¿Quién eres tú? Capítulo 9

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Era tarde y acababan de terminar con la última de las cajas que les habían enviado desde Cúcuta. Dentro venía lo que se esperaba: la ropita de Pepe, sus juguetes y sus películas de DVD, algunos libros de cuentos, y los libros de adultos, que su mamá poseía, varios marcos con fotografías del niño desde que era un bebé, hasta la del último cumpleaños y una especialmente bonita, en la que estaba con su mamá, los dos muy guapos. También venía toda la ropa y los zapatos de Lalia, así como sus objetos de tocador y varios álbumes de fotos, y por fin en esa última caja, venía una carpeta clasificadora con algunos de los documentos de importancia, una copia de la partida de nacimiento de Pepe, y otra de la de Lalia, la cartilla de vacunaciones del niño, al parecer al día y su expediente médico.

Armando.- Bien, pues no viene ninguna cosa que nos de más luz sobre Pepe, que la que ya tenemos. Su mamá lo apuntó como hijo de padre desconocido y nunca podremos saber, si de no haber muerto, alguna vez, hubiese yo sabido de su existencia.

Betty.- Definitivamente no hay ninguna novedad. Las cosas personales de la señorita Mendoza las deberíamos empaquetar de modo conveniente para que no se estropeen y guardarlas como recuerdo para Pepe, cuando sea grande ¿no cree?...

Armando.- En el garaje tengo un cuarto trastero, las puedo guardar allí, de momento llevaré la caja al estudio y mañana me traigo de la empresa, algunas fundas y una caja nueva, que ésta se deterioró con el viaje y ahora al abrirla. Las demás cosas, si quiere le ayudo a llevarlas al cuarto, si le falta sitio, mañana mismo compramos una cómoda, o estantes, lo que necesite.

Betty.- Para nada, yo me organizo y le hago sitio a las cositas de Pepe, tampoco es tanto, vea que los libros, las películas y los álbumes de fotos se pueden acomodar acá en la librería de la sala, así puede cogerlos cuando desee, si los tiene a su altura.

Armando.- Tiene razón traiga que los coloco

Betty.- Doctor, ¿ya contrató al investigador privado?...

Armando.- Ajá, pero aún no recibí noticias

En un rato colocaron lo que pudieron, dejaron recogido el resto en el estudio y se fueron a dormir.

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Al día siguiente antes de salir a almorzar, Aura María y Berta, llamaron a la puerta de presidencia.

Aura María.- ¿Se puede pasar doctor?
Armando.- Sigan ¿qué se les ofrece?...

Berta.- Vea doctor nosotras le queremos pedir un favorcito, y Sofía también, sólo que ella anda atendiendo unas llamadas y no ha podido pasar.

Armando.- ¿Un favor?, Vd dirá Berta

Berta.- Es que le queremos pedir permiso para salir a las cuatro de la tarde, dos horicas antes de lo habitual, vea que se lo pagamos quedándonos más tiempo otros días.

Aura María.- Sí doctor, es que en un almacén de La Calera, han puesto muy buenas ofertas de juguetes, y como ahora viene la Navidad y ya sabe Vd, los regalos del Niño Dios, queremos dar un paseo por allí, las tres tenemos hijos en edad de juguetes aún, y la vida está tan cara.

Armando, pensativo.- ¿A qué hora cierran?...

Berta, nerviosa.- Sobre las ocho y media doctor, pero como tenemos que ir hasta allá, hasta La Calera le digo, y luego ver y comprar

Ante el asombro de las secretarias, Armando da una voz y llama a Betty:
¡¡Betty!!

La joven enseguida asomó por la puerta de su oficina.

Betty.- ¿Me llamaba don Armando?...

Armando.- Sí, vea que Aura María y Berta, y Sofía también me hablan de un almacén con muy buena oferta de juguetes, he pensado que nosotros no hemos resuelto ese punto.

Historias de Betty, la feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora