...
— Charles, cielo; además de ir a tu junta negocios en el partido de béisbol, qué más vamos a hacer en Nueva York?— le pregunté bajándome los lentes oscuros al ver las señalizaciones en la carretera.
— Es sorpresa— dijo reprimiendo una gran sonrisa. Se le marcaban unas interesantes arrugas en los ojos por la presión de contenerse... ¿Qué ocultaba?
— Anda dime...
—¿Y para qué quieres saberlo?
—Para organizarme o ir planeando algo...
—Oh linda, a partir de hoy quiero que dejes de tener controlado el futuro y disfrutes del momento.
—Charles no se si pueda... he vivido planeando cada minuto de mi vida que ahora ni se que voy a hacer o a que me voy a dedicar.
—Bueno, entonces yo voy a planear y tú vas a disfrutar ¿de acuerdo?
—De acuerdo, cielo...
Lo cierto es que el camino a Nueva York no era extremadamente bello, y cuando el sol apenas se está poniendo pintaba el cielo de un tono violeta grisáceo nada agradable. No obstante, la compañía de Charles era suficiente y sobraba para hacerme sentir la chica más afortunadas de todas.
Obviamente aún tenía abierta una herida considerable que dejaría cicatriz, sin embargo Charles se estaba encargando de curarla poco a poco haciéndome sentir que no estaba sola.
El resto del camino me entretuve mostrándole mis canciones favoritas, mi inexistente talento de llegar a notas altas al cantar, mi gran habilidad de hacer bombas con la goma de mascar y pasé haciendo una lista de los posibles lugares donde podríamos ir. Él solo escuchaba paciente y se reía de todo lo que hacia; y antes de enloquecerlo llegamos a la ciudad. Desayunamos en un restaurante deliciosos expresos y croissants; y llegamos al imponente estadio de los Yankees de Nueva York.
En la tienda me compró una camisa holgada del equipo, una gorra que le combinaba y un guante de piel clara por si las dudas; el sólo se puso la gorra negra del equipo de Baltimore que le quedaba de maravilla. Había días que de verdad se veía tan joven y atractivo como hoy, lo más probable que por su junta de negocios se haya arreglado un poco más de lo normal.
Llegamos con tiempo a nuestros excelentes lugares casi al ras del césped y me empezó a explicar como era el juego...
—... entonces si en las nueve carreras ninguno de los equipos ha hecho una carrera o quedan empates, el juego se alarga y se va a un...
—Tiempo extra— le dije con expresión de que era obvio.
—¿Por qué no me dijiste que conoces el juego?
—Por que no me lo preguntaste Charles, tuviste horas para hacerlo y yo fui la única que parloteaba como loca.
—¿Y que hay de mi? También pasé horas explicándote el juego como loco y nunca me dijiste que parara.
—Estabas tan concentrado que no te quise interrumpir... — le dedique una sonrisita traviesa y el fingía que se enojaba, bastó acercarnos un par de centímetros para fundirnos en un profundo beso.
Empezando el partido ordenamos cerveza y disfrutábamos el hermoso día soleado juntos. Así era estar con Charles, el resto del mundo desaparecía y solo éramos él y yo. Me gustaba girar a ver su perfil, sus ojos extremadamente verdes con el reflejo del césped, ver la caída recta de su nariz triangular, y los hoyuelos que se le marcaban al sonreír... Cuando me descubría viéndolo me giraba rápido a otra dirección; y si se daban cuenta me atraía hacia él y me impregnaba un firme beso en la mejilla; cada que lo hacía se me quedaba un chistoso cosquilleo por su recién crecida barba.
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Todo lo que buscaba
Romance¿Te ha pasado que los planes resultan mejores en tu mente que en la vida real? Yo era experta en desilusiones de ese tipo. Pensaba que la aparente vida de ensueño que me esperaba después de la graduación lo era todo para mi; hasta que descubrí el...