, su propio encanto. "Si tuviera que elegir entre los dos- escribió un día- no sabría a cual elegir: al aventurero bohemio, tímido y simpático, con los ojos llenos de ilusión, alegria y esperanza o bien al que va de duro, con pinta de galán de telenovela, todo rodeado de glamour, lujos, dinero y mujeres, pero en cuyo corazón, solo habita la soledad y la tristeza. Cada uno de ellos, es distinto, es mágico. Yo me descubro poco a poco con ellos, no sabría vivir sin ninguno de ellos...".

B: Es cierto...ya no sabría vivir sin ellos. ¿pero si me fuera, a quién haría más daño... a D. Jorge o a D. Armando?. D. Jorge, siempre puede conseguir otra secretaria con amplios conocimientos de Economía, y si no le convence, siempre queda Nicolás. Pero D. Armando- aquí su mirada se tornó triste- Él si que no tiene a nadie. Si yo me fuera, nadie iría a verle. Sólo su madre y Dña. Marcela. Pero ningún amigo, ninguna amiga. Nada. Se sentiría muy solo, como yo...

Pasaron los días hasta llegar al día antes del lanzamiento. Era el 29 de noviembre. Se iba a celebrar en Ecomoda. Dadas las circunstancias, tanto Jorge como Catalina Angel, la relacionista públicas contratada para llevar el lanzamiento, habían estimado oportuno, que este evento no debía ser muy fastuoso. Una cosa sencilla, nada recargada, pero muy bella. "La belleza deben estar en los diseños de Hugo-le había dicho Jorge a Cata- no en los adornos exteriores".

Durante todo el día, Ecomoda era un hervidero de gente yendo y viniendo. Hugo estaba en el showroom con las modelos, dándole los últimos retoques al desfile. Nicolás preparaba los últimos costes y autorizaba los pagos para que todo estuviera listo al día siguiente. D. Jorge y su padre, se encerraron con Mario y Marcela en la Sala de Juntas y prepararon minuciosamente todo para que nada fallase ese día. Mientras, Betty terminaba de cuadrar unas cuentas y se disponía a salir a almorzar con las muchachas, cuando alguién llamó:

B: Allô? Presidencia Ecomoda...
M: Hola, muy buenas tardes. Yo quería hablar con el doctor Mendoza, por favor.-era una voz de mujer, muy sensual y melosa. Betty enseguida supuso que se refería a Jorge. Unos pequeños celos la invadieron.
B: El doctor Mendoza hijo, no se encuentra- le dijo en tono áspero- está en una reunión muy importante con su padre y otros ejecutivos y no se le puede molestar en estos momentos. ¿Desea dejarle algún recado?.
M: Disculpe, señorita...pero creo que el doctor Mendoza sí me atenderá. Dígale que le llama su novia...Tessa y que necesito hablar con él,URGENTEMENTE.-le contestó ella en tono amenazante.
B: (sin alterarse lo más mínimo, a pesar de que aquella mujer empezaba a sacarla de sus casillas). Supongo que el doctor Mendoza, conocerá su número. Ya le he dicho que no se puede poner, bajo ningún concepto al teléfono. En cuanto se desocupe, yo le haré llegar inmediatamente su recado. No se preocupe, se pondrá en contacto con Vd., cuando pueda, buenas tardes.- y le colgó el teléfono, dejando a su interlocutora con la palabra en la boca.

Historias de Betty, la feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora