Historia de la carta

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Resumen: Esta historia comienza el día en que Armando le da a Betty el primer beso.¿Qué hubiera pasado si ella en vez de desmayarse... se lo hubiese devuelto?
¿Y si Armando en vez de sentir un "asco" atroz al besarla, le hubiese... gustado?

HISTORIA A LA CARTA

Capítulo 1. ¿Habré muerto y estoy en la gloria?"

No se lo podía creer. ¡Estaba bailando con su jefe! ¡La sensación que sentía era tan agradable! Le parecía estar flotando en una nube. Por un momento se abandonó a su abrazo y apoyó la cara en su amplio pecho. ¿Habré muerto y estoy en la gloria? se preguntó extasiada.


El encanto se rompió cuando cambió la música y empezó a sonar una canción con ritmo más rápido. Se separó de él y empezó a moverse al compás de la melodía. Pero él con un gesto le pidió que regresaran a la mesa.


Betty y Armando habían llegado a esa sala de baile acompañados de Mario Calderón. Pero este último tuvo que marchar de modo imprevisto y los había dejado solos. Entonces fue cuando su jefe la invitó a bailar. Ella creyó que soñaba. En sus sueños miles de veces se habían producido escenas como esa: Don Armando la invitaba a bailar una melodía romántica, Don Armando compartía con ella una cena de ensueño, Don Armando la besaba en la boca, Don Armando le decía que la amaba... "¡Ay, Betty, pero nunca imaginaste que uno de esos sueños se iba a hacer realidad! ¿De verdad estás despierta o será de nuevo producto de tu imaginación?"


Porque si algo le sobraba a Beatriz Pinzón Solano era imaginación. Desde
muy niña había sufrido en carne propia las burlas y los desprecios de compañeros y vecinos. Todo porque era... fea... Jamás tuvo una amiga con quien compartir inquietudes, esas cosas que no se pueden compartir con tu mamá por más confianza que tengas con ella. Lo más parecido a eso que había tenido era su amigo Nicolás. En él había confiado algunos de sus sueños, pero no todos... al fin y al cabo él era un hombre y no la hubiese entendido.. O al menos ella lo creía así...


Al no tener amigas a quien confiar sus ilusiones, creó una vida interior muy rica. Y en esa vida ella, a su modo, era feliz. Todo lo que la cruda realidad le negaba, ella lo vivía en su interior. Y desde que había entrado a trabajar en Ecomoda una sola persona ocupaba sus sueños y sus fantasías: Armando Mendoza Sáenz. Su jefe y... su amor platónico. Sí, su amor. A pesar de que se resistió durante algún tiempo, finalmente lo había reconocido. Estaba locamente enamorada del doctor Armando. Pero también sabía que ese era un amor imposible. Un hombre como Don Armando jamás se fijaría en una
mujer como ella. En una mujer... fea.


Lejos de suponerle un trauma, hizo a su jefe el centro de sus sueños y de su vida interior y a su manera disfrutaba soñando que él la cortejaba, la halagaba y en definitiva que... la amaba.


Pero ese amor la había llevado a ceder ante sus demandas respecto a la empresa. Sabía que no debía haberse implicado en la creación de esa empresa paralela. ¡Si su papá se enteraba...! La mataba, fijo que la mataba. Aunque estrictamente hablando no era ilegal lo que habían hecho, un buen abogado hubiese podido hallar indicios de delito. De algún modo estaba "rayando la legalidad". Y ella lo sabía. Sabía a lo que se estaba arriesgando. Pero don Armando, "su" don Armando se merecía que ella asumiera ese riesgo... y mucho más... don Armando se lo merecía todo... ¡Tan divino!


En ese momento llegaron a la mesa y se sentaron. Ella se excusó para ir un momento al baño y lo dejó a él solo, sumido en sus reflexiones.


"¿Se puede saber qué está haciendo, hermano? Yo creo que no voy a poder seguir adelante con... este engaño... ¿Vio como se le abandonó mientras bailaban? A pesar de que no baila muy bien y le dio al menos dos pisotones, tiene que reconocer que huele rico... Y parecía que estaba feliz bailando con usted. ¿Será verdad lo que dice Mario que ella está enamorada de... mí?". A su pesar sonrió ante ese pensamiento que enseguida desechó de su mente.
"Cuando regrese le digo que la llevo a su casa y acabamos con esta farsa. Según el plan de Calderón ahora tocaría... besarla... ¡Puaf, qué asco...! ¡Que
la bese él si quiere....! Además yo no le puedo hacer algo así a alguien tan incondicional como Betty. Ella no se merece ese engaño... Mendoza, ¿se ha dado cuenta que cuando está pasado de tragos piensa mejor? Sí, pero... será
mejor que deje de beber que va a acabar con su hígado...

Historias de Betty, la feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora