Una familia para navidad

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El beso que Armando inició, apenas si llegó a ser beso. Dulcemente, pero con firmeza, Betty apoyó las manos en su pecho y lo separó de ella.

Betty.- No Armando, por favor, esto no...

Armando, confundido.- Yo creí... lo siento Beatriz, no debí atreverme, discúlpeme, no soy así de atrevido normalmente, no se que me pasó...

Betty, le mira a los ojos y esboza una sonrisa.- De pronto me provocó muchísimo tomar una taza de chocolate... ¿te apetece?, la podemos tomar en la cocina, hay cacao instantáneo del que desayuna Guiller.

Armando, le devuelve la sonrisa.- Si, claro que sí, vamos abajo, estaremos mejor.

A los pocos minutos ambos se sientan frente a frente en la mesa de la cocina, con sendas tazas de humeante chocolate con leche y un plato de bizcochos. Betty rompe el hielo.

Betty.- Yo..., me gusta ser directa, ir al grano de las cosas, detesto los rodeos. El centro y motor de mi vida es Guiller, mi niño lo es todo para mi, la única familia que tengo, lo único que puedo llamar mío. Si por él tuviese que entregar la vida, lo haría feliz, sin parpadear siquiera... no se, si alcanzas a comprender lo que te digo, pero es así. A los diez años, de la noche a la mañana, en un maldito accidente de tráfico, mis papás murieron y me dejaron sola en el mundo. Con una plata resultante de un seguro de vida, una madrina panadera, viuda y con un hijo, cuatro años mayor que yo, y disposiciones para que me internasen con las monjas.

Armando.- Debió ser muy duro, ¿no tienes tíos ni primos?...

Betty.- El único hermano de mi papá, murió de joven y mi mamá era hija única, como yo. Solo me quedan unas tías de mi papá, ancianas, a las que visito una vez al año, pero que ni siquiera saben de la existencia de Guiller, se morirían del susto, con solo sospechar que estando soltera tengo un hijo.

Armando.- Fue muy duro para ti criarte sola y superar la muerte de tus papás ¿cierto?...

Betty.- Al principio sí, todo mi mundo desapareció en un pis pas, luego lo acepté y me adapté... mi madrina dice que soy optimista por naturaleza, y es cierto, en eso me parezco a mi mamá, siempre sonreía. En el colegio estaba cómoda, siempre fui una niña dócil y me gustaba estudiar, así que cumplía las normas y sacaba buenas notas, no tuve ningún problema con las hermanas, ni con las compañeras, a parte de los habituales de los que conviven juntos. Había otras muchachas en mis circunstancias, o con padres divorciados, así que, mi situación cuadraba dentro de la normalidad....

Armando.- ¿Cómo es que conociste al papá de Guiller?...

Betty.- La verdad es que solo lo “conocí” en el sentido bíblico de la palabra, no más... Tengo una amiga de mi edad, bueno es año y medio mayor que yo, se llama Lucía, Lucy. Es de mi barrio y vivía allí con su papá, separado de su mamá y a cada poco con una nueva novia. Ella era, es, muy loquita y en mi último curso del colegio, un fin de semana que salí a casa de madrina, se empeñó en que fuésemos a una fiesta de universitarios, y bueno, yo iba muy desabrigada y creyendo que el vodka con naranja era solo un zumo, empecé a beber y a beber, después de ahí solo recuerdo los besos, las caricias y la ternura de ese chico... ojojojojoj, y la cara de susto que se le puso, cuando descubrió que yo era virgen...

En ese momento, la vocecilla adormilada de Guiller la interrumpe...

Guiller.- Mamá, he tenido una pezadilla hododoza... un dgragón me comía loz piez, de poquito a poquito...

Armando, rompió a reír, el chiquillo se veía muy gracioso con todo el pelo revuelto y de punta, abrazado a su Nessie de peluche y rascándose la cabeza.

Armando.- Jajajajaja... de poquito a poquito, jajajaja... ¡pero que dragón más malvado!, te podía haber tragado de un solo bocado, y no torturarte con mordiscos pequeñitos.

Historias de Betty, la feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora