Somos novios 14-16

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Su marido se había quedado dormido antes incluso que el avión hubiese despegado de las pistas del aeropuerto de Caracas, verdaderamente estaba agotado pero evidentemente feliz, la sonrisa bobalicona que le bailaba en la cara lo demostraba.

Terminado el crucero habían pasado varios días en Isla Margarita, descansando, disfrutando de la playa, paseando por ella y por las calles de la ciudad en la que estaba su hotel, y haciendo el amor. Habían hecho mucho el amor, más de una vez al día y casi todos los días, así estaba su pobre esposo, agotado pero feliz.

Bettica mija, es casi seguro que Vd debe estar embarazada, primero porque tiene los pechos hipersensibles y un poco inflamados, y segundo por estas ganas que tiene Vd siempre, vamos últimamente, de unos días para acá, como si tuviese la libido al 150%... y ahora viene lo peor, el tener que vivir en la casa de los suegros, ¡qué fatalidad!, como poco quince días... pero que se le va a hacer, mejor eso que estar con sus papás, como para tener a don Hermes pegado a la puerta del dormitorio...

Era cierto, los días que habían estado en Isla Margarita, Betty se había sentido especialmente necesitada de sexo, y Armando se había encontrado sorprendido con una esposa que lo buscaba, lo provocaba y lo ponía a cien por hora. Aquella misma noche, la última de su luna de miel, que habían estado cenando en un restaurante maravilloso en la playa y luego habían estado bailando hasta bien entrada la noche, cuando llegaron al hotel, ambos pasaditos de tragos, en el mismo ascensor, Betty se le abrazó como una lapa, y diciéndole una y otra vez cuanto lo amaba, y sobre todo cuanto lo deseaba, cuanto necesitaba tenerlo dentro de ella.

Armando reía feliz y le correspondía como podía a aquella leoncita, que prácticamente le tenía arrinconado contra la pared del elevador.

Armando.- Mi amor... mmmm, espera mujer, que ya hemos llegado, ¡ay!... ¿qué es eso que me estoy clavando?...

Betty.- Mis sandalias, me dolían y me las quité... vamos mi vida, que estoy deseando, por favor...

Armando, la alzó en brazos, lo mismo que la noche de bodas, y mientras ella suspirando encantada se dedicaba a besarle el cuello, mordisquearle la oreja y seguir diciéndole de modo insinuante como ardía de ganas en tenerlo totalmente entregado en la intimidad.

Cuando por fin estuvieron en la habitación, Betty se deshizo de sus ropas en un instante, sólo llevaba una falda y una blusita de algodón, y comenzó a tirar de la camisa de su esposo, mientras él entre risas se deshacía de los pantalones.

Armando, riendo.- Espera loquita, que me vas a tirar al suelo... a ver... ya, fuera la camisa... mmm, ven aquí leona mía, que estás hoy como loca...

Betty se ha dejado caer en la cama abriendo rápidamente las piernas y tirando de su esposo sobre ella. Armando, apenas si la tocó y se dio cuenta de que ella estaba más que preparada para recibirlo, así que se incorporó sobre los antebrazos y se introdujo de una sola embestida hasta el fondo, colmándola por completo, y recibiendo con deleite, el suspiro satisfecho de su mujer, que enroscó sus piernas en torno a sus caderas y comenzó a oprimir con los talones, en las nalgas de él instándolo a profundizar más aún. La misma premura con que lo ha solicitado, la lleva a explotar en un primer orgasmo ruidoso y anhelante que sorprende a Armando y que casi lo arrastra a él al suyo...

Armando, jadeante.- Waooo... mi vida, ¡ahhh, qué rico cielo!... eso mi amor, déjate ir, eso vida mía así, así...mmm, te adoro princesa...

Aún fue Armando capaz de contenerse un poco más, y seguir con su ritmo de caricias sugerentes y delicadas, así como con la cadencia rítmica de sus movimientos en el interior de ella llevándola hasta un segundo clímax tan explosivo y fuerte, que las contracciones de la vagina de su mujer, le provocaron a él mismo uno de los orgasmos más intensos que había tenido en toda su vida, haciéndolo incluso gritar de puro deleite.

Historias de Betty, la feaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora