Le agradecí al conductor del Uber que hubiera manejado tan rápido. Quedaban algunos minutos antes de las seis que me sirvieron para arreglarme en el baño de la entrada; suponía que no debía ir con el cabello suelto y algo mojado.
Llegando les pregunté a los chicos de la recepción donde era el curso de cocina francesa y me indicaron el camino.
Cuando entré a la cocina vi pequeñas mesas distribuidas en el lugar, todas tenían dos secciones de quemadores, una pequeña tarja a la mitad y algunos utensilios de cocina. Vi a una mujer con una filipina exageradamente blanca y con sombrero alto, supuse que ella era la maestra así que fui a presentarme.
—Hola, buenas tardes. Me llamo Alessa Edevane y estoy inscrita para su clase de hoy— me sentí como niña nueva que cambia de escuela.
—Hola Alessa, me llamo Grace, soy la chef encargada. ¿Es tu primera clase con nosotros?
—Sí, ¿Se nota?— Pregunté apenada.
— No te preocupes. Todos los que estamos aquí, incluso yo empezamos por el mismo lugar. Espero que te guste y llene tus expectativas. ¿Si pudiste traer los materiales que se solicitaron en el correo electrónico?
Me quedé helada. ¿Qué no era evidente que apenas si pude llegar a tiempo? Lo más seguro es que la dichosa lista llegó al correo de la compañía o al de Mackenzie y no al mío. Negué con la cabeza con un poco de miedo por si la maestra me regañaba; pero Grace a pesar de tener facciones de ser una mujer seria y regañona fue muy paciente.
—OK, mira aquí hay algunos, aun así; todos en la cocina deben traer mandil y su propio juego de cuchillos. Si no los traes, abajo hay una tienda donde los venden; hay de todos los gustos y precios.
—Claro— Recorrí con la mirada el lugar y comprobé que todos ya tenían puestos sus mandiles o filipinas de colores vistosos; algunos pretenciosos tenían abierto sus intimidantes estuches de cuchillos de diversas formas y tamaños. —Voy rápido, no tardo.
—Si Srta. Edevane. Como veo que eres nueva te voy a apartar el mejor lugar hasta el frente.
—¡Gracias!— Grité ya en el pasillo.
Bajé con los chicos de recepción a preguntarles donde estaba la tienda; y antes de hacerlo me alegró recordar haberla visto al entrar. Habían tantas cosas tan hermosas y curiosas para la cocina que por un momento deseé no tener clase y solo venir de compras.
Sabía que la mayoría de estos artículos serian inservibles en mi dormitorio, sin embargo en casa de papá seguro se verían geniales.
Identifique el área de los mandiles y me encantó que existieran de tantos estilos y colores; vi unos pequeñitos perfectos para mi hermanito. Elegí uno gris con delgadas rayas plateadas a lo largo; si era mi primer día en la cocina sería un grave error elegir uno blanco como la chef.
Tomé un par de guantes rojos que combinaban perfecto con mi ropa y también elegí varios trapos esponjosos. Pensé que lo más difícil seria elegir los cuchillos y por eso los dejé al final. A pesar de ello, con solo pasar frente a la vitrina me identifiqué con un set de 6 cuchillos coloridos. De inmediato sentí que fue amor a primera vista. Le agradecí al chico de la caja y corrí de nuevo a mi clase con mis bolsas de compras.
Al entrar la clase estaba por comenzar, todos ya estaban listos con sus opulentos atuendos, gorros y cuchillos. Al verme, la chef me indicó la mesa frente a ella mientras seguía hablando de las recetas de la noche.
Agradecí en ese momento a mi abuelo por enseñarme francés; aunque no entendía nada de la cocina, el idioma lo dominaba bien. Organicé rápido mis cosas bajo la mesa de trabajo y me puse apurada mi hermoso mandil nuevo.
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Todo lo que buscaba
Romance¿Te ha pasado que los planes resultan mejores en tu mente que en la vida real? Yo era experta en desilusiones de ese tipo. Pensaba que la aparente vida de ensueño que me esperaba después de la graduación lo era todo para mi; hasta que descubrí el...