"ME REGALÓ LA LUNA", capítulo 11º
Armando se sentía eufórico, tenía ganas de gritar al mundo su alegría, por fin la había encontrado, por fin la tenía junto a él. Se debió apoyar unos minutos en la pared, junto a la puerta del cuarto, se sentía mareado. Cerró los ojos y respiró hondo, a ver si conseguía que aquél caballo desbocado que galopaba en su pecho, se serenase un poco ”Gracias, Señor, gracias por devolvérmela... te juro por ella, por mi hija, que ahora lo voy a hacer bien, nunca más la dejaré sola, nunca más mentiras, no más dolor... Gracias, mil veces, gracias... y gracias a Vd, doña Julia, su corazón de madre nos guió hasta ella”
Doctor.- Señor Mendoza ¿se encuentra bien?... Está muy pálido, venga, venga a sentarse... ¿qué pasó?, ¿es su mujer?...
Armando se dejó guiar por el médico, hasta una silla cercana y se sentó, mientras asentía con la cabeza y casi sin voz, respondía ”Sí... sí, es ella, es mi Betty... mi Betty, mi amor”
El médico permaneció junto a él unos minutos, mientras que Armando se recuperaba un poco, incluso le acercó un vaso de papel con agua, que él bebió a sorbos cortos.
Doctor.- ¿Más tranquilo?... ¿se siente mejor?...
Armando.- Si, gracias... ya estoy bien, ahora si estoy bien... la dábamos por muerta... Ella debía estar en su trabajo, en una factoría de café en Marsella, hubo un incendio, murieron muchos, la zona de administración dónde trabajaba Betty, fue de las más afectadas, algunos de sus compañeros se encontraban carbonizados, apenas unas pocos restos entre las cenizas, pero de ella no encontramos nada, nada... ninguna evidencia, nada, ni su carro... solo una certeza, eran muchos los que la habían visto entrar como cada mañana, pero nadie la vio salir y el fuego, fue apenas una hora después de comenzar su jornada de trabajo....
Doctor.- Pues es evidente, que salió a hacer alguna gestión y se salvó del incendio, solo que la fatalidad le puso ese accidente en el camino... Ahora que me dice lo de su trabajo en la cafetalera, se entiende que la encontraran en ese lugar. Aquél es el carril de acceso a una de las plantaciones de café, más grandes de la zona, seguro que se dirigía hacia allá, para alguna gestión y nunca llegó.
Armando (asiente con la cabeza).- Mi hija, ¿dónde está mi hija?... Debo explicarle, hablar con ella.
Doctor.- Acompáñeme, está acá al lado en el cuarto de enfermeras, dibujando muy entusiasmada.
Armando.- Le gusta mucho dibujar y lo hace muy bien, para lo pequeña que es, yo creo que ese talento lo heredó de mi hermana.
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Cuando entran al cuarto de enfermeras, Luna está de rodillas sobre una silla, coloreando con atención el dibujo que había hecho en su cuaderno. Tiene esa actitud que Armando adora, por lo mucho que le recuerda a Betty : la punta de la lengua entre los labios, las gafitas caídas sobre la nariz y el ceño un poquito fruncido, en señal de concentración, en lo que está haciendo. A su lado una enfermera, la observa, mientras ordena un pequeño estante.
Armando.- Luna, mi amor, ya estoy acá.
Luna.- Papi, papi (echándole los brazos), tardaste mucho rato.
Armando.- Lo sé mi amor, pero te traigo una gran noticia, una estupenda sorpresa.... a ver, ¿me muestras tu dibujo?...
Armando se sienta y coloca a la niña sobre sus rodillas, mientras mira el cuaderno.
Luna.- Si papi, es nuestra familia... Mira acá estamos nosotros, tú y yo y está es mamá...
En la hoja de aquella libreta de dibujar, que acompañaba a Luna a casi todos sitios, dentro de su mochila y junto a los rotuladores y los lápices de colores, se veía un muñeco alto, con gafas y vestido de azul oscuro, que llevaba en la mano un maletín y de la otra a una niña, también con gafas y una larga melena negra, que casi rozaba el suelo. Pisaban un campo muy verde, lleno de flores y de árboles, algunos más chicos que las margaritas multicolores, que cuajaban la parte inferior del dibujo. Arriba, en el cielo, entre nubes de color azul celeste y un sonriente sol amarillo, con rayos naranjas, se veía una muñeca, vestida de rosa, con larga melena negra y gafas, solamente las alas que salían de su espalda, revelaban, que se trataba de un ángel. Entre los que estaban en el suelo y el ángel, había muchos corazones de color rojo.
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Historias de Betty, la fea
FanfictionEstas historias no son de mi autoría, son de una plataforma llamada Tapatalk, las subo porque muchos foros ya han desaparecido y ustedes tiene que leerlas son maravillosas,cada una diferente pero con el mismo amor al escibirlas, si algún autor/a de...