Armando desconcertado, se pasó la mano por el cabello y le respondió al niño con otra pregunta.
Armando.- ¿Pepe Mendoza?... ¿cómo Pepe Mendoza?...
Una voz más grave resonó a las espaldas de ambos, haciéndolos sobresaltarse y girar sobre sí mismos, para ver que en el rellano de la escalera, había alguien más que ellos no habían advertido. Un hombre de mediana edad, flaco y alto, un tanto macilento, y vistiendo impecable traje de paño color café, se les acercó tendiendo la mano derecha.
Hombre.- Buenas noches, abogado Márquez para servirle. El niño viene conmigo si no estoy confundido ése es el apartamento del doctor Armando Mendoza Sáez ¿cierto?...
Armando, muy serio.- Sí señor, ¿y?
Abogado.- Nosotros venimos a ese apartamento, buscamos precisamente al doctor Mendoza.
Armando, suspira y vuelve a mirar al niño de reojo, le resulta extrañamente familiar.
Armando.- Soy yo, Vd dirá
Betty, que ha permanecido en silencio todo el rato, interviene.- Si les parece, mejor pasamos al apartamento, no creo que éste sea el mejor sitio para conversar.
Armando, asiente y saca las llaves para abrir la puerta.- Sí claro, tiene Vd razón Betty, vamos chino, abogado...
Niño.- ¿Puedo llevad el pedro, pod favod?... ¡me guzta mucho, es muy guapo!...
Armando, frunciendo el ceño.- ¿Será Vd capaz chino?, tiene fuerza y tira
Niño, cuadrándose de hombros.- Yo lo llevo con las doz manoz
Armando, le entrega la correa que sujeta al animal por el collar.- Tenga Vd, y siga.
Betty, suavemente.- Abogado se deja la maleta y la mochila...
Abogado.- Claro, claro...
Ya dentro del apartamento, Armando conduce al abogado y al niño, que no suelta a la perra, hasta el salón. Betty, les ofrece algo de tomar. El abogado acepta un whisky que le sirve Armando, y Betty decide llevarse al pequeño, porque entiende que la conversación, que se va a mantener en esa sala, no la debe escuchar él.
Betty, acercándose al chiquillo.- A ver, Alaska, porque es una chica y se llama así, tiene que cenar, ¿quieres venir a ayudarme con su cena?... y después si quieres me ayudas a preparar la nuestra.
El niño, asiente y le da la mano a Betty que se lo lleva en dirección a la cocina.
Armando, les mira nervioso, temiéndose lo peor. Lo último que oye antes de que entren a la cocina y Betty, cuidadosa cierre la puerta, es al niño preguntando.
Niño.- Tengo mucha zed, ¿me puedez dad un poquito de agua?...
El abogado toma la palabra y bastante serio, le comienza a hablar a Armando.
Abogado.- Vea doctor Mendoza, yo vengo del Norte de Santander, de Cúcuta, tengo mi despacho en esa ciudad, de la que soy oriundo.
Armando, asiente.- ¿Y...?.
Abogado.- Yo le traigo la última voluntad de una de mis clientes, bueno clienta del bufete, la señorita Laura Catalina Mendoza Botero.
Inmediatamente Armando, fue capaz de recordar la cara de la mujer de la que hablaba ese abogado. Alta, delgada y rubia, con la nariz pequeña, los labios bien dibujados y carnosos, y los ojos grandes, verde azulados, como los del niño que estaba en la cocina con Betty, por eso le sonaba la cara del muchacho, se parecía mucho a Lalia Botero que era el nombre artístico de aquella modelo, que por dos años fue la imagen de Ecomoda y por siete largos meses, su amante y su amiga sí, Lalia había sido su amiga y le había ayudado a sobrellevar los primeros meses de relación con Marcela, en los que ya ella le celaba sin motivos, claro, hasta que él decidió darle motivos sobrados, para que le celara con razón. Con voz suave preguntó al abogado.
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Historias de Betty, la fea
FanficEstas historias no son de mi autoría, son de una plataforma llamada Tapatalk, las subo porque muchos foros ya han desaparecido y ustedes tiene que leerlas son maravillosas,cada una diferente pero con el mismo amor al escibirlas, si algún autor/a de...