¿Quién eres tú? Capítulo 12

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Betty está muy nerviosa, ¿cómo le va a responder la verdad a lo que le pregunta?, sería desnudar su alma, y quedar totalmente indefensa ante él.

Armando, sonriente.- ¿No me responde Betty?... ¿Vd me ama?...

Betty, traga saliva, y responde inteligentemente.- Tanto como Vd a mí doc... Armando.

Armando, sonríe ampliamente y le acaricia la cara.- Mi brillante doctora supo responder perspicazmente a mi pregunta sin desvelar sus verdaderos sentimientos. Pero ¿sabe qué?, esa respuesta me vale, porque si Vd siente las mismas cosas especiales, dulces, tiernas y... ¡wao! apasionadas que yo siento, nos vamos a llevar muy bien y esta asociación nuestra va a ser sumamente placentera para los dos.

Betty, cambiando de tema.- Doc... ojojojojojoj, me va a costar, Armando, entre unas cosas y otras se nos ha ido la mañana, son las 12:30 h. y en media hora hemos quedado con doña Catalina.

Armando, se pone en pie.- Pues nos vamos ya, y vamos caminando hasta el restaurante, nos merecemos un poco de aire fresco después de la mañana que llevamos, al regreso le podemos pedir a Cata que nos traiga o tomar un taxi. Coja su cartera y la parka, vamos... Una de las cosas que me gusta hacer con Vd es pasear, y de camino a Le Noir, podemos pasear por el boulevard de los Robles, que hace siglos no paso.

Salen de la oficina tomados de la mano, claro está a iniciativa de Armando, que está decidido a no ocultar nada, pero lo cierto, se tiene que reconocer Betty, es que ella, está encantada de la vida.

Cuando comienzan a caminar por la calle, Armando la abraza de modo que ella debe pasar la mano por su cintura, y él lo mismo, sólo que atrevido la baja y alzando el filo de la parca, se la coloca sobre las nalgas y como el que no quiere la cosa, las va acariciando.

Betty, nerviosa.- Armando, no haga eso hombre, que vamos por la calle.

Armando, picarón.- Pues por eso lo hago con una mano, si estuviésemos en casa, le aseguro que le ponía las dos, y es que tiene Vd una cola (1) divina. Y hoy Betty, con este pantalón que se le ciñe como debe ser, la estoy disfrutando en toda su belleza.

Betty, que está algo más relajada, no puede evitar reírse en voz baja, le hace gracia que don Armando hable así de su cola, también le da vergüenza, pero no puede evitar estar divertida y gozar de esa mano que se pasea por esa zona de su cuerpo, como si fuese de su entera propiedad.

Armando, la mira de reojo y sonríe, le encanta esa mezcla de inocencia y picardía que advierte en ella. Decide seguir provocándola.

Armando.- Por cierto Betty este jersey es magnífico y le queda genial, pero ¿no tiene ninguna lycra?, no se la he visto...

Betty.- ¿Lycra?, no sé a qué se refiere, tengo algunos jerseys, blusas y algunas camisetas de algodón, pero ¿lycra?...

Armando.- Sí mujer, ese tejido un poco elástico que se ciñe muy bien. Debemos comprarle alguna, estoy deseando verla con una bien ajustada, son muy acertadas para combinar con trajes sastre, y cuando se quite Vd la americana, yo lo voy a pasar muy bien...

Betty.- No entiendo ¿Por qué?...

Armando.- Por sus pechos, se verán divinos y será una delicia para la vista...

Betty, intenta retirarse, horrorizada.- ¡¡Armando, por favor!!...

Armando, sin hacerle caso.- Quiero que hablemos todo entre nosotros, lo que nos gusta y lo que no, debe haber confianza. Y que quiere que le diga, sus pechos son preciosos, del tamaño perfecto para su constitución, para mi placer, más llenos de lo que se podía pensar, siendo Vd tan delgada, y los pezones tan sensibles y agradecidos... le ha gustado mucho que la acaricie ahí ¿verdad Betty?... respóndame mujer... ¿le gustó?, yo creo que sí, y que supe hacerlo... claro que Vd no tiene con quien comparar... si no le gustó me tiene que decir, hay muchos modos y daremos con el que más le agrade...

Historias de Betty, la feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora