23. Stella

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Queridos lectores:

Yo no soy muy creativa como para hacerles algunas imágenes con los personajes o videos... pero si les comparto canciones que si bien están citadas en partes especificas, me inspiraron en su momento para escribir cierta parte o sólo es la música de fondo de la situación.

Recuerden que hay una playlist especial disponible en Spotify que la pueden encontrar con el nombre del libro. Espero les guste y los transporte.

Ahora si... DISFFRUTEN





Tiempo después, solo habían dos mesas ocupadas que no querían irse; yo tampoco me iría estando en un lugar tan cómodo como aquel.

Tomaba un delicioso té de mango con Maggie y probamos una nueva receta de galletas de Bill, eran de limón con cardamomo.

—Levantando esas mesas, ya puedes ir a descansar. Hiciste un gran trabajo Ales; eres muy ágil, nadie creería que esta es tu primera vez atendiendo mesas. —se sinceró conmigo Maggie dándole sorbitos a su té.

—Supongo que es el lugar, disfruté mucho estar con ustedes. —finalicé con una sonrisa.

—Amor, creo que hay alguien afuera— le dijo Bill a Maggie asomándose por su ventanita de la cocina.

—Sólo una Maggie, ¡una!— me levanté rendida a atender a la persona que se sentó en la mesita de afuera. Sin mirar a la persona, de forma automática saqué mi libreta y la pluma del bolsillo de mi mandil y le saludé —Hola buenas noches, llegó justo a tiempo por que pronto vamos a cerrar. ¿Qué desea ordenar?— le dije ya con algo de cansancio.

—Hola Alessa, perdón por llegar tan tarde; tuve una junta de última hora y quería ir por Stella para presentártela— Dijo Charles apenado.

Esa inconfundible me hizo reaccionar.

—¿Stella?— bajé la mirada y estaba ahí sentada una hermosa labrador negra.

En la oscuridad apenas se le veía su brilloso pelaje. Lo bueno es que no avancé más o la habría pisado... ¿Entonces Charles...? Levanté la vista y estaba ahí sentado con esa sutil sonrisa y sus ojos verdes tan brillantes. Era cierto, aun traía la ropa del trabajo, no se cambió ni los zapatos formales por unos cómodos tenis como los de ayer. Se levantó del banquillo de madera para saludarme de beso en la mejilla, el tercero; bueno, dos y medio porque este solo era una formalidad.

Si vino. Una parte desconocida de mi se alegró de ello, una que por supuesto me esforcé por mantener oculta...

—Charles, no te hubieras molestado, debiste quedarte descansando en casa.

—Aunque quisiera, ella no me perdonaría su paseo diario— La perrita sabía que hablábamos de ella porque movía su colita. Llevaba razón, robaba el corazón.

Me incliné a la altura de Stella y le tomé su patita.

—Hola señorita, mucho gusto en conocerla— al hablarle hacia pequeños sonidos como si ella también me hablara, esperaba que fuera buena señal.

Me levanté, y le dije:

—¿Qué le traigo Charles? Era enserio eso de que ya íbamos a cerrar.

—Mmm... Algo que pueda compartir contigo— Sonaba muy personal su petición, quería confiar en él y pensar que esto sólo sería una amistad, pero su mirada tan profunda contando cada una de mis pestañas me hacía percibir que desde hace días había una intención oculta.

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