1. Primer Último Día

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Enero 2019

Había pasado años esperando que algo increíble  cambie por completo mi vida.

¿Han pasado por lo mismo?

Me volví experta en imaginar mejores escenarios a los que en realidad sucedían. De hecho; toda mi vida se representaba con sensaciones de desilusión, insatisfacción y algo de miedo o dudas.

Y es que quien diría que la futura heredera millonaria Alessa Edevane, pudiera sentirse vacía; ¿pero que creen? Eso si pasa en la vida real.

Quizá mi vida ahora sería diferente si mi madre no hubiera muerto el día en que me dio la vida, o si mi padre hubiera sido más valiente arriesgándose a preparar proyectos escolares y cambiar pañales al mismo tiempo en lugar de mandarme a vivir con sus estirados padres hasta que tuve la edad suficiente de entrar a un  insípido internado.

Claro qué hay cosas de las que no me puedo quejar, he disfrutado de muchos privilegios y todo fue gracias ellos: incluyendo un puesto prometedor en la empresa familiar al terminar  de estudiar arquitectura en Yale; justo la misma escuela donde estudió mi padre, y el padre de mi padre. 

Pero al final del día, pasando aquel prometedor espejismo;  seguía siendo yo:  una chica de 1.73, con la cara llena de pecas, cabello oscuro muy rizado, y de manera impactante (como todos en la familia Edevane),  tenía un par de resplandecientes ojos azules.

Aún así, siempre había tenido la horrible sensación de que el futuro que me espera no era tan deslumbrante como lo pintaban. Y es que la emoción por ser la imagen perfecta de la compañía cada día se desvanecía más.

Por lo que me replantee que si quería rellenar los espacios vacíos en mi interior como la pérdida de mi madre, el poco cariño recibido de mis abuelos, y la limitada atención de mi padre, debía actuar pronto para cambiar el rumbo de mi vida.

Mi tiempo límite era la graduación. Debía confiar que en unos meses podía encontrar la verdadera felicidad. Y cuando tuviera las piezas faltantes las iba a defender con uñas y dientes por que de ello dependía el sentido de mi vida.

[...]

Después unas heladas vacaciones familiares de fin de año en Praga; la historia que cambió mi vida empezó justo aquí, en mi último primer día de clases.

"Pi-Pi-Pi-Pi..."

Mi mente estaba en un hermoso atardecer frente a la playa, me veía corriendo de la mano de alguien quien debía ser mi esposo por los anillos de compromiso que teníamos; sentía la brisa acariciar mi piel y mi cabello alborotarse por el viento en contra; a lo lejos estaban dos niños hermosos reconstruyendo un castillo de arena que una ola recién había barrido.  Así debía ser mi vida, lo quería y se sentía tan real hasta que el espantoso sonido del despertador me regresó a una lúgubre realidad. Su sonido era horrible, cada inicio de año me proponía cambiar la melodía y cada año lo olvidaba.

Me ubiqué de mi calurosa playa, al helado y húmedo New Heaven, Connecticut.

Me levanté antes que cualquier otra de mis compañeras de dormitorio ya que yo a diario debía lavar, secar y peinar una abundante cabellera. Sin olvidar que es el ¡primer día! y me gustaba dar una buena primera impresión.

Como iba a ser un día de largas caminatas entre los edificios, filas interminables y todo acompañado por un temible clima frío; debía elegir un atuendo cómodo pero atractivo.

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