25. La Apuesta

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Esta canción es como la música de fondo... Obligatorio escuchar mientras leen.


Desperté más temprano que Jacob para arreglarme con tiempo y estrenar el conjunto que había comprado el día anterior.

Era viernes, el día de clase de leyes; el día en que volvería a ver al sorprendente Charles Richmond.

Al igual que el resto de la familia, salimos temprano con un termo de café italiano en la mano hecho por Julia  y esa deliciosa caja de donas. Eso de llevarla a clases era un verdadero desastre; más si ibas a pie o en motocicleta como nosotros. Por primera vez agradecí que Jacob manejara como tortuga, de no ser así nadie hubiera desayunado ese día.

A pesar de que me dolía el corazón al recordar que llevaba días sin hablar con mi querida amiga, al ver al mejorado caballero que daba la clase me alegró la mañana. Hoy sus ojos verdes brillaban más de lo normal.

¿Sería que todos en el salón estaban sordos o porque no se daban cuenta de que mi corazón estaba a punto de estallar?

Charles nos había puesto a leer un informe sobre las nuevas reformas que había hecho el gobierno. Yo no podía concentrarme en la lectura con esos hermosos ojos clavados en mí.

Por momentos estaban en mis medias negras con costura trasera, o en mí vestido corto ajustado de piel negra sintética, también en mis botas hasta la rodilla y ocasionalmente en mi abrigo gris. Giré a ver al salón para asegurarme de que todos estuvieran concentrados en sus hojas; claro, de otra manera Charles no estaría examinándome tan tranquilo de esa forma tan descarada. Sonreía como tonto,  y me encantaba. 

Al cruzar la pierna sentí el roce puntiagudo de una hoja de papel ajustada por debajo de mi mesa. 

Era una elaborada nota y ahí me había escrito una pregunta. La guardé para conservar una prueba de su bella caligrafía, y al final de mi informe, en la sección de preguntas, respondí la única cosa que en ese momento conocía y la única que a él le interesaba saber.

Sonó mi teléfono y antes de salir al pasillo a responder la llamada, le dejé en su escritorio mis hojas del informe acompañadas de un rápido giño.

—¿Hola? ¿Joshua? — Contesté ya en el pasillo al ver de quien venía la llamada.

—¡Alessa, hola! La siguiente semana inicia la construcción, ¿Puedes creerlo? ¡Por fin!— Sonaba demasiado emocionado, y como no estarlo, era el proyecto más importante de su vida hasta ese momento. —Todo gracias a ti. Estará listo antes del verano, me lo acaba de confirmar tu padre. Imagínate cuantos eventos se podrán hacer ahí este año.

—Si Joshua, ¡qué alegría!, ayer por la tarde vi el correo con los permisos autorizados y ya se está contratando más personal para terminar lo antes posible.

—¡Los permisos! ¡Por Dios!, Estamos impresionados por lo rápido que se movió Christopher, pensábamos que tardaríamos meses en obtenerlos.

—Sí, el gobernador es un amigo cercano de mi padre, ambos se apoyan. Edwin con los permisos y papá con construcciones a precios accesibles para los proyectos públicos— Al mencionar el nombre del padre de Cece y recordar que nuestros padres tenían una sólida amistad, de inmediato me sentí mal por debilitar la nuestra.

—Alessa, te llamaba para poder ir a cenar esta noche y celebrar con todo el equipo, ¿Qué dices?

— Que repentino...— No quería que mi falta de entusiasmo por la invitación lo llevara a pensar en que no me sentía comprometida con el proyecto, o que fuera desagradecida con ellos. Él desconocía que estos días me sentía incompleta. Además, hace un par de minutos antes, acababa de hacer planes para la tarde.

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