35. ¡Fuego!

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Para los que veían pasar al profesor Charles Richmond observaban a un hombre más seguro, más relajado y me atrevo a decir que era el hombre más feliz del mundo.

Los rumores de que salía con alguien no tardaron en circular, y el anonimato de la "afortunada" los hizo aún más inquietantes. Es cierto que andaban muchos corazones rotos por ahí, y otros desesperados.

Aún así, nunca había sentido el placer de tener algo tan valioso como ser dueña del corazón de Charles. 

Se acercaban las semanas de vacaciones de primavera, y en lo que el resto de la escuela planeaban visitar a su familia o asistir a impresionantes eventos; mi grupo de arquitectura y yo planeábamos un viaje a un poblado cerca de la ciudad de Baltimore. El cual no incluía pasar el día entero viajando en bote o asolearse en la playa. Eran casi dos semanas de intenso trabajo de construcción.

Que emocionante ¿Verdad?

Milo Danés nos dio más detalles sobre el viaje durante su clase. Fue agradable percibir de él una vibra estrictamente profesional. Era tranquilizador saber que la pequeña chispa que pudimos avivar nunca encendió, y que su entusiasmo por el proyecto le levantaba el ánimo.

Le di el número de Mackenzie para que se pusiera de acuerdo con ella para todos los detalles y así evitar pasar tiempo con él.

El día que fui a trabajar a la cafetería, les dije a Maggie y a Bill que verían al señor más seguido por su cafetería. No se molestaron como yo lo esperaba. Su actitud me albergó la esperanza de que quizá mi familia tampoco reaccionaría tan mal cuando supieran la noticia. O al menos eso era lo que quería pensar.

El jueves hubo cena en casa de la abuela y en general me fue bien. Sobre todo porque le enseñé las fotos de la fiesta.

A pesar de que le pareció algo exagerada, no dejaba de decirme lo bien que me veía con el atuendo que me había confeccionado Blake, y como mantuvo la modestia y buen gusto para mi imagen como la heredera Edevane.

Luca se disgustó un poco conmigo por no haberlo invitado, le dije que era sólo de adultos, sin embargo le prometí llevarlo de viaje a la India para comprobar en persona su cultura tan colorida y majestuosa.
Realmente esperaba la oportunidad de viajar lejos, y más ahora que mi novio conocía prácticamente todo el mundo.

[...]

Cuando vas siempre acelerado contra el reloj no percibes los pequeños regalos que la vida te da. Como la impresionante escala de colores cálidos que pinta un amanecer, el aroma a la hierba fresca del camino, las peculiares facciones que tienen los pájaros que cantan frente a la ventana o las sonrisas bobas que involuntariamente se empezaban a ser muy comunes en mi cara con tan sólo pensar en él.

Manejaba de camino a la construcción de la galería ecológica como casi todos los sábados en la mañana para supervisar la evolución del proyecto. Al llegar me sorprendió lo corto que se me había hecho el camino el día de hoy, de hecho era aún más sorprendente haber llegado sana y salva a mi destino, y es que aunque veía el camino, mi mente estaba en otro lugar.

Usualmente aprovechaba estas pequeñas fugas de tiempo para repasar mi agenda, crear nuevos diseños, recordar los valiosos recuerdos que atesoraba o algo por el estilo.

Ahora sólo pensaba en que cosas podía hacer con él. Se me ocurría ir a escalar en roca, ir a más clases de cocina para mi obviamente; y la idea de experimentar un viaje con él era la que me emocionaba más, tanto que hasta se me erizaba la piel.

Cuando llegué al lugar vi la camioneta de la compañía estacionada al frente que era para el uso exclusivo de papá. Traté de recordar si la noche en la casa de la abuela me había dicho que vendría pero no comentó nada.

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