59. Día de la Boda

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Queridos lectores: este capitulo está inspirado en ciertas partes de la película "Nace una estrella"; si aún no la has visto ve el video de la canción; y si ya lo has hecho reprodúcelo cuando veas esto: (***) para musicalizar tu lectura.

Disfrútalo

Muchas personas soñamos con el día de nuestra boda, como si al decir "acepto" nos pudiéramos transformar en otra persona.

En mis cortos años de vida estaba tan concentrada en mi éxito profesional y en ganarme un lugar respetable en la familia que se me hacía un enorme desperdicio de tiempo imaginarme el día en que haría una enorme fiesta en la que me entregaría a un hombre e hiciera una nueva vida; honestamente pensaba contratar a una persona que se encargara de todo ello.

Sin embargo, en esa mañana todo fue diferente.

Me desperté un minuto antes que sonara mi despertador. Me estiré hasta tocar los bordes del colchón y me empecé a reír como loca, tuve que volver a cubrirme la cara con las sábanas para contener la felicidad.

Tomé una larga y deliciosa ducha, preparé café cargado para todos, y me serví una gran taza con un par de donas recién llegadas. Esta mañana tenía que estar más que despierta, no quería perderme ni un solo instante.

Llegaron unas estilistas a arreglarnos a mi y a mi única dama de honor, no podía pedir una mejor compañía que de la rubia Cece Williams.

Me pusieron una cera especial para darle forma a cada uno de mis rizos sin perder su forma en todo el día. Un maquillaje sencillo con ligeros tonos rosas y dorados que combinaran con el vestido.

Jacob empezó su sesión de fotos desde que andábamos en bata, con mascarillas hidratantes y tubos en la cabeza. Cuando todos estuvieron listos tomamos unas más con el fondo de nuestra acogedora casa.

De camino iba muy nerviosa, y no por no estar segura de encontrar a Charles o por decir "si acepto"; le había dicho a Blake que esperaba que mi padre me entregara a Charles, ese era mi único deseo. Me aterraba que él o la abuela llegaran a interponerse o hacer un espectáculo  y arruinar este día; eso que no se los perdonaría por nada.

Todos esos pensamientos turbios se esfumaron cuando vi a un elegante hombre con pantalón negro e impoluta chaqueta blanca esperándome al pie de las escaleras del ayuntamiento. Su sola presencia me hipnotizaba haciéndome llegar a otro nivel; como si todo lo que conocíamos como realidad se deshiciera dejando solo nuestros cuerpos viéndose hasta la eternidad.

¿Podía existir mejor sensación?
Esto era puro amor.

Bajando del auto saludé a mis queridos invitados y como era de esperarse papá no llegó; Blake negó ligeramente con la cabeza dándome a entender que no llegaría. Después de que todos se saludaron y entraron al edificio Charles me preguntó.

—¿Estas lista mi vida?

—Solo dame un minuto...— le supliqué con la mirada, miraba hacia la avenida esperando ver acercarse la camioneta negra blindada, o al menos  imaginaba verlo llegar a toda prisa, bien vestido, sonriente, tendiéndome su brazo listo para entregar a su hija al hombre de sus sueños, pero él no estaba.

Una tibia lágrima nubló mi mirada desvaneciendo la alucinación. Charles suavemente la limpio para no arruinar mi maquillaje; bajó su mano hasta la mía y dio un paso adelante...

Con nuestros brazos apenas sosteniéndose volvió a preguntarme:

—¿Estas lista cariño?

Y segura le respondí.

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